Opinión de Cirila Quintero Ramírez Investigadora de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 12 de enero de 2023

El pasado 7 de enero se registró un accidente en la línea tres del metro de la ciudad de México en donde una joven resultó muerta y otras decenas de personas heridas. La mayor parte de las críticas se han centrado en la actuación de la actual jefa de gobierno de la CDMX, su ausencia en la ciudad en el momento del accidente, y su retardo en brindar información. Sin embargo, el problema va más allá del presente, trasciende al gobierno actual y se vincula con una historia de varias décadas de gobiernos federales de distintas filiaciones políticas. También forma parte de una cadena de precariedades que existe en la infraestructura gubernamental de todo el territorio nacional. Lo acontecido en el metro no solo habla de corrupción sino de la desatención que el gobierno federal, y estatales y municipales, tienen de sus instalaciones y de las condiciones laborales en que se desempeñan miles de trabajadores. Lo acontecido en la línea dorada en mayo de 2021 habla de corrupción, de la falta de supervisión en la construcción de las obras públicas  (https://es.wikipedia.org/wiki/Accidente_del_Metro_de_la_Ciudad_de_M%C3%A9xico_de_2021), en tanto que el accidente del sábado habla y recuerda la falta de mantenimiento que existe no solo en el metro sino en la mayor parte de instalaciones del gobierno federal, y de los estatales y municipales, y de la ausencia de una partida para revisiones periódicas de sus instalaciones, lo que ha llevado a que muchas de ellas estén literalmente cayéndose. La línea 3 tiene una existencia de 50 años, me pregunto ¿cada cuando se le hizo revisión a las vías, a los trenes? ¿Cuándo y que cursos de capacitación se les ha dado al personal? etc.  Si esto se hiciese de manera frecuente se podría haber previsto estas problemáticas, o si se hubiese oído a los usuarios de los problemas que se presentaban durante los viajes, esto podría no haber llegado a los eventos fatídicos, tanto en el accidente de mayo del 21 como el acontecido el sábado, los usuarios mencionan haber notado, y comentado, irregularidades en el funcionamiento que alertaba de un accidente próximo, sin ser escuchados. Evitar el riesgo supone una cultura de prevención de la que se carece en México, salvo los simulacros en caso de temblor, en otras áreas, la prevención brilla por su ausencia. Necesita pasar un accidente o un evento importante, como la caída de escaleras en la línea dos del metro, para que se revise y rehabilite la infraestructura gubernamental.  

El deterioro de infraestructura y mobiliario que existe en las oficinas gubernamentales conduce a otro problema fundamental:  las malas condiciones y situación de riesgo en que laboran miles de trabajadores gubernamentales en el territorio nacional, y que se juegan la vida. Cuento tres situaciones a lo largo del tiempo que viví directamente. En 1984, elaboraba mi tesis de licenciatura, en el archivo de la Reforma Agraria situado en la calle de Izazaga en la Ciudad de México. El archivo estaba colocado de manera inexplicable en el sótano, lo peor es que cada vez que pasaba un transporte pesado, pequeñas partes del techo se desprendían, llenando de polvo escritorios y demás. Pensaba, esto se va a caer un día. Efectivamente, se cayó en el temblor de 1985. Afortunadamente no había trabajadores por la hora sin embargo cientos de documentos agrarios se perdieron. Terminado el trabajo tuve que ir al otorrino por problemas en los oídos, me preguntó si trabajaba en una mina porque tenía mucho polvo en los oídos. Ahora me pregunto ¿cómo estarían los oídos, el sistema respiratorio de los trabajadores que ahí laboraban? 

La otra experiencia está relacionada con trabajadores de PEMEX. En el 2006, a raíz del accidente de Pasta de Conchos, decidí incursionar en la investigación de las condiciones laborales de otros sectores laborales considerados privilegiados como los petroleros, entrevisté a trabajadores de Reynosa y de Tampico, los resultados fueron preocupantes, además de una subcontratación en todos los sectores productivos, mencionaron, algunos que tenían experiencias en otras localidades, las condiciones en las que laboraban los trabajadores de las plataformas, con grandes carencias y en caso de accidente muchas de sus mandarinas, barcas en las que salen y entran de la plataforma eran inservibles o eran insuficientes para evacuar a los trabajadores laborando ahí, lo que anunciaba, y sigue anunciando fuertes riesgos para los trabajadores en caso de accidente. 

Finalmente, por el 2013, me tocó ir a presentar una denuncia por robo de las instalaciones de El Colef en Matamoros, y atestigüé la precariedad para impartir la justicia en Tamaulipas, y creo en todo el país,  primero fui a la ministerial en donde se había inundado una parte de sus oficinas  y los trabajadores trataban de desaguarlas; después entre a una oficina donde las sillas habían perdido su respaldo de tan viejas que eran y lo más preocupante la carpeta de mi denuncia quedó archiva en un cerro de expedientes que se acumulaban sin cesar. La digitalización y modernización está años en las oficinas gubernamentales, me comentaron que se le daría seguimiento al caso, a la fecha no ha habido respuesta. Finalmente, fui a uno de los destacamentos militares en Matamoros a solicitar que se incorporará rondines al área del COLEF, el general en turno me dijo que desearía integrarnos pero que no contaba con transportes suficientes para cubrir toda la ciudad. El destacamento está en un ejido, a varios kilómetros del centro y del área industrial en donde estamos ubicados. El general comentó que tenía treinta unidades para los rondines en la ciudad, alrededor de las cuáles “la mitad estaba descompuestas y para otra parte no se le había aprobado partida suficiente para la gasolina”.  Bajo estas condiciones laborales, ¿cómo se espera una justicia expedita y eficaz. Mucho criticamos a los trabajadores gubernamentales, a los burócratas, sin preguntarnos las condiciones en las que laboran. La próxima vez que vaya a alguna oficina gubernamental, observe sus instalaciones, su mobiliario y entenderá de lo que estoy hablando. 

El accidente del sábado, dado lo expuesto anteriormente, no será el último y puede repetirse en el metro, en las instalaciones en PEMEX, en los edificios gubernamentales en zonas sísmicas, etc. No nos sorprenda que pronto las páginas de los periódicos nacionales e internacionales dediquen sus columnas principales a otro tipo de desastre en instalaciones gubernamentales. No bastan los buenos deseos para que esto no pase, urge ponerse a trabajar en acciones que rehabiliten instalaciones que piden a gritos ser atendidas, y sobretodo urge adiestrar a los trabajadores laborando en estas instalaciones con acciones de prevención y manejo del riesgo con la finalidad de preservar sus vidas y de los usuarios que día a día requerimos sus servicios.

Dra. Cirila Quintero Ramírez

El Colegio de la Frontera Norte