Hace tres años, un grupo de académicos fuimos comisionados a estudiar la violencia en la frontera norte de Tamaulipas dentro del esquema de Cátedras CONACYT. Nos recibió El Colegio de la Frontera Norte en su sede de Matamoros, Tamaulipas. El trabajo de campo en una zona controlada por el crimen organizado ha implicado grandes retos, donde incluso nuestra propia vida ha estado en riesgo. Sin embargo, a tres años de haber comenzado dicho esfuerzo de investigación, se cuenta con importantes aprendizajes respecto a las dinámicas de la violencia en la región y como abordarla de forma eficaz.
Algunos de dichos aprendizajes se encuentran plasmados en dos libros que han sido publicados por El Colegio de la Frontera Norte. El primero de dichos libros, titulado Repensando el Juvenicidio desde la Frontera Norte, aborda el concepto de juvenicidio y su expresión en la frontera norte de México, contiene una visión crítica del fenómeno y analiza la respuesta desde el gobierno y la sociedad civil a dicho fenómeno. El segundo libro, titulado La Construcción de Policías Inteligentes en México: Una tarea pendiente, estudia la implementación del enfoque de policía guiada por inteligencia en México y sus resultados. En dicho libro se aborda la evolución de las policías en México y sus principales retos a futuro. Ambos libros permiten obtener una visión amplia del fenómeno de la violencia en México, las respuestas que ha tenido la autoridad y las posibles soluciones.
Una buena parte de la investigación realizada en estos tres años está en esos libros, pero también en una serie de artículos que han sido publicados por diversas revistas académicas. Dos conclusiones fundamentales para el abordaje eficaz de la violencia derivadas de dicha investigación y que comprueban lo observado también en otras partes del mundo son las siguientes: 1) un porcentaje muy reducido de personas en un porcentaje pequeño de lugares cometen la mayoría de los actos violentos y delictivos y 2) la policía sí puede reducir la violencia y la delincuencia a través de estrategias eficaces fundamentadas en el primer punto. Además, sabemos que la gran mayoría de las víctimas y victimarios de la violencia son jóvenes hombres que rondan los veinte años de edad y pertenecen a grupos de diversa índole. También, se ha corroborado que gran parte del trabajo de prevención de la violencia y la delincuencia es realizado por aquello que los académicos llamamos controles sociales informales. La mayor parte de la gente que vive en esas zonas que consideramos peligrosas son personas honestas y trabajadoras que respetan la ley porque creen que es lo correcto y no por miedo a la policía.
¿Por dónde empezar? Por la violencia misma, rompiendo su principal detonante: una serie de normas y narrativas que impiden la colaboración policía-comunidad, justifican el actuar de los violentos y debilitan los controles sociales informales. Las comunidades tienen una narrativa en la cual consideran que estructuralmente el Estado busca mantenerlas reprimidas y pobres, las policías perciben que las comunidades toleran y son permisivas con la violencia y la delincuencia y los grupos delictivos o violentos consideran que su acción está justificada ante el olvido del Estado y la falta de oportunidades. Romper esas normas y narrativas puede lograr reducciones significativas en la violencia y la delincuencia.
¿Cómo romperlas? Reconociendo que lo hecho hasta ahora no ha funcionado y ha generado más daño. Estableciendo una alianza con la comunidad para atender de manera prioritaria a aquellos jóvenes con mayor riesgo. Los más violentos generalmente son personas a las que nunca llega ningún programa. Ofreciendo una alternativa con un adecuado balance de prevención, aplicación de la ley y legitimidad. Generando certeza sobre el actuar gubernamental, entendiendo que lo importante es la reducción de la violencia y la delincuencia y no la cantidad de arrestos. La cárcel siempre es un costo, lograr reducciones significativas de la violencia y la delincuencia con el menor castigo posible debiera ser una premisa central de cualquier esfuerzo gubernamental en la materia. Emitiendo un mensaje claro: la prioridad y el objetivo de la comunidad y las autoridades es que las personas violentas cesen sus conductas antisociales y para ello ponen a su disposición toda la ayuda posible, pero en caso de continuar con el comportamiento violento y delictivo se utilizarán todas las herramientas disponibles para detenerlos.
¿Funciona? Sí. Estas personas no son sociópatas, son jóvenes que están actuando conforme a lo que consideran un comportamiento racional. Diversos esfuerzos alrededor del mundo como Operation Ceasefire ó Advance Peace han demostrado que funciona. En resumen, sí sabemos como reducir la violencia.
Dr. José Andres Sumano
El Colegio de la Frontera Norte