Mujeres migrantes, violentadas de múltiples formas

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Opinión de Blanca Vázquez Investigadora de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 28 de noviembre de 2019

Se sabe que la violencia contra los migrantes en México es sistemática y permanente. Hasta el día de hoy no hay política pública que haga frente a los hechos que se presentan cotidianamente en todo el territorio nacional y en ciertas entidades de la República en particular. El estado de Tamaulipas es conocido por ser una de las entidades con mayor reporte de secuestros de migrantes en los últimos años, al igual que personas desaparecidas; la entidad aparece referida en reportes, informes y sobre todo en las narrativas y experiencia de vida de las y los propios migrantes.

En el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer es oportuno recordar a las mujeres dentro de este grupo de población para insistir en su situación de extrema vulnerabilidad. Las mujeres migrantes, más que nadie, son víctimas de la violencia extrema por su doble condición: ser migrante y ser mujer. La violencia contra ellas no se da exclusivamente por ser migrante, sino también por ser del sexo femenino. Esa violencia se ejerce además tanto en su vida privada como en la vida pública. Se le daña y agrede en su espacio privado cuando se le priva de su libertad, se le coacciona, se le amenaza su vida o la vida de miembros de su familia. En el espacio público, la mujer migrante representa un objeto que se puede usar y desechar para beneficio de alguien más.

En octubre pasado circuló en redes sociales un video, aparentemente grabado en Nuevo Laredo, donde presuntos secuestradores encañonan y golpean a una mujer migrante y menores de edad que la acompañan, para solicitar vía telefónica el pago de un rescate. En un punto, cuando los secuestradores increpan a una menor de edad, quien se cubre sus ojos con la mano, la mujer migrante le pide que hable para que no la maten. No sabemos el final de lo ocurrido, pero evidentemente hubo un daño terrible. De igual manera, la BBC documentó en septiembre la historia de Ángeles, una mujer hondureña y su hijo menor, quienes fueron liberados de secuestro en la misma ciudad fronteriza, no así su esposo. La mujer narra las torturas físicas y psicológicas que les infringieron a ella y su familia, y relata el estado físico –golpeado y ensangrentado– y las últimas palabras que escuchó de su pareja: “Amor, nos van a matar”. Como este, son muchas las historias narradas por mujeres migrantes quienes han sufrido daño físico, sexual o psicológico durante su trayecto de viaje.

Desde el ámbito público, al igual que las mujeres en general, las migrantes son percibidas y sometidas como objetos sexuales para beneficio y placer de los hombres. Las mujeres somos desechables. Dentro del tráfico de personas se sabe que mujeres migrantes terminan en situación de trata, convirtiéndose en objeto para la compra-venta para servicios sexuales. Pero también mujeres migrantes son retenidas en casas de seguridad para complacer a los propios traficantes/secuestradores en tanto sus familiares pagan rescate. Los informes especiales de la CNDH de 2009 y 2011, sobre El Secuestro de Migrantes en México, documentó desde entonces esta condición a partir de los testimonios de hombres migrantes.Testimonio 1: “No importa lo que me hicieron. Pero lo que le hicieron a todas esas mujeres, eso duele más […] Eran diecisiete. Diecisiete mujeres que regresaban cada noche más triste, más herida, golpeada… […] Yo no voy a olvidar nunca lo que vi” (CNDH, 2011: p. 75). Testimonio 3: “Salimos, sí, pero derrotados. Escapamos. Nos tuvieron ahí… […] A dos de las mujeres las violaban diario. Parecían de trapo, las mujeres, a las que violaban” (CNDH, 2011: p. 79).

En el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer es necesario dar nombre, voz y rostro a las mujeres migrantes violentadas para mostrar la crueldad y el daño al que están expuestas, su sufrimiento físico, sexual y psicológico; y la necesidad de tomar acción o crear acciones afirmativas a favor de ellas. Lo anterior pasa por comprender y asumir que se trata de un problema social que al final del día es “una manifestación de relaciones de poder históricamente desiguales entre hombres y mujeres, que han conducido a la dominación de la mujer y a la discriminación en su contra por parte del hombre” (ONU, resolución A/RES/54/134). Las consecuencias de la omisión en su atención, protección y prevención de la violencia contra ellas, para su vida personal y para la vida de todas las mujeres en general, son muy graves.

Dra. Blanca Vázquez

El Colegio de la Frontera Norte