Morena, el PRD y 2018

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Opinión de Víctor Alejandro Espinoza Valle investigador del Departamento de Estudios de Administración Pública de El Colegio de la Frontera Norte

viernes 14 de febrero de 2014

El pasado jueves 30 de enero Morena entregó al IFE su solicitud de registro como partido político nacional. Al parecer había cumplido con todos los requisitos contemplados en la normatividad para pasar de movimiento social a partido político. Ha sido un proceso complicado, pero al ser reconocido, Morena podrá participar en el proceso electoral 2015 cuando habrá de renovarse la Cámara de Diputados.

Después de la derrota electoral de 2006, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se dio a la tarea de crear una organización que muy pronto se convirtiera en partido político; el acicate sin duda fue el nuevo descalabro sufrido en 2012. AMLO consideraba que el PRD no era la opción para derrotar al PRI o al PAN. Los hechos le han dado la razón.

La historia de la izquierda mexicana es una historia de divisiones. El PRD que fue fundado en 1989, tuvo su mayor número de votos en 2006 y 2012. Algunos pensaron que se debía a la estructura partidista; pero esa mayoría de sufragios provino de la figura de AMLO. Hoy, con el probable registro de Morena como partido político, la crisis del PRD se agudizará. Muchos de los cuadros dirigentes y de base que estratégicamente se han mantenido en el partido del Sol Azteca, se unirán a Morena.

El PRD se encuentra en la antesala de una desbandada; su presencia no será la misma con el nacimiento de Morena. Dos graves decisiones han venido a generar la crisis: su política de alianzas y la negociación de las reformas estructurales del actual gobierno. Y eso sin referir al descrédito en la conducción del grupo dirigente, los llamados chuchos.

El panorama para la izquierda es sumamente complicado: el nacimiento de Morena se suma a ello. Sin duda la apuesta de AMLO es convertirla en un verdadero partido de masas. El objetivo son las elecciones presidenciales de 2018, donde, si no lo traiciona su corazón, volverá a ser el candidato.

El mismo jueves pasado, desde Tabasco AMLO afirmó que “Morena no irá en alianza con el PRD en futuras elecciones” y acusa de entreguismo a su dirigencia. A partir de la obtención del registro el discurso será claro contra los dirigentes perredistas; la división se ahondará. Pero las posibilidades de triunfo electoral en el futuro serán remotas con la división. La paradoja pudiera ser que el camino para que la izquierda triunfara en la futura elección presidencial sería la desaparición del PRD o su fusión con Morena. Cuestión muy complicada.

Una tercera opción, también remota, para volver al PRD un partido competitivo y restaurarle la credibilidad perdida sería que Marcelo Ebrard fuera electo su presidente. Ello por una sencilla razón: su distanciamiento con los chuchos. Su crítica a la dirección perredista por su participación en el Pacto por México y la responsabilidad que ello supuso en la aprobación de la reforma energética, ha sido clara. En ello ha coincidido con AMLO; se ve complicado que logre imponerse a Carlos Navarrete, pero de triunfar este último, la continuidad chuchista estaría garantizada y con ello el despeñadero perredista. Incluso no veo en el horizonte nacional a otro líder capaz de disputarle a AMLO la candidatura de la izquierda en 2018.

Ya veremos que sucede: el PRD la tiene cuesta arriba; Morena continuará su crecimiento hasta donde a AMLO le permitan sus fuerzas. A nivel local se ve difícil que el nacimiento del nuevo partido influya en los resultados electorales del próximo año: la cultura política de Baja California es bipartidista; y pensar que el PRD pudiera ir en alianza con el PAN de nuevo parece imposible, después de la mala experiencia del 2013. En todo caso Morena pudiera competir en alianza con Movimiento Ciudadano y el PT para estar en posibilidades de disputarle una diputación federal al PAN o al PRI. Las complejidades de la vida política.

Twitter: @victorespinoza_