Migración, pandemia y Trump

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jueves 1 de octubre de 2020

Con la nominación de Amy Coney Barret, en sustitución de la recientemente fallecida Juez Ruth Bader Gingsburg la composición política de la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos queda con una mayoría de orientación conservadora que, con buenas bases, se supone que favorecerá a las decisiones del Presidente Trump. A reserva de lo que pase en el debate del día de hoy entre los dos contendientes a la elección presidencial del próximo 3 de noviembre, lo más probable es que ese día se auto-declare como ganador el propio Presidente Trump y, acto seguido el candidato opositor Joe Biden no concederá  su derrota. Esta situación abrirá la posibilidad de que sea la Suprema Corte de Justicia quien tenga que decidir quién ganó. Resulta muy probable que ese máximo tribunal decida que el Presidente Trump ganó su reelección. Puede suceder que varias elecciones para senador las ganen los candidatos del Partido Demócrata y que esto haga perder el control de la mayoría que actualmente está en los senadores del Partido Republicano.  En este caso no tan remoto, el Senado podría decidir un cambio en el número de Jueces integrantes de la Suprema Corte de Justicia para impedir que con solo nueve jueces, como será el caso después de que la nueva Juez Barret sea ratificada por el Senado, lo cual es prácticamente seguro, ese máximo tribunal decida rectificar varias leyes. Esta acción empezaría con la Ley de Salud pública  conocida como “Affordable Care Act” y luego, decida hacer lo mismo en contra de la decisión conocida como Roe vs Wade que legalizó el aborto en todo Estados Unidos, y más tarde decidirá sobre otras materias pendientes de resolución, lo cual, es probable que sea de acuerdo con los intereses del Presidente recién reelecto. Lo anterior implica un escenario pesimista sobre lo que la mayoría de los analistas sostiene como lo más probable que ocurra. Lo cual se reforzaría si los candidatos del Partido Republicano mantienen el control político del Senado. La congresista Nancy Pelosi del Partido Demócrata que dirige la Cámara de Representantes, muy probablemente, no estaría de acuerdo con ese escenario pesimista, bajo el supuesto de que podría hacer que se retrase la ratificación de la nueva Juez de la Corte Suprema; hasta después de las muy próximas elecciones del 3 de noviembre mediante tácticas parlamentarias. Por más que sea probable que la mayoría de los electores de Estados Unidos coincidan con ella, el control político lo tiene el Partido Republicano. Cierto que hay una queja de los del Partido Demócrata de que por atender aquello que se ve como lo políticamente más importante, el Congreso está dejando las decisiones pendientes; como aquellas que podrían aprobar nuevos fondos para ayudar al sector de la población en el desempleo y la recesión que la Pandemia del Covid 19 le ha impuesto en cifras elevadas al país más rico y al mundo entero. Pero, otra vez, los del Partido Demócrata no tienen el control político. También es muy probable que la mayoría de los mexicanos y quizá del mundo, quisieran que el escenario que favorece al Presidente Trump no ocurriera, pero es casi nada lo que el mundo pueda hacer para impedir ese escenario.

Si es que ocurre que gane Trump después de terminar con el litigio que seguramente tratarán de hacer valer los del Partido Demócrata en contra de los detalles del triunfo trumpista, habrá otras implicaciones para los mexicanos residentes en Estados Unidos y para los mexicanos de México. Para los primeros, el triunfo de Trump traerá perspectivas altamente ominosas. Su control político sobre la nueva composición de la Suprema Corte de Justicia  hace muy probable que esta decida en contra del programa DACA y en contra de todos inmigrantes llamados “dreamers”. Los de DACA, cuyo número supera los 800 mil, volverán a ser susceptibles de expulsión de regreso a México. El resto de los indocumentados quedarán sujetos al recrudecimiento de las decisiones anti-inmigrantes que continuamente los ponen en peligro de arrestos y expulsión; como el prácticamente inexistente derecho de asilo recientemente recortado por decreto presidencial o, las expulsiones de menores también recrudecidas recientemente. Los mexicanos de este lado verán nuevamente reducidas a su mínima expresión la expedición de visas de turistas y aún más de las llamadas “tarjetas verdes” o, de las variantes de H2. Los mexicanos que saldrán ganando con el triunfo de Trump son todos aquellos que se verán beneficiados por el nuevo T-MEC que sustituyó al NAFTA pues, este incluirá  el crecimiento de los empleos mejor pagados; sobre todo en la frontera norte y en las regiones donde hay recepción de turistas, y donde hay exportaciones derivadas tanto de la producción de automóviles y partes, como de otras exportaciones importantes como la de aguacates, café, ganado, etc. Curiosamente, a corto plazo, el Presidente López Obrador podrá verse redituado por su diplomacia de acercamiento al Presidente Trump, contrario a quienes lo criticaron por su visita a Washington y su celebración del T-MEC en Tijuana. Más especulativo podría ser que el triunfo de Trump favoreciera las probabilidades de que el Canciller Ebrard sea el sucesor del actual Presidente de la República.

A los que observamos los flujos migratorios nos llaman la atención el crecimiento significativo de las remesas que envían a México los paisanos nuestros que residen allá, contrario al crecimiento del desempleo provocado en Estados Unidos por el Covid 19. Podría pensarse que el desempleo provocado por la pandemia haya afectado significativamente a los inmigrantes mexicanos y que ello hubiera hecho disminuir el volumen de las remesas pero no ha sido así. De acuerdo con los datos más recientes del Banco de México. Estos sugieren la hipótesis de que los inmigrantes más viejos no sólo no perdieron el empleo sino que están mandando más dólares de lo que acostumbraban para ayudar a los más pobres que perdieron el empleo en México. El hecho, es que los mexicanos de acá seguimos sin apreciar, mucho menos agradecer por lo que esas remesas están ayudando a la economía nacional como la fuente de origen nacional del mayor monto de divisas que recibe la economía nacional, por encima del turismo y las exportaciones de petróleo; así como la fuente principal de la salida de los pobres de México de la pobreza extrema, según datos del Colef. También, según hallazgos del Colef y del Banco de México, Tijuana es la ciudad que recibe el nivel más alto de remesas en comparación con todas las ciudades del país, lo cual merecería ser tomado en cuenta por las autoridades del municipio y del Estado de Baja California, para dejar de ser los campeones nacionales del malagradecimiento con nuestros compatriotas en Estados Unidos que nos envían los ahorros que han ganado con sus trabajos. Otro hecho insoslayable es que, paradójicamente, la reelección de Trump, por más odiosa que nos resulte a muchos incluyendo al que esto escribe, representará una bendición solo parcial, para nuestra salud, aunque en contraste con mayores niveles de vida, en una economía que hará aparecer nuevamente a Tijuana como la ciudad con el nivel promedio de salarios más alto del país. Claro que eso traerá más automóviles en circulación, mayor tráfico, me temo que mayor criminalidad, mayor drogadicción, mayor número de suicidios y mayores niveles de mortalidad por las enfermedades crónicas como la diabetes, la obesidad y la hipertensión, además del  alcoholismo, el tabaquismo.  Para todos los efectos negativos mencionados hay remedio si logramos que las autoridades tomen conciencia de esos efectos convertidos en retos de políticas públicas, inteligentes y adecuadas para primero medir y luego planear racionalmente la solución de esos retos. 

Dr. Jorge A. Bustamante

El Colegio de la Frontera Norte

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