El pasado 24 de mayo, participe en el Conversatorio: “Cruzando Fronteras y Juntando Luchas”, realizado en la Ciudad de San Francisco. El evento fue organizado por la Sección laboral de Latin American Studies Association (LASA) y el Centro Laboral de la Universidad de California en Berkeley. En el conversatorio participamos dos académicas de LASA, y una organizadora de las trabajadoras domésticas en San Francisco y un líder sindical de los trabajadores públicos en esta ciudad. En la mesa comentamos, discutimos y analizamos la situación de los trabajadores migrantes en ambos lados de la frontera. El evento se realizó en un Centro Comunitario, en un barrio de población migrante de ascendencia mexicana, debo decir que me impresionó la logística para convertir este centro comunitario en una sala de conferencia en pocos minutos, que lo mismo se puede convertir en un espacio de capacitación para la defensa de los derechos humanos y/o laborales, que en un taller para actividades culturales. Todo ello, mediante el trabajo colectivo. La visita a este espacio, me mostró lo más vivo e interesante de mi visita a San Francisco, con calles bulliciosas, llenas de negocios, restaurantes y con decenas de personas caminando, conviviendo en el impresionante Parque Dolores, a cuyo lado se encuentra la Misión de San Francisco, fundada en el siglo XVIII.
Esta visita contrastaba con lo vivido en la ciudad en los días anteriores. En donde recorrí las calles del centro de la ciudad para llegar al hotel sede de la conferencia de LASA, en mi camino, en pleno centro de la ciudad y rodeado de grandes tiendas y lujosos hoteles y restaurantes, encontré decenas de homeless y adictos, inmersos en su mundo, sin que a nadie pareciera importarle. Un sentimiento de angustia, tristeza e impotencia se apoderaron de mí, y me preguntaba: ¿cómo puede ser que un lugar tan histórico como San Francisco se haya deteriorado tanto socialmente? Vivir en un país que se considera la tierra de los sueños, y ver la pobreza social que reina entre una parte su población, resulta por demás contradictorio, pero sobre todo es una evidencia de que el principal problema de Estados Unidos no está afuera de su territorio, o con otras personas, está adentro, con esta población olvidada, mucha de ella blanca, y que parece no importarle a nadie o no existir política alguna que los ayude a su reinserción.
Regresando a la conferencia, escuché con atención a los expositores sobre los avances en torno la organización de los trabajadores para defender sus derechos laborales, en sectores tan precarios, como el trabajo del hogar, en donde se les ha formado no solo en el conocimiento de sus derechos laborales sino como organizadores. En el caso de los trabajadores gubernamentales, también hay avances, pero incertidumbre en el gobierno actual que esta afectando a los trabajadores del sector público. Ambos líderes coincidieron que un aspecto central para el avance ha sido el compromiso de los trabajadores, en distintos sectores comercio, servicios, quienes “han perdido el miedo de luchar por sus derechos”, sobre todo, reconocen que sus avances en la organización y defensa de los derechos han sido “porque somos ciudad Santuario”. Para los activistas y sindicalistas, el status de Ciudad Santuario, al igual que muchas otras ciudades, ( La lista completa de las “ciudades santuario” para migrantes en EE.UU. – LA NACION), los protegía de la incursión y persecución en su ciudad por su carácter migratorio. Además, les permitía avanzar en la recuperación de los derechos laborales, salario justo, jornada legal, que se le ha negado durante décadas, a pesar de su contribución a la economía norteamericana. De acuerdo a los analistas, estas ciudades: “reducen el estrés, así como el temor a la deportación; ayudan a evitar la separación familiar, implementan políticas solidarias hacia la comunidad migrante y, de esta forma, combaten la xenofobia, promueven la inclusión y reconocen la contribución de las personas migrantes a la economía y a la sociedad. Además, crean un mejor lugar para todas las personas, porque una cultura de hospitalidad beneficia el flujo e intercambio de nuevas ideas, capacidades, aptitudes, habilidades y relaciones”, ( ¿Qué son las ciudades santuario?). En otras palabras, incentiva el sentido de comunidad y su vinculación con el país que los acoge, no en sentido subordinado, ni de forma d asilamiento, sino como parte de la misma (con obligaciones, pero también derechos). La lucha por los derechos laborales y sociales de los migrantes tiene una historia desde las primeras décadas del siglo XX, que inició en Texas y se consolido en California, las ciudades Santuario, lo que permitieron fueron consolidarlos, legalizarlos y hacerlos visibles. En ese sentido, las respuestas, protestas, que de ellos emergen, no son de vándalos, de criminales, sino de un grupo social organizado comunitariamente en donde se entremezcla la herencia mexicana y el vivir en Estados Unidos, e identificarse como un grupo que también merece un trato igual que otros, mas allá de su calidad migratoria, porque han participado, trabajado y sostienen parte de la economía de Estados Unidos.
El fin de semana pasado con el inicio de redadas en espacios de trabajo, en las barrios, el gobierno de Estados Unidos, rompió la inviolabilidad de estos espacios, incursionó en ellos con la fuerza pública, con la represión a las manifestaciones a la oposición y la protesta de estas comunidades a través de la policía agredió a toda una parte de su misma sociedad, que lo mismo estaban en los que reprimían, que los que protestaban, hacer una distinción clara es imposible porque forman parte de una misma sociedad, como bien expresa un artículo (https://www.msn.com/es-mx/noticias/mundo/trump-est%C3%A1-atacando-comunidades-no-solo-personas-tonatiuh-guill%C3%A9n/ar-AA1GncDu), no se atacaba al invasor, al recién llegado, sino a los asentados a los que cotidianamente trabajan en los servicios y comercios en comunidades en donde viven nacidos y no nacidos en territorio estadounidense. Así pues, los ataques con policías, entrenados para el combate, la represión no soluciona una problemática, la agudizan porque se ataca a comunidades que han realizado un trabajo de autoconciencia de que son sujetos de derechos, de ahí las respuestas enardecidas que se han dado en las principales ciudades, (https://www.milenio.com/videos/internacional/ciudades-clave-eu-unen-protestas-redadas-ice). El cuestionamiento de los manifestantes, y de sus aliados, es ¿Por qué se tiene que aprehender y deportar a quiénes contribuyen con su trabajo y habilidades a la economía del país, en lugar de buscar medidas civiles para solucionar la problemática? Lo he dicho en otras ocasiones, nunca el ejército en las calles será la solución de problemáticas sociales.
Por otra parte, con el incremento de policías en las ciudades, con las redadas, el gobierno de EU, lesiona su propia economía e imparte justicia de manera desigual: persigue, apresa y deporta como criminales y delincuentes, a los trabajadores de talleres de costura, de servicios y comercios pertenecientes a grandes cadenas de servicios trasnacionales, de la construcción, manejada por poderosas inmobiliarias, sin embargo, ¿porque no se sanciona a muchos de estos patrones que se beneficiaban del trabajo de estos “indocumentados”?, ¿Por qué no se les sanciona el no haber apoyado a estos trabadores a legalizar su situación migratoria?. Muchas preguntas que deben ser contestadas.
Finalmente, con el escalamiento de la violencia hacia los migrantes, Estados Unidos fragmenta más a su sociedad, de por si ya fragmentada entre Demócratas y Republicanos, y acentúa el odio y la xenofobia hacia el otro, en lugar de zanjar diferencias para el consenso y la cohesión social. Contrariamente, han sido esas manifestaciones donde se ha podido observado una presencia mayoritaria mexicana pero también de aliados multirraciales que los apoyan, porque se identifiquen, pues recordemos que, en Estados Unidos, exceptuando a los sobrevivientes de los pueblos originarios, todos son migrantes.
Cirila Quintero Ramírez
El Colegio de la Frontera Norte, Unidad Matamoros.
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