Más allá del “violentómetro”: Acoso y hostigamiento laboral contra las mujeres

Regresar a Columnas de opinión

Opinión de Rosa Isabel Medina Parra Investigadora de El Colegio de la Frontera Norte

miércoles 2 de marzo de 2022

La violencia tiene distintos orígenes, características, formas y expresiones, y dada su magnitud se ha convertido en un problema social y de salud pública de alcance mundial. Si bien ésta la padecen tanto hombres como mujeres, estas últimas enfrentan mayor vulnerabilidad por mantener una situación de poder inferior, ya que de acuerdo a la OMS, una de cada tres mujeres ha sufrido violencia.

La violencia ejercida contra las mujeres y niñas es una violación a sus derechos humanos, una ofensa contra la dignidad humana y una manifestación retrógrada que reproduce relaciones de poder desigual entre hombres y mujeres. El Artículo 1 de la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer afirma que ésta constituye “todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para las mujeres –y niñas–, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada”.

De entre las manifestaciones de violencia comúnmente experimentadas por las mujeres están el acoso y el hostigamiento laboral. El acoso laboral se manifiesta a partir de todas aquellas conductas o agresiones intencionales y reiteradas que generen molestia o incomodidad en quien las recibe, que afecten o produzcan maltrato o humillación, o que amenacen o perjudiquen su situación laboral o sus oportunidades en el empleo. Es importante aclarar que se denominará acoso cuando lo anterior lo realicen compañeras/os o subordinadas/os, pero se considerará hostigamiento cuando quien lo realice sea una persona con un puesto superior o bien el propio empleador.

Investigaciones sobre el tema afirman que el acoso y el hostigamiento laboral contra las mujeres buscan la destrucción progresiva de su vida laboral, y con frecuencia les ocasiona una baja temporal por estrés, periodo en el cual se difunden rumores sobre la víctima, la empresa puede rescindir su contrato, o negarse a pagar su salario, pueden mentir sobre su salida de la empresa y generarle una imagen negativa que reduce sus oportunidades de empleo, sin contar con las afectaciones psicológicas, emocionales y de autoestima, concibiendo expectativas negativas sobre su rendimiento y desempeño laboral, considerándose a sí mismas incapaces de trabajar.

Entre los esfuerzos internacionales orientados a eliminar la violencia y el acoso en los espacios laborales, se encuentra el Convenio C-190, emitido en 2019 por la Organización Internacional del Trabajo, reconociendo que dicho fenómeno es un problema de salud mundial que afecta las relaciones laborales, la ejecución del trabajo y produce daño psicológico en las víctimas.

México ha entendido la urgencia de atender esta problemática, emitiendo leyes, normas y programas, orientados a regular las relaciones humanas en ambientes libres de violencia, destacando la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, la Reforma Laboral que exige a las empresas a tener un protocolo de actuación ante dichas conductas, y la Norma 035 que contempla los riesgos de la exposición a actos de violencia laboral.

El “violentómetro”, desarrollado en 2009 por el Instituto Politécnico Nacional, es una herramienta muy útil para detectar la violencia que experimentan las mujeres en las relaciones de pareja; así, la Secretaría de Salud y el mismo Instituto lo tomaron como base para diseñar el “violentómetro laboral”, buscando facilitar la identificación de las manifestaciones de violencia en ese ámbito, que con frecuencia se desconocen o se normalizan. Estos instrumentos representan la escala de violencia con una gama de color incremental y asignan valor a dichas manifestaciones, donde 1 es para la más sutil y 30 es las más radical.

No obstante los esfuerzos realizados, éstos son insuficientes, y un ejemplo de esto son los estudios desarrollados en el ámbito de la industria maquiladora, donde el 80% de las trabajadoras manifestó haber experimentado violencia psicológica, ejercida principalmente por sus jefes o supervisores inmediatos; o bien, las cifras que arroja la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) 2021, reflejando que durante los tres primeros meses de ese año, 26 mil 380 personas abandonaron su trabajo por situaciones de acoso, destacando que de esta cifra, el 64% son mujeres.

Identificar y reconocer el acoso y hostigamiento laboral contra las mujeres, es un avance importante, pero su erradicación requiere de análisis puntuales a partir de instrumentos de medición validados y confiables, además de la integración de herramientas estadísticas que incluso permitan no solo identificar las causas, sino que faciliten generar propuestas de solución que garanticen el respeto al derecho de las mujeres, a vivir una vida libre de violencia, ya que esta va más allá del “violentómetro”.

Dra. Rosa Isabel Medina Parra

El Colegio de la Frontera Norte