Marca Propia. Tijuana: Cross-border businesses and entrepreneurs III

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Opinión de Araceli Almaraz Alvarado Investigadora de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 9 de mayo de 2019

Tijuana:

más allá de casinos y carreras de caballos

El tejido productivo y empresarial que se forjó en las primeras décadas del siglo XX es mucho más rico y complejo de lo que muchos aficionados a la historia creen. Los registros de actas constitutivas, actas notariales, artículos especializados de historiadores e historiadoras y tesis de historia, nos muestran elementos que debemos rediscutir por su trascendencia e incluso vigencia, y porque nos permiten ampliar la imagen de una Tijuana que por momentos se acota a los casinos y las carreras de caballos.

Una de las dinámicas más claras en nuestra región tiene que ver con la anticipada integración entre San Ysidro, Coronado, Calexico, San Diego y Los Angeles con Ensenada, Mexicali, Tijuana y Tecate desde la última década del siglo XIX en actividades turísticas, exploración y explotación minera y el comercio en todas sus formas. Estas actividades al tomar forma en Tijuana durante las primeras décadas del siglo XX, se ampliaron e intensificaron, imponiendo interacciones comerciales muy densas entre hombres de negocios del sur de California y Baja California.

¿Qué nos permite afirmar con toda certeza que así fue?: el registro de negocios. Por un lado observamos la gran importancia de las actividades agrícolas y agroindustriales a partir del cultivo, despepite y empaque de algodón (que a su vez exigió de la más avanzada infraestructura), el cultivo de cebada y la producción de malta, la elaboración de cervezas y alcoholes, la elaboración de aceites, el cultivo de vid, frutas y hortalizas, pesca, y más tarde el cultivo de trigo que devino en la elaboración de harinas y pastas. Por otro lado, se observa el acompañamiento de negocios enfocados en la compra y venta de propiedades, el establecimiento de hoteles y restaurantes, el establecimiento de radiodifusoras y una telefónica (en el caso de Tijuana), la habilitación de casas de inversiones, casas comerciales cada vez más grandes, el establecimiento de sociedades bancarías, de generadoras de electricidad, minería, irrigación, y por supuesto la explotación de casinos, bares, establecimientos de recreación y cabarets, y cuatro hipódromos registrados formalmente entre 1916 y 1938. Como veremos en la parte final de este artículo de Marca Propia, 1916 fue el año de arranque de los hipódromos en Tijuana con James W. Coffroth.

 

La agroindustria como base del desarrollo regional

Comúnmente se asocia el desarrollo de las regiones a los procesos de industrialización y con menor frecuencia al desarrollo agrícola y la transformación de cultivos. Para los poblados de Baja California la evidencia es muy clara. La base agrícola fue también la base sustancial del crecimiento y el desarrollo productivo, misma que se complementó con las actividades comerciales y de servicios. Una actividad de la que poco se habla para el caso de Tijuana-Tecate es del cultivo de cebada y elaboración de malta, así como de la producción de aceites vegetales y los efectos positivos que localmente se produjeron, ello sin contar que también Tecate abasteció de cebada a entidades como Veracruz y Yucatán.[1]

Estas actividades tuvieron un grupo fuerte en la localidad encabezado por varios estadounidenses y por Aldrete Palacio en el caso de los mexicanos. Aldrete Palacio inició  actividades en los negocios a los 24 años. Sus primeras participaciones accionarias fueron en la Compañía de Tranvías y en el Hipódromo de Tijuana. Trece años más tarde Aldrete decidiría incursionar en la elaboración de malta a través de la Compañía Mexicana de Malta de la que también fueron socios su hermano Enrique, así como dos importantes hombres de negocios en la región, Edward Paul Baker y Herbert Louis Jaffe. Por las mismas fechas del siguiente año, Antonio Murúa Martínez (ex-secretario Abelardo L. Rodríguez) y Alberto, formaron la Aldrete y Compañía como una sociedad en nombre colectivo cuyo objeto social fue la habilitación de un molino de harina. Para 1934 Alberto Aldrete se asoció directamente con el General Abelardo L. Rodríguez y con Alfonso B. Valencia para establecer una empresa que se dedicaría a la exploración de minas. Cinco años más tarde (1939), continuó la organización de negocios. Al lado de uno de sus hermanos y el hijo mayor, así como dos socios más (José Amador y Manuel Antillón) Alberto constituyó Aceites Vegetales de Tecate, S. A. Un año más tarde continuó el interés en el procesamiento de alimentos con la Sociedad de Responsabilidad Limitada de nombre Alberto V. Aldrete e hijos. Esta empresa además de dar continuidad a la agroindustria de los alimentos significó el inicio de la transición generacional en los negocios familiares.

Pero sin duda el negocio más significativo para la familia Aldrete y para la región fue la Cervecería Tecate, cuya constitución fue registrada el 30 de noviembre de 1943. Este negocio se convertiría en un hito de la agroindustria bajacaliforniana similar al desarrollo algodonero o el vitivinícola, de los cuales nos ocuparemos en otros segmentos de Marca Propia. Si observamos la trayectoria de Aldrete nos da cuenta de los grupos empresariales que dieron forma a la red agroindustrial tan solo de Tijuana e incluyeron principalmente a mexicanos y estadounidenses, aunque sin descartar a españoles, italianos y chinos.

Las empresas dedicadas a la exploración y explotación minera con registro en Tijuana

No fueron pocas las sociedades que se constituyeron para explorar y explotar minas en Tijuana y el resto del territorio de la Baja California Norte. El 17% de los 406 registros entre 1916 y 1943 corresponde a estas actividades. Algunas de ellas con objetivos muy específicos sobre el material a explotar: Compañía Mexicana de Magnesita, Monte del Plomo, Compañía Mexicana de Manganeso, Compañía Ferro Acero Mexicana, Minas de Oro Avelina Consolidadas, Compañía Petrolera del Norte de la Baja California, San Fernando Cia. Mexicana del Cobre, Río Tamesí Petroleum Company, Compañía Minera Azufrera León Grande de la Baja California, Compañía Minera Monte de Oro.

En este importante rubro productivo, la red empresarial fue muy heterogénea. Al igual que hubo inversionistas estadounidenses, los hubo de origen español, argentino, mexicano, otros eran originarios de Inglaterra, Italia, Suecia, Suiza y Japón. Si bien el promedio de inversión fue de 50,000 pesos, hubo sociedades que llegaron a invertir hasta 200, 000 pesos. El tejido empresarial incluía a Luis G. Cacho, Rubén S. Barbachano a quien dedicaremos segmentos específicos de Marca Propia, La familia nuclear y extendida Riveroll, Henry Crane, Enrique B. Cota, Carlos Apablasa, Arthur Mc Evoy, y Mariano Escobedo, Mauricio Roud, los hermanos Machado, integrantes de la familia Aldrete, Abelardo L. Rodríguez. Alfonso García González, Silverio I. Romero, Miguel Calette, John Salvatore Alessio Massa y Alfonso Fernández Aponte, entre otros. Como se aprecia algunos de estos nombres aparecen también en la agroindustria Tijuanense, lo que es indicador de la diversificación productiva desde las primeras décadas por parte de los grupos más consolidados.

Cuatro hipódromos una red y diferentes efectos regionales

Tras verse imposibilitado para operar con el nombre de Lower California Jockey Club en Tijuana, James Wood Coffroth (1872-1943), decidió constituir el Hipódromo de Agua Caliente en 1916 teniendo como socio al agente aduanal estadounidense L. M. Hutchinson,[2] socio de Marvin Allen, Frank B. Bayer, Tomás Ojeda y por consiguiente vinculado a la red de Carl Withington. El segundo socio fue Alberto V. Aldrete de quien ya hemos presentado una visión general de su trayectoria de negocios en Tijuana. En tercer lugar apareció como accionista Carlos E. Bernstein Riveroll quien lo hacía en representación de la Lower California Jockey Club registrada en Nevada por Coffroth y estaba vinculado junto con sus hermanos a sociedades de Ensenada y Tijuana. La empresa una vez formada en México, acordó la cesión de derechos para operar el hipódromo a favor de la Lower California Jockey Club cuyo presidente era el propio James Coffroth y donde el cargo de apoderado lo tenía Carlos E. Bernstein. Como se aprecia, la red de relaciones empresariales era totalmente transfronteriza. Esta sociedad fue la que menos peso de capital inicial tuvo en comparación con el resto de las compañías que promovieron carreras de caballos en Tijuana. Lo que muestra la una idea específica de usufructuar exclusivamente con las apuestas.

El Agua Caliente Jockey Club, se constituyó formalmente en 1929. Los socios fueron Wirt G. Bowman de 55 años, capitalista y hombre de negocios, originario de West Point Mississippi, con domicilio en Tijuana por razón de negocios; James N. Croffton de 33 años, capitalista y hombre de negocios, originario de Centerville Washington, con domicilio en Tijuana por razón de negocios, Francisco Ahumada de 30 años, empleado particular, originario de Soyopa, Sonora, con domicilio en Tijuana por razón de negocios, y Miguel J. López de 45 años, empleado particular, originario de Hermosillo, Sonora, con domicilio en Tijuana por razón de negocios. Sin duda esta fue la mayor inversión ligada a las carreras de Caballos, pero no la única que realizó Wirt Bowman en Tijuana. Los Terrenos de Abelardo L. Rodríguez sirvieron para este fin y otros como la siembra de hortalizas. La inversión inicial fue de 2,000,000 teniendo como accionistas a todo el equipo ya que ninguno invirtió menos de 100,000 pesos. También hay que señalar que para entonces este fue el proyecto más ambicioso de la época por los alcances de actividades más allá de las carreras de caballos a diferencia de la inversión de Coffroth.

Hacia 1937 se constituyó el Agua Caliente Turf Club por un grupo diferente. La red de socios estuvo integrada por Luis Grandi, quien era comerciante, mexicano por naturalización, de 54 años y vecino de Ensenada, el Lic. Leopoldo Uribe Valdez, mexicano de 34 años, Alfonso Fernández Aponte agente de negocios, mexicano, de 34 años, Ricardo Salazar mexicano, contador, de 39 años, vecino de Tijuana y Francisco Batista, mexicano, de 23 años, que se desempeñaba como empleado particular. Este grupo si vinculó a miembros de otras redes tijuanenses ya que todos los accionistas participaron en al menos la constitución de otra empresa local. La inversión inicial ascendió a un 1,800,000 pesos y fue la segunda mayor apuesta al inicio de éste hipódromo.

Finalmente el cuarto hipódromo lo habilitó la Baja California Jockey Club, organizada por un grupo de Ensenada integrado por Enrique D. Juvera un comerciante de 38 años, José G. Almada, mexicano, y empleado particular de 22 años, Andrés Almada, mexicano, comerciante de 24 años, César Gándara, de 24 años y Raúl R. Gándara, mexicano de 25 años. En este caso la inversión fue de 904,000 pesos. Los miembros no pertenecieron a la intrincada red empresarial de Tijuana, o al menos eso no indican las actas registradas.

Como podemos apreciar las primeras alianzas mercantiles de Tijuana en el siglo XX se constituyen no solo entre mexicanos y entre estadounidenses, sino que forman desde entonces una red densa que traspasa y unifica las dos fronteras configurando un entramado transfronterizo característico aún de nuestros días. En el siguiente segmento hablaremos del resto de los grandes negocios dedicados a la recreación tales como bares, restaurantes y hoteles. Analizaremos a su vez las redes que se establecieron con otros grupos locales y mantendremos la importancia de la relación binacional a partir de las evidencias halladas.

[1] Héctor Mejorado De La Torre (2014) “Alberto V. Aldrete. Trayectoria empresarial y sus vínculos con la elite política (1914 – 1948)” Tesis para obtener el grado de maestro en histo5ria, por la UABC Instituto de investigaciones Históricas.

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[2] Hutchinson además de los negocios en Tijuana tenía actividad empresarial en Mexicali.

 

Dra. Araceli Almaraz Alvarado

El Colegio de la Frontera Norte