Manuel Ceballos y su aportación a la historia del Noreste

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Opinión de Cirila Quintero Ramírez Investigadora de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 12 de mayo de 2022

In memoriam  Dr. Manuel Ceballos (1947-2022)

Conocí al Dr. Manuel Ceballos en el año 1991, recién ingresada a El Colegio de la Frontera Norte (El Colef).  El Dr. Ceballos estaba adscrito a la Sede de Nuevo Laredo, junto con Monterrey formábamos parte de las Sedes del Noreste de El Colef, años después, se abriría la sede de Piedras Negras. Durante los años noventa, las sedes del noreste guardamos una comunicación estrecha dado la cercanía geográfica que teníamos, realizamos eventos, diplomados, etc, en la que nos involucrábamos la mayor parte de investigadores de la región. El noreste, entendido por Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, era otra realidad, en comparación a la de ahora, podíamos desplazarnos sin temor de Matamoros a Piedras por la Ribereña o de Monterrey a la frontera sin temor a sufrir un percance violento. Durante este tiempo se conformó entre los investigadores e investigadoras del noreste lazos de amistad que aún perduran, por tal motivo, la muerte del Dr. Manuel Ceballos, acaecida el pasado 10 de mayo en Nuevo Laredo, resultó una pérdida irreparable y emocional fuerte entre la comunidad académica del Noreste. Nuevo Laredo. El Dr. Ceballos junto con el Dr. Eduardo Alarcón, y sus familias, fueron no pocas veces nuestros anfitriones en la localidad. Ellos con su arraigo regional conseguían espacios y apoyos para los eventos que El Colef organizaba en la ciudad. Nuestro agradecimiento por este apoyo. Desafortunadamente, por cuestiones presupuestales y distintos reacomodos del personal académico y técnico, la Sede de Nuevo Laredo fue reduciéndose en número hasta ser cerrada en el año 2018, un año antes el Dr. Ceballos, después de 30 años de servicios, se había jubilado.

Al Dr. Ceballos y a mí nos unía la formación de historiadores. Sin embargo, decía el Dr. Ceballos, que yo “había extraviado el camino” al seguir por el campo de la sociología.  Manteníamos una discusión amigable en torno a las ventajas de cada disciplina, para el Dr. Ceballos, la historia constituía con sus fuentes primarias una reconstrucción de la realidad más fidedigna y confiable, yo argumentaba que la sociología daba el contexto espacial y estructural que permitía cohesionar eventos aparentemente inconexos que conducía a la formación de procesos sociales en donde se observaban rupturas y cambios. Otro aspecto que nos vinculaba era el convencimiento de la relevancia de lo local y regional en una época de globalización. En eso el Dr. Ceballos, me llevaba mucha ventaja, en él se conjuntaba la formación académica rígida y el arraigo regional. Su meticuloso trabajo con los archivos, le permitió sustentar con documentos lo que hoy forma parte del mito fundacional de Nuevo Laredo: el traslado de sus muertos, por parte de los neolaredenses, a territorio mexicano cuando México perdió parte de su territorio en 1848. Su formación en el Seminario y El Colegio de México, lo convirtió en una autoridad en la temática de la Iglesia en el norte de México, poco conocen la aportación del Dr. Ceballos en cuanto a lo político detrás de las imágenes religiosas. De los regionalismos que se esconde detrás de cada imagen, mediante sus estudios, el Dr. Le dio a la Iglesia un papel activo, y algunas veces subversivo, y no como mero observador de la realidad social. Una veta analítica poco estudiada. 

Descendiente de varias generaciones norteñas, conocía no solo la historia heráldica de Nuevo Laredo sino de distintas partes del noreste mexicano, lo mismo ser refería a familias de Tamaulipas, que de Nuevo León o Coahuila, como buen fronterizo para él, la historia no se limitaba a los tres estados del noreste mexicano, ni tenía fronteras, sino que se extendía hasta Texas, señalaba los lazos familiares que existían no solo entre los dos Laredos, sino que se extendía hasta San Antonio o Houston Texas. Me daba la impresión de que veía al noreste como una gran familia dispersa, en donde al final siempre se encontraba algún pariente que se conocía. Fue también un guardián de los documentos de la historia local y regional. De manera paciente y didáctica formó a profesionales jóvenes para que cuidaran la documentación histórica. Nuevo Laredo, le debe al Dr. Ceballos parte de la preservación de su acervo histórico documental.

 El Dr. Ceballos tenía el deseo de que este pasado histórico que caracterizaba al noreste, se estudiara y se diera a conocer, sin embargo, la tarea no era fácil, las Ciencias Sociales, y particularmente la formación histórica no eran carreras populares en esta región. La formación profesional de los norestenses estaba más vinculada con carreras ingenieriles, comerciales o industriales. El Dr. Ceballos tuvo que conformarse con que algunos fuereños, como quien escribe, nos avecindáramos en el noreste para dar a conocer esta historia tan rica y compleja de algunas localidades del Noreste de México. En una entrevista reciente, señalaba que algunos jóvenes de la región ya habían salido a estudiar historia, pero que no siempre regresaban. Sin embargo, veía con esperanza que otros tantos jóvenes historiadores estaban haciendo estudios por demás interesantes en la región. Dos de ellos, sus hijos, quienes abrazaron también el gusto por la historia, han incursionado en  temas por demás novedosos, como sería el estudio de la participación de las mujeres en la vida social y política en esta región, realizada por su hija Ana Laura Ceballos, están haciendo aportaciones importantes a la reconstrucción histórica de esta región. Ellos y otros historiadores ya formados, que fueron alumnos del Dr. Ceballos en la Universidad de Nuevo León, en la Universidad de Tamaulipas, así como aquellos colegas que interaccionamos con él en trabajos colectivos, y en reuniones académicas de corte histórico, reconocemos en el Dr. Manuel Ceballos Ramírez, a uno de los historiadores más relevantes no solo del noreste sino del norte de México. Descanse en paz.

Dra. Cirila Quintero Ramírez

El Colegio de la Frontera Norte