Manifestaciones sobre la cultura del agua en Nuevo Laredo

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Opinión de Jesús Frausto Ortega Profesor-Investigador del Colegio de la Frontera Norte de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 8 de agosto de 2013

Este trabajo trata sobre la cultura del agua en el contexto de Nuevo Laredo, Tamaulipas. En específico se da cuenta de aquellas manifestaciones que contribuyen a ello, concluyendo con observaciones generales sobre esos hechos. Esto con el propósito de hacer un ejercicio introductorio sobre las acciones cuyo objetivo es concientizar e incidir en la población para hacer mejores usos del recurso. En estos términos se centran algunos de los elementos que definen a la cultura del agua. A esta definición nos ajustamos en este documento.

Dos ideas en la discusión de la cultura del agua pueden señalarse: a) opiniones sobre la falta de esa cultura en la población que deriva en usos irracionales del líquido o en problemas de su contaminación; b) observaciones sobre la existencia hoy en día de una mayor conciencia de la población sobre el cuidado ambiental y como tal el del recurso hídrico, ante un contexto de su escasez, su agotamiento y contaminación. Este escenario se ha venido construyendo por los menos desde los años setenta con la Declaración de Estocolmo de 1972 y después con la De Río de 1992, que en términos generales proponen mecanismos para que las naciones y las poblaciones adopten una relación más sustentable con los recursos naturales y ambientales, a través de los cuales los beneficios sean tanto para las generaciones presentes como para las futuras.

Las reflexiones hechas sobre las manifestaciones de cultura del agua para el caso de Nuevo Laredo, se ajustan al segundo escenario. Esto es, en las acciones y/o políticas que buscan mejores relaciones de la población con los usos del agua en esta ciudad. Esta población se asienta en la frontera norte de México, limitando internacionalmente con Estados Unidos a través de su vecindad con Laredo, Texas. Ambas ciudades son divididas por el río Bravo.

El río Bravo suministra el agua tanto a las poblaciones mexicanas como a las estadunidenses que se asientan en esta región. Las actividades económicas y sociales de la zona compiten cada vez más por el uso de su recurso hídrico, derivando en una mayor demanda y presión por el líquido del río para sustentar esas actividades. Además, es un territorio en donde se manifiestan recurrentes sequías, impactando en la disponibilidad del agua para los diferentes usos. En estos escenarios se ubica Nuevo Laredo. Una característica importante de la ciudad es que el agua para el abasto de la población proviene únicamente de esa fuente. Aunado a ello, en la localidad su manejo presenta problemas importantes como situaciones de su desperdicio o mal uso. En parte porque todavía hoy del agua producida para la ciudad entre el 40 y el 50 por ciento de ella no se contabiliza. Además, porque aún no se cuenta con una cobertura total en su medición domiciliaria. Estas situaciones complican su manejo. En ese escenario, la cultura del agua cobra importancia como indicador de las acciones propuestas a la sociedad para hacer mejores usos del agua.

Día del Río Bravo
En octubre de cada año desde 1995, el Centro Internacional del Río Bravo (CIER) lleva a cabo la celebración del Día del Río, evento que convoca a la población local y a instituciones del gobierno municipal y de educación locales para hacer labores de limpieza de ciertas áreas de las márgenes del río con la finalidad de hacer conciencia en la ciudadanía de la conservación y cuidado ambiental de las aguas del afluente. Se involucran a niños y jóvenes estudiantes de los diversos niveles educativos; grupos voluntarios de la sociedad civil; profesionistas y académicos de las diversas instituciones. Además de las labores de limpieza, se organizan charlas y conferencias en distintas instituciones educativas con temas alusivos a la cultura y calidad del agua. En otras ocasiones se han celebrado justas deportivas –como competencias en Kayak en las aguas del río- y concursos –de poesía y cuento- concernientes a la conmemoración en las escuelas de nivel primario. De la misma manera, se hace partícipe a los medios de comunicación locales que difunden y dan cobertura del evento.

Programa de Cultura del Agua
La Comisión Municipal de Agua Potable y Alcantarillado de Nuevo Laredo (COMAPA), organismo gubernamental municipal que gestiona y maneja el agua en la localidad, implementa desde 1988 el Programa de Cultura del Agua (PCA). Éste tiene por objetivo hacer conciencia en la población sobre el uso racional del agua y no contaminarla. Esta labor está dirigida principalmente a los niños y jóvenes estudiantes de los diversos niveles de enseñanza: primara, secundaria, media y superior. Para ello, COMAPA organiza visitas guiadas a las plantas potabilizadoras y residuales para las dependencias educativas que las gestionan. También establece charlas o conferencias sobre cultura del agua en esas escuelas; implementa programas en esas instituciones con diversas acciones sobre el cuidado y ahorro del líquido involucrando a los estudiantes y sus profesores o a los padres de familia de los alumnos: reparación de fugas en las escuelas, vigilancia del uso del líquido, entre otras medidas. Como parte del Programa, la dependencia también lleva a cabo tareas alusivas a la temática en fechas conmemorativas como el Día Mundial del Agua y Día del Río, entre otras labores. Otra herramienta que contribuye en la difusión de información sobre la materia es la página web de COMAPA, la cual tiene ciertas ligas con acciones de cultura del agua.

Otras actividades
En nuestra experiencia en la localidad, no hemos identificado otras acciones con el objetivo principal del cuidado del recurso hídrico. Algunas dependencias municipales implementan ciertas acciones relacionadas. Por ejemplo, la Dirección de Medio Ambiente y Cambio Climático realiza ciertas tareas como parte de sus programas ambientales y principalmente ante eventos específicos –como la amenaza de una tormenta- o a raíz de denuncias ciudadanas: es el caso de la limpieza de arroyos. Otros proyectos ambientales que la dependencia desarrolla en la ciudad, tienen impactos secundarios en el recurso hídrico. Programas como el de recolección de residuos electrónicos y el de disposición de llantas usadas, cuyas acciones evitan que ese tipo de desechos lleguen a lugares no apropiados y se conviertan en focos de contaminación para los recursos hídricos. Sin embargo, cada uno de esos proyectos tiene sus propias problemáticas, alcances y limitaciones, hechos que no discutimos en esta colaboración. A manera de ejemplo de problemas con los residuos, es que hoy todavía se disponen en forma inadecuada residuos como los referidos en basureros clandestinos o incluso en la vía pública. Las autoridades locales reconocen dichas problemáticas.

Los eventos reseñados han incidido de alguna manera para que la población de Nuevo Laredo tenga referentes sobre la cultura del agua y obtenga una mayor conciencia de hacer un uso racional y ambiental del agua. Sin embargo, es importante contar con información del impacto que tienen esas acciones en la sociedad para conocer más sobre dicha cultura en esta localidad. Principalmente de los proyectos gubernamentales diseñados para ese propósito, como el Programa de Cultura del Agua. Al no contar con datos de sus impactos en la población, limitamos nuestro conocimiento sobre su incidencia en ella para hacer usos ambientales del recurso hídrico. Proyectos como este contribuyen a generar una mayor conciencia en torno al cuidado del agua, pero ello no necesariamente nos dice cómo en la práctica y en qué medida se están cambiando las actitudes insustentables de la sociedad en torno al recurso hídrico. Incluso, no tenemos respuesta de esas preguntas para la población atendida por ese tipo de proyectos.

Por otra parte, la cultura del agua compete tanto a autoridades como a la población. En ese sentido, acciones de un manejo deficiente del agua abastecida a la ciudadanía, como las comentadas anteriormente, no alientan a la población sobre la solicitud que se le hace para cuidar el recurso a través del programa de Cultura del Agua. Más bien, se tratan de acciones inhibitorias. Por una parte, se solicitan prácticas de ahorro del agua por parte de la población; por otra, las condiciones de manejo del recurso se hace en un contexto de ineficiencia, contribuyendo con ello precisamente al desperdicio del líquido: fugas, falta de medición del recurso, entre otras. Además, como se señalaba, el Programa se circunscribe principalmente a la población estudiantil: a los niños y jóvenes de las diferentes escuelas locales, reduciendo su impacto a ese tipo de grupos sociales. Es cierto, son grupos muy importantes con quienes se debe continuar con una política que busque el cambio hacia actitudes pro-ambientales. La labor de concientización sobre un mejor medio ambiente y de búsqueda de acciones que incidan en mejores prácticas de usos del agua en niños y jóvenes debe readecuarse constantemente. Extenderse a toda la sociedad. De esa manera, se contribuye a lograr un mejor entorno para la convivencia de los neolaredenses. Ello es responsabilidad tanto de la población como del gobierno.