Opinión de Víctor Alejandro Espinoza Valle Investigador del Departamento de Estudios de Administración Pública de El Colegio de la Frontera Norte de El Colegio de la Frontera Norte

miércoles 9 de mayo de 2012

El del pasado domingo 6 de mayo, fue el sexto debate presidencial en la historia política de México; el primero tuvo lugar en 1994, dos más durante el proceso electoral de 2000 y otro par en 2006. Pocos realmente, dada la trascendencia que revisten en toda democracia consolidada.

Debatir no parece formar parte de la cultura política nacional; ignoro si se debe a que es un ejercicio relativamente nuevo. Pero no estamos acostumbrados a que los candidatos presenten sus propuestas y los adversarios cuestionen sus planteamientos; ante la falta de ideas, rápidamente se cae en la descalificación, la difamación, cuando no la burla. Lo que se recuerda de los debates presidenciales son actitudes, frases, ocurrencias; nunca planteamientos o críticas inteligentes y bien fundamentadas. El formato plano, rígido, que los partidos políticos han decidido, en nada contribuye al desarrollo de ideas. Son como la continuación de los spots, de las frases memorizadas, trilladas.

Por eso la nota proviene del ingrediente extra: del golpe certero, aunque sea mentira, la frase descalificadora o la posibilidad de que alguno cometa un error. En esta ocasión, lo inesperado provino de las curvas de la ya famosa edecán,  Julia Orayen, que atrajo las miradas de miles y que seguramente inspiró al candidato del Partido Nueva Alianza, Gabriel Quadri, para lograr lo impensable: que varios sondeos lo dieran por el ganador del debate. Julia Orayen se convirtió en la musa del profesor Quadri, quien declaró: “Nunca había estado con una playmate”.

La edecán fue una de las ganadoras del debate; no obtendrá un cargo de representación, pero las ofertas de trabajo llegarán. 24 segundos “a cuadro”, siete de los cuales fueron de frente, le bastaron para que se convirtiera en la chica “Chiquiti bum” del debate presidencial. Ahora hay quien pide perdón por su aparición en ese vestido blanco, pero es parte de una absurda solemnidad que nos cargamos y de lo acartonado de este tipo de eventos. ¿Realmente creen que influyó en los resultados del debate? ¿Fue una estrategia maquiavélica? Pamplinas: le dio una refrescada al sofoco que provoca el formato y los soliloquios.

El segundo ganador fue sin duda el presidente Felipe Calderón (FC). Salió airoso por  omisión: nadie lo mencionó. Como si ya no existiera, nadie lo tocó ni con el pétalo de una rosa.  Considero que se debe a que se identificó a Enrique Peña Nieto (EPN) como el presidente en turno. Es tal la ventaja que algunas encuestas reflejan, que Josefina Vázquez Mota (JVM) y Andrés Manuel López Obrador (AMLO) dejaron de lado a Calderón. Uno de los temas del debate era seguridad pública: el número de muertos por la guerra contra el crimen organizado no salió a relucir. Vaya, como AMLO va por el voto útil de los panistas decepcionados, omitió cualquier referencia al gobierno actual. Su estrategia se centró en cuestionar a los gobiernos priistas…exactamente igual que JVM, quien además asumió el papel de la “hija obediente” de Calderón. EPN enfocó sus críticas a JVM y AMLO y sólo tibiamente se refirió al gobierno actual. Mejor no le pudo haber ido a FC.

Y la otra gran triunfadora sin duda es la profesora Elba Esther Gordillo. Su catedrático, Gabriel Quadri, inspirado por su musa, fue dado por ganador en varios sondeos. Su candidato, que como Pedro, la ha negado más de tres veces, le salió simpaticón y muy didáctico; debe ser un profesor ameno. A Quadri no lo vieron ni lo escucharon los otros tres candidatos. Y por eso se olvidaron de las preguntas incómodas al maestro, que más parecía candidato a alguna mesa directiva de facultad universitaria. La profesora Gordillo debe estar muy satisfecha. Su decisión de designar a Quadri le empieza a redituar. Sin duda, tendrá garantizado conservar el registro del partido, al obtener al menos el 2 por ciento de los votos requeridos. Y llegado el momento replantear la alianza con EPN. Si ya le ha salido bien en 2000 y 2006, por qué no en 2012.