La masividad del fenómeno migratorio en México, a partir de los años ochenta y noventa, despertó cierto sentido nacionalista respecto a los extranjeros, particularmente de origen centroamericano. La sociedad mexicana construyó de a poco ciertas ideas y prejuicios respecto a este grupo de población y con el paso del tiempo esas preconcepciones negativas se han reforzado en un contexto de mayor movilidad y sucesos como las caravanas migratorias procedentes de aquella región y las olas migratorias de haitianos en 2016, cubanos en 2017 y la inmigración venezolanos recientemente.
Una de las primeras concepciones erróneas es sobre la cantidad de extranjeros residiendo en el país. Si bien sabemos que México es un país de paso rumbo a Estados Unidos, y en ese sentido es difícil estimar el número de personas que transitan por aquí, en relación a ello se asocia la masividad del tránsito con la permanencia definitiva en el país y se cree que residen acá un gran número. Los datos recientes del Censo de Población y Vivienda 2020 mostraron que sólo poco más de un millón doscientos mil (1’212,252) personas residentes en el país nacieron en el extranjero y de ellas 66% nació en Estados Unidos, lo que contradice por completo aquella idea. Es decir, menos del uno por ciento de la población es extranjera en México y, con toda seguridad, gran parte es nacida en ciudades del sur de Estados Unidos, vecinas del lado mexicano.
Así como es común escuchar, en las comunidades fronterizas mexicanas del norte, el argumento de que los migrantes devueltos o deportados por las autoridades migratorias del país vecino terminan quedándose en la frontera, también se cree que ante la mayor vigilancia en la frontera sur de Estados Unidos los migrantes de paso se quedan en México. Si bien es cierto que existe migración no autorizada en ciertas regiones del país, particularmente en la frontera sur, no se puede afirmar que todos quienes fracasan en su intento de cruzar a EU se quedan al final en México.
Lo que es verdad es el sentimiento xenofóbico y discriminatorio que persiste entre los mexicanos respecto a los migrantes extranjeros. Diversos estudios sobre estos grupos de población han documentado esas concepciones y baste recordar también los resultados de la Encuesta Nacional de Cultura Cívica del año pasado (ENCUCI-2020), la cual reflejó la poca tolerancia y respeto a las diferencias entre grupos de población o hacia culturas o prácticas sociales diversas.
La tolerancia hacia las personas inmigrantes se ubica en el mismo rango de aceptación que el respeto por las comunidades lésbico-gay o por las personas que tienen SIDA o VIH. Por ejemplo, entre 67 y75% de la población está de acuerdo con rentar una habitación a personas con estas características específicas o condicionar esa facilidad a ciertas circunstancias. Sin embargo, aún una cuarta parte de la sociedad mexicana rechaza una actitud cívica respecto a tolerar a los inmigrantes. Aceptar las diferencias con respecto a los inmigrantes sólo es mayor cuando se les compara con personas que estuvieron en la cárcel o personas que fuman mariguana.
La construcción de estereotipos sobre los inmigrantes, sobre todo para quienes tienen
Dra. Blanca Vázquez
El Colegio de la Frontera Norte