En las últimas semanas se han publicado notas en medios internacionales y redes sociales sobre las grandes ciudades en el mundo que en muy poco tiempo se pueden quedar sin agua. En los llamados Días Cero se cortará el suministro de agua de llave de las viviendas, el agua se racionará por habitante y la tendrán que recoger en tomas públicas, sólo algunas instituciones como escuelas y hospitales contarían con agua de la llave. Ciudad del Cabo, una de las ciudades más prósperas de Sudáfrica es el caso más identificado con el Día Cero; a los más de cuatro millones de habitantes de esa ciudad se les ha pedido utilizar un máximo de 50 litros de agua por día desde el mes de febrero. Esa cantidad equivale a la mitad del volumen de agua considerado como seguro para la salud por la Organización Mundial de la Salud y aproximadamente la tercera parte del consumo promedio de los habitantes del Área Metropolitana de Monterrey. El Día Cero será decretado en Ciudad del Cabo cuando el sistema de presas llegue al 13.5% de su capacidad, en esta semana se encuentra en el 25%.
Puede considerarse que el caso de ciudad del Cabo tiene sobre todo un efecto mediático y alarmista, lo que es real sin embargo es que no es el único caso de ciudades en situación crítica respecto del agua. Sao Paulo, una de las 10 ciudades más pobladas del mundo, atravesó por una situación similar a la de Ciudad del Cabo en 2015, cuando su principal depósito de agua registró niveles muy bajos. En Brasilia el 19 de marzo de este año se suspendió el racionamiento del agua que se aplicaba en la ciudad para no afectar, paradójicamente, la realización del Foro Mundial del Agua. Bangalore, en India, se encuentra también en situación crítica debido a su alto crecimiento urbano, una deficiente infraestructura y la contaminación de los lagos que la abastecen. Pekín en China, con sus más de 20 millones de habitantes sufre también de escasez de agua, se estima una dotación de tan sólo 100 metros cúbicos per cápita por año por habitante. En Ciudad de México, durante las dos primeras semanas de marzo, varias delegaciones tuvieron problemas de abastecimiento. Se prevé que el tandeo diario y semanal podría llegar a 55% de las colonias de la capital y sólo 28% recibiría un servicio constante. Un estudio publicado en enero de este año en la revista Nature Sustainability (Water competition between cities and agriculture driven by climate change and urban growth), identifica las 20 ciudades en el mundo que se pronostican con el mayor déficit de agua superficial para 2050; Monterrey aparece en el lugar 10, con un déficit cercano a los cien millones de metros cúbicos.
Los funcionarios de los organismos que proveen servicios de agua en las grandes ciudades aprovechan las crisis para demandar mayores recursos, argumentan que todo se resuelve con mayor inversión en infraestructura hídrica. Otro error común es asumir que los patrones de precipitación en el futuro serán similares a los del pasado, o al menos no cambiar demasiado rápido. En consecuencia, sólo debemos esperar que las lluvias resuelvan el problema de la falta de agua. Los ciudadanos por otro lado, asumimos que es un problema de los organismos proveedores, que deben buscar nuevas fuentes, sin subir las tarifas claro está, y no de nuestro uso excesivo de agua.
La problemática del agua es un tema serio y que cada vez se vuelve más complejo, es sumamente importante que las ciudades comiencen a trabajar en soluciones específicas para los problemas locales: la sobreexplotación y contaminación de las fuentes, las sequías persistentes, la competencia con los usos industrial y agrícola, el crecimiento excesivamente concentrado de la población urbana y el uso excesivo en las viviendas.
Dr. Ismael Aguilar Benitez
El Colegio de la Frontera Norte