Opinión de Víctor Alejandro Espinoza Valle Profesor-Investigador del Colegio de la Frontera Norte de El Colegio de la Frontera Norte

miércoles 2 de octubre de 2013

Los fenómenos naturales, como los huracanes Ingrid y Manuel que desde el pasado 13 de septiembre azotaron a la buena parte del territorio nacional, dejaron a su paso desolación y muerte, pero también evidenciaron la corrupción, el desdén gubernamental y la ausencia de ética en algunos medios y periodistas.

La mayoría de las ocasiones los muertos los ponen los marginados, los pobres de la ciudad y del campo. Muy de vez en cuando le toca a otros sectores sociales. Por años las autoridades de diferentes niveles, se han enriquecido con la adjudicación de obras públicas que no reúnen los requisitos mínimos de seguridad y que son realizadas sin ningún tipo de control. A su vez, se han otorgado permisos a constructoras voraces que levantan edificaciones en cualquier parte y que llevan a quienes no tienen recursos para adquirir otro tipo de vivienda a comprar verdaderas “pichoneras” que ceden ante los embates de la naturaleza.

Cuando se presentan meteoros como los que nos ocupan, la corrupción aflora. Los funcionarios se rasgan las vestiduras y prometen investigar a fondo y castigar a quienes permitieron edificar en zonas peligrosas y no aptas para los asentamientos. Pero también, se conocen casos como el del gobernador de Guerrero (el estado más afectado), el perredista Ángel Aguirre Rivero, quien prefirió seguir la juerga aquella madrugada del 13 de septiembre hasta las 6 de la mañana, que hacer frente a la contingencia que arrasaba con la entidad y con sus pobres. Hoy afirma que se trató de una fiesta ineludible: el colofón del festejo por el Bicentenario de la Instalación del Primer Congreso de Anáhuac en la Catedral de la Asunción, donde José María Morelos proclamó los Sentimientos de la Nación.

Las tragedias también permiten conocer el reprobable papel que juegan algunos medios de comunicación. Los monopolios de la televisión lucran con las necesidades de un pueblo empobrecido y manipulado por décadas por contenidos mediáticos deleznables. Se han convertido en la verdadera secretaría de educación, que decide que deben consumir culturalmente los mexicanos.

En un hecho inadmisible y registrado de manera casual, la conductora Laura Bozzo, juzgada por la justicia de su país -Perú- por vínculos con personajes ligados a negocios ilícitos y por corrupción para favorecer en su proyecto de reelección presidencial a Alberto Fujimori, utilizó un helicóptero propiedad del gobierno del Estado de México, para ir a montar su show en una localidad de Guerrero. Pero no se trata de cualquier programa, es parte de la basura que se quiere vender como servicio a la comunidad. El hecho fue publicado por la Revista Proceso y tratado como nota en el programa matutino de la periodista Carmen Aristegui -una de las mejores periodistas a nivel mundial-. Laura Bozzo reaccionó de manera grosera y retadora, no contra la revista, sino contra la periodista, lo que hace pensar que el incidente fue aprovechado para golpear a Aristegui quien mantiene diferencias notables con la empresa que contrata a Laura Bozzo, Televisa.

Este lamentable y reprobable montaje de Laura Bozzo, que involucra a la principal televisora de México, sirve para mostrar que en medio de la tragedia, lo más importante es lucrar con el dolor de un pueblo agobiado, devastado y harto de lo que viene sucediendo en nuestro país. En su soberbia y desmesura menospreció la capacidad e inteligencia de Carmen Aristegui. Este martes 1 de octubre, la periodista difundió datos precisos y claros de las irregularidades legales en las que incurrió Bozzo y que están tipificadas en el Código Penal del Estado de México como usurpación de funciones y utilización no autorizada de uniformes oficiales (rescatista) y que ameritan cárcel, delitos que además se persiguen de oficio. Veremos la respuesta de tan ilustre personaje y sobre todo la de su empresa que está obligada a tomar una decisión y a darle a los mexicanos una explicación. Lo mínimo es retirarla de pantalla.

La manipulación de la información, la falta de ética y el origen turbio de muchos capitales han salido a la superficie producto de las tormentas. Y luego nos sorprendemos de la reacción social y de las acciones ciudadanas desesperadas.

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