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Por Benjamin Bruce
Investigador y Catedrático de El Colef – Monterrey
Durante la última reunión de Ministros de Asuntos Exteriores de Norteamérica en enero de este año, el Gobierno de Canadá señaló nuevamente su firme intención de eliminar el requisito de visado para los ciudadanos mexicanos. En palabras de Stéphane Dion, Ministro de Asuntos Exteriores de Canadá, la visa será “eliminada, finita, kaput”.
La decisión de imponer la visa fue tomada en 2009 bajo el gobierno anterior del Primer Ministro y líder del Partido Conservador, Stephen Harper. Fue una medida unilateral, repentina e inesperada que provocó que de la noche a la mañana miles de mexicanos tuvieran que cancelar sus planes de viaje o realizaran largas filas frente a la embajada canadiense.
El establecimiento del visado a ciudadanos mexicanos fue motivado por el deseo del Gobierno Canadiense de limitar el número de solicitudes de asilo que habían aumentado significativamente desde el 2000. Entre 2005 y 2009, los mexicanos representaron al grupo con mayor número de solicitudes de asilo en Canadá, llegando a casi 9 mil 500 casos nuevos registrados en 2008. Según los Servicios de Inmigración de Canadá, una gran porporción de las solicitudes era ilegítima; sin embargo, la mayoría de las personas que solicitaban asilo lograban quedarse en el país debido a fallas del sistema migratorio canadiense.
Las consecuencias de la visa fueron claras. Por un lado, el número de solicitudes de asilo provenientes de mexicanos descendió de manera vertiginosa: mientras que en 2010 se registró una baja de más del 85% en las solicitudes, para el 2013 sólo se tuvo conocimiento de 114 casos. A la par, el Gobierno de Canadá llevó a cabo una reforma del sistema de asilo e inmigración en el año 2012 que aceleró la evaluación de las solicitudes de asilo. Por otro lado, según datos de la Asociación de la Industria del Turismo de Canadá se estima que el país perdió alrededor de $465 millones de dólares canadienses entre 2009 y 2013 debido a esta medida.
Sin embargo, aún más importante que las pérdidas económicas, la imposición de la visa para mexicanos tuvo un impacto simbólico sobre la percepción de Canadá como un país tolerante y abierto a la migración. La medida repentina demostró la gran desigualdad política y económica que existe entre los “tres amigos” del TLCAN. Esta desigualdad se hizo evidente una vez más cuando el Gobierno Canadiense flexibilizó el trámite de obtención de visa a través del programa CAN+ en 2014, puesto que aquellos mexicanos que contaran con visa estadounidense podrían beneficiarse de un trámite más ágil en la obtención de la visa canadiense.
En 2009, el ex-Primer Ministro había declarado que el requisito de visado “no era culpa del gobierno mexicano [sino] un problema del derecho canadiense relativo a los refugiados.” No obstante, el programa CAN+ fue el mejor compromiso que los opositores a la visa para mexicanos lograron obtener del gobierno de Harper. Aun cuando los argumentos para esta política de visado fueron válidos en el momento de su instauración, Harper nunca mostró interés en eliminarla aun después de que el problema fue resuelto, provocando tensiones diplomáticas innecesarias.
El tema de la visa resurgió en septiembre de 2015, durante las últimas elecciones canadienses cuando el líder del Partido Liberal, Justin Trudeau, prometió eliminarla en caso de ser elegido. Tras la victoria electoral de Trudeau, el Gobierno Canadiense ha repetido en varias ocasiones su intención de cumplir con dicho compromiso. Esperemos entonces que con el cambio de gobierno, Canadá contará con un Primer Ministro que sepa manejar la política interior de su país sin perjudicar la política exterior, y que valorizará las relaciones con México en lugar de deteriorarlas.[:]