Las paradojas del coronavirus: de la incredulidad a la muerte

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Opinión de Cirila Quintero Investigadora de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 23 de abril de 2020

En una entrevista reciente realizada con un médico infectólogo en Matamoros sobre los efectos sociales y laborales del COVID19, se le preguntó cuál era el principal obstáculo a vencer en esta emergencia sanitaria y sin dudarlo contestó: la incredulidad. La gente no cree, primero que exista la enfermedad, que sea tan contagiosa y que pueda llegar a ser mortal, y por lo tanto, no acata las disposiciones. 

De acuerdo a un rastreo de movilidad, México es el país en América Latina que menos respeta el “Quédate en casa”. En otra nota (Correo fronterizo, 26 de abril), argumenté que en parte esto se debía a que  poco más de la mitad de los trabajadores mexicanos estaban en el sector informal y necesitaban trabajar diariamente para llevar la comida a sus casas, por lo que el “Quédate en casa” se convertía en una medida difícil de acatar. Eso sin mencionar, el riesgo potencial a los que están expuestos los familiares, que viven con estos trabajadores, situación que se incrementa dado la ausencia de recursos económicos para adquirir, si se encuentran, el gel, mascarillas, y contar con agua potable para el lavado de manos. 

Sin embargo, el no respeto del “Quédate en casa”  también está en las personas que pudiendo confinarse, no lo hacen. Abundan testimonios de médicos, personal de la salud, que han trabajado todo el día en hospitales, con pacientes contagiados, con equipo de protección, cuando lo hay, que dificulta su movimiento, y que al salir a la calle ven a las personas como si nada pasara, comiendo o cenando en la calle, sin guardan distancia. Ellos han mencionado la impotencia que sienten ante tanta inconsciencia social. El no creer forma parte de la cultura de los mexicanos, la desconfianza a lo que nos dicen, especialmente los políticos, no lo creemos. Si a esto se agrega la información de comunicadores en medio masivo de no respetar lo dicho por las autoridades sanitarias, la situación es por demás preocupante. Hagamos conciencia de que esto es una realidad, que basta con pasar enfrente de un hospital general o un seguro social y ver la cantidad de personas que están en espera de noticias de su enfermo. Respetemos y cuidemos al personal de salud. En una entrevista telefónica realizada con un enfermero del seguro social, al preguntarle sobre sus condiciones de seguridad en su trabajo, relató una protección casi nula en sus labores; ausencia de vestimenta y equipo adecuado, y un incremento cada vez mayor de enfermos. Se teme a la saturación hospitalaria pero también a la ausencia de personal médico y de enfermería. Cientos de personal de la salud están enfermando al hacer su trabajo, incluso muriendo, mientras una gran parte de mexicanos continúan en la calles sin acatar las disposiciones sanitarias, algo por demás contradictorio. 

Por otro lado, mientras miles de mexicanos por necesidad o por terquedad no respetan el “Quédate en casa, otros miles de trabajadores del sector formal quisieran estar en casa, pero sus empresas no se lo han permitido. En un estudio reciente sobre los efectos del COVID19 en trabajadores de la maquila que realicé, encontré algunos puntos por demás preocupantes. Primero, que los acuerdos con medidas de preventivas, promulgado el 24 de marzo, y el 31 de marzo, sobre cese de actividades, no esenciales, no fueron respetados de igual manera, mientras el primer acuerdo, en donde se solicitaba el cese de actividades de grupos vulnerables, es decir, de la tercera edad, embarazadas y trabajadores con enfermedades crónicas,  con pago salarial, las empresas lo respetaron, el segundo acuerdo, referente al cese de actividades esenciales, un porcentaje importante de maquiladoras no lo respeto. Amparadas en la amplitud de los sectores que el documento enunciaba como esenciales, como la industria alimentaria, los servicios de transporte, las áreas vinculadas con la salud y las comunicaciones, muchas empresas, las empresas encontraron una forma de justificar que eran esenciales. Sin que alguna autoridad fuese a constar esta situación o bien sancionarlas de no ser así, a pesar de ser una demanda generalizada de los trabajadores a lo largo de la frontera norte. El no respeto se acentuó cuando algunas autoridades, como el gobierno de  Chihuahua,  señalaron en sus decretos a la manufactura como actividad esencial, https://www.proceso.com.mx/626418/ciudad-juarez-el-foco-rojo-del-covid-19-en-chihuahua,  

Otro aspecto relevante al no cumplimiento del acuerdo fue la definición ambigua de “esencial” que se hacía en el documento. ¿Qué era esencial?, ¿Para quién?, en sectores como la maquiladora altamente vinculada con la cadena de valor global, como suministradoras, sus actividades son esenciales, desde el punto de vista empresarial e industrial,  y de acuerdo a sus argumentaciones mientras sus clientes no paren, ellas no pueden parar porque “te sacan del negocio”. El predominio de lo económico sobre la salud y las vidas de los trabajadores es evidente.  Por otro lado, la no consideración de un apartado especial para las empresas y servicios de exportación, albergados principalmente bajo el programa IMMEX, en donde laboraban de acuerdo al INEGI, en el enero de 2020, 2,675,722 trabajadores, de los cuales el mayor porcentaje está en el norte de México, ha conducido a que miles de trabajadores de las maquiladoras continúen laborando en plena pandemia. 

El riesgo se incrementa dado las características productivas de la maquila, en donde el trabajo en la línea o celdas de trabajo en donde trabajan de manera cercana e imponen la sana distancia es imposible. El cierre de algunas plantas se comenzó a registrar a mediados de abril cuando varios trabajadores se habían contagiado e incluso muerto, tal fue el caso de empresa Lear en Ciudad Juárez. Sin embargo, existen denuncias de los trabajadores que las empresas solo cierras por un  tiempo corto y vuelven abrir, otras continúan laborando y tratan de mantener a sus trabajadores mediante el ofrecimiento de bonos o pagos extras, sin  garantizar medidas de prevención.

Dos puntos más en torno a  esta vulnerabilidad laboral y sanitaria que están viviendo los  trabajadores de la maquila: primero,  a la par de este cierre de actividades se está solicitando el pago de salario durante la suspensión, pues como dice el dirigente de Matamoros, ¿cómo se van a casa sin tener para comer?.  La petición  aunque justa, no está marcadas en el segundo acuerdo, lo que ha sido aprovechado por distintos defensores de las empresas al señalar que no tiene obligación de pagarles a los trabajadores en caso de suspender actividades. Segundo, y lo más preocupante, las autoridades laborales han permanecido ausentes ante las demandas y conflictos en estas empresas. Las juntas de conciliación fueron cerradas desde el 25 de marzo, hasta nuevo aviso, los funcionarios públicos relacionados con el trabajo siguen trabajando a nivel estatal y nacional, sin embargo, solo emiten declaraciones pero no hacen nada en la práctica, y como han coincidido un gobernador y un dirigente sindical, cerrar las empresas u obligarles a pagar salarios a las empresas va más allá de sus responsabilidades, mientras la autoridad responsable permanece en silencio ante tantas violaciones no solo de los derechos laborales sino de los derechos humanos de estos trabajadores.  

Dra. Cirila Quintero 

El Colegio de la Frontera Norte