La vacunación contra el COVID-19 y las universidades

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Opinión de Hilda García Investigadora de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 11 de febrero de 2021

Hace unos días acompañé a mi pareja a ponerse la primera dosis de la vacuna contra el COVID-19 en la ciudad de Phoenix, Arizona.  Él fue requerido por su centro de trabajo para registrarse para recibir la vacuna debido a que trabaja como profesor en Arizona State University (ASU).

A la emotividad que experimente de ser partícipe de este evento global, se añadió el hecho de poder observar la magnitud de la logística previa al evento de vacunación. Atestiguar cómo es posible manejar de manera ordenada decenas de vehículos en un estacionamiento que fue habilitado como centro de vacunación fue una experiencia única. Al llegar a este sitio, fuimos guiados de manera inmediata por un ejército de estudiantes voluntarios, quienes nos fueron filtrando a través de diversas filas en forma de serpiente hasta los módulos de vacunación. En Arizona, el Departamento de Servicios de Salud ha estado trabajando directamente con las universidades públicas para llevar a cabo el tamizaje de personas para detectar casos de COVID-19 en la población en general y ahora para el programa de vacunación. La coordinación entre ASU y el Departamento de Salud está siendo usando como modelo nacional para vacunar a la población en los Estados Unidos, pero, además, esta estrategia es un ejemplo de cómo las comunidades locales pueden trabajar de manera colaborativa con el gobierno federal para garantizar la vacunación de todos los arizonenses.

Este centro de vacunación opera siete días a la semana en horarios extendidos. Según un reporte de ASU News, la experiencia de trabajo previa con el programa de tamizaje para detectar personas con Covid-19, permitió una transición rápida para el diseño del programa actual de vacunación. De acuerdo a esta fuente, en este sitio cada 10 segundos una persona es vacunada. El 8 de febrero pasado, este centro de vacunación fue visitado de manera virtual por el presidente y la vicepresidenta de los Estados Unidos quienes ofrecieron todo su apoyo al programa. La administración del presidente Biden tiene como meta aplicar 100 millones de vacunas los primero 100 días de su gobierno y hay un interés especial en replicar experiencias exitosas como la de ASU, por lo que están evaluando habilitar 30 estadios deportivos de la Liga Nacional de Futbol (NFL por sus siglas en inglés) como centros de vacunación. 

Además, en Arizona, no es extraño escuchar a los estudiantes de las tres universidades públicas buscando oportunidades para registrarse como voluntarios para ayudar en los centros de vacunación.  Los voluntarios son un recurso crítico ya que ellos hacen las preguntas claves, guían ordenadamente a los buscadores de vacunas y alertan al personal de salud si alguna persona presenta alguna reacción alérgica a la vacuna. Asimismo, ellos entregan las cartillas de vacunación, que indican la fecha de la segunda dosis y nadie abandona el centro de vacunación sin reportar, a estos heroicos voluntarios, su estado de salud. 

Para las ciudades de frontera mexicana, la experiencia de vacunación de nuestros vecinos debe ser un modelo a seguir en la preparación de la campaña nacional de vacunación contra el Covid-19.  Esta campaña requiere del trabajo no solo del personal de salud, sino de un ejército de voluntarios que podamos contribuir con el llenado de documentos y el manejo de la logística para conectar a la población con el personal de salud responsables de aplicar las vacunas.

En mi opinión, el gobierno federal, a través de la Secretaría de Salud y los Consejos Binacionales de Salud a lo largo de la frontera, debe apoyarse en la experiencia académica de las universidades mexicanas en la preparación de la campaña nacional de vacunación contra el Covid-19. Las universidades públicas cuentan con miles de estudiantes que deben estar deseoso de contribuir voluntariamente en esta humanitaria labor. Las universidades pueden colaborar haciéndose cargo de la logista, recogiendo y sistematizando información de la población vacunada y evaluando y rediseñando estrategias que garantices que la campaña de vacunación sea incluyente.

La experiencia de Arizona, permite ver lo que se puede hacer cuando el sector académico y de salud colaboran. Esto es, podemos ver como un estacionamiento público puede convertirse en un centro de salud gigantesco, donde los ciudadanos pueden asistir a vacunarse mientras cumplen todas las recomendaciones de prevención primaria, como son la sana distancia y uso de cubrebocas. Al mismo tiempo, este lugar puede convertirse en un centro donde las universidades recopilan información de primera mano que permita a las autoridades locales tomar decisiones en materia de salud. Como epidemióloga son muy optimista de que los fronterizos estaremos listos para vacunar a la población tan pronto como tengamos acceso a la vacuna.

Dra. Hilga García

El Colegio de la Frontera Norte