La rareza de cambiar de opinión

Regresar a Columnas de opinión

Opinión de Belem Vásquez Galán profesora-investigadora de El Colegio de la Frontera Norte

martes 26 de mayo de 2015

En el audio filtrado recientemente donde la candidata a la gubernatura de Nuevo León, Ivonne Álvarez conversa con el que fue su tesorero, se pone de manifiesto que ella estaba enterada y participó en el desvió de recursos federales que estaban destinados a la construcción de infraestructura en el municipio de Guadalupe. Aparentemente este descubrimiento debería ser suficiente para destruir toda credibilidad y confianza en el proyecto de gobierno de la candidata priista. Sobre todo, quienes apoyan a este partido y coalición por la gubernatura deberían ser los más ofendidos por haber apoyado a una persona que admite con descaro que si sale a relucir el faltante podrán decir que se construyó alguna obra y asunto olvidado. Sin embargo lo mas probable es que para sus seguidores esto solo represente un incidente insignificante y tal vez vergonzoso de Ivonne Álvarez, pero seguirán apoyándola. Posiblemente lo que sucederá es que seguirá en una posición alta en las encuestas. La cuestión es por qué, ante la evidencia revelada, es tan difícil que la gente cambie de opinión.

Slavoj Zizek, un filósofo y críticocultural eslovaco, argumenta que las sociedades y los individuos operan bajo sistemas ideológicos tan enraizados en su forma de pensar que no pueden concebir otra forma de pensar diferente pues sirve como un mecanismo de protección a realidades que nos negamos a enfrentar. Por lo tanto es muy difícil cambiar la opinión de la gente incluso si se le presenta la evidencia y hechos que la contradicen.

Por ejemplo la aparente tolerancia que muestran los votantes por las acciones de sus candidatos favoritos aun y cuando la evidencia muestre que han desviado recursos, que han mentido, que han robado y que en general no han cumplido las promesas que hicieron en campañas anteriores, es entendible si consideramos que la sociedad mexicana ha estado expuesta por décadas a actos de corrupción que ya nos hemos vuelto inmunes a su impacto. Ya no hay sorpresa, ya no hay indignación, ya no hay reproches, solo resignación. En un mundo ideal esto debería ser suficiente para cuestionar la integridad del individuo que se postula para un cargo público. Aunque es muy difícil cambiar la opinión de un individuo o de la sociedad en general, esto no es imposible. De hecho, somos una sociedad que parece tener mejor actitud ante la diversidad sexual, a los derechos de los homosexuales por ejemplo, pero el cambio de actitud ha tomado décadas y una exposición cultural continua de tal forma que nos hemos familiarizado. En el caso de la corrupción en el sistema político sucede lo mismo pero en sentido negativo, han sido décadas en que la sociedad ha sido testigo de actos de corrupción y robo por parte los gobernantes (sobre todo Priistas)que es difícil cambiar la opinión de que ese comportamiento no debería ser tolerado. Y aunque en países desarrollados también se presentan situaciones de este tipo, la diferencia con México es que mientras en otros lugares son hechos aislados, aquí es endémico. El cambio de opinión y de actitud no ocurrirá de un día a otro, en realidad es un cambio cultural que toma muchos años de convencimiento, de discusiones, de enfrentarnos a la realidad y ver sus efectos a largo plazo. Por ello, no esperemos que de aquí a las elecciones de gobierno que la candidata Ivonne Álvarez sufra una caída estrepitosa en los votos que la favorezcan.