Sin duda alguna, el agua es un recuso vital tanto para los ecosistemas como para la vida misma, incluyendo la del ser humano. Como se propone en “NaturaAMLO”, el tema del agua como eje principal de su política ambiental tiene implícito el derecho que tiene la población a contar con agua suficiente, disponible y de buena calidad. Dicho tema, fue considerado por la Asamblea General de la ONU en el año 2010, incluyendo además al agua económicamente asequible.
En nuestro país, el reconocimiento al derecho humano al agua se plasmó en el artículo 4º de nuestra Constitución, el 8 de febrero de 2012; sin embargo vale la pena preguntarse si bajo las condiciones hídricas y de gestión del país, será una realidad o una utopía asegurar el derecho al agua para todos los mexicanos, esto considerando que la propuesta de AMLO considera aspectos muy generales en torno a la problemática del agua, limitándose a indicar que la legislación hídrica se modificará para reducir los privilegios de los grandes consumidores de agua como son los sectores industrial, agrícola y minero por mencionar algunos. Sin abordar aspectos específicos como cumplir con este derecho humano; que nos lleva a preguntar el cómo, el por qué y para qué hará estos cambios.
Si bien, un punto a favor de la mencionada propuesta en el tema de agua es que se ha dado el nombramiento de la Dra. Blanca Jiménez como la próxima directora de la Conagua, cuya reconocida trayectoria como profesora, investigadora y consultora en temas de calidad de agua, deberá dar certeza y sustento a la toma de decisiones en torno al tema.
Cabe señalar algunos retos a enfrentar por parte de la Conagua e instituciones involucradas en la política hídrica en el país. Por ejemplo, “NaturaAMLO” indica que se cubrirá la necesidad de conservar el agua en cantidad y calidad suficiente para los ecosistemas, así como todos los servicios ecosistémicos que brindan. Sin embargo, esta propuesta debe considerar la problemática existente respecto a acuíferos sobreexplotados, contaminados y con presencia de inclusión salina, así como cuencas transfronterizas que deben compartir el agua, además de los efectos del cambio climático y las condiciones de eficiencia económica y de déficits de infraestructura de los organismos operadores del agua (Conagua, 2016).
Lo anterior, ya fue referido en el libro “El agua en México: causes y encauces” (Jiménez, et al, 2010), en donde se menciona que los retos de la gestión del agua eran la escasez; la contaminación del recurso; el impacto del cambio climático sobre el ciclo hidrológico; la necesidad de contar con una administración del agua fortalecida con la participación de todos los usuarios, así como la importancia de revisar y fortalecer el sistema de ciencia y tecnología en el país. Si bien la información citada ya tiene algunos años, no difiere mucho de lo reportado en el documento “Procesos regionales de América Latina: documento México” (ANEAS-BID, 2018), que indica que la complejidad de la gestión del agua sobre todo a nivel urbano, se da por una población creciente que se concentra en grandes centros urbanos, con escasa disponibilidad de agua tanto superficial como subterránea. Además, del alto grado de incertidumbre por la vulnerabilidad a sequías e inundaciones, lo que implica aumentar la capacidad de diferentes zonas del país para adaptarse a esas condiciones. Por lo anterior, sugieren no seguir considerando un enfoque lineal tradicional sino uno circular, que permita al agua y sus fuentes ser recuperadas, restauradas y reutilizadas. Así, la política hídrica y ambiental deberán estar en concordancia con el resto de las políticas públicas, para lograr un desarrollo sostenible del país.
Después de todo lo anterior, volvemos a la pregunta de reflexión inicial, el derecho al agua podrá ser ¿Realidad o utopía? Ustedes lectores ¿qué piensan al respecto?