La Patria Diamantina

Regresar a Columnas de opinión

Opinión de Ana Lilia Nieto Camacho investigadora de El Colegio de la Frontera Norte

viernes 19 de septiembre de 2014

En estos días estamos por celebrar un aniversario más del inicio de la gesta por la Independencia de México, sin embargo, con frecuencia se olvida que la consolidación de la Independencia ganada en 1821 fue una empresa que tomó casi todo el siglo XIX. En este proceso la creación de imágenes y narraciones que hicieran de los habitantes del país una comunidad fue fundamental, tanto como las luchas armadas. Si el título de este artículo trae a colación a Ignacio Manuel Altamirano y su “Suave Patria”, es porque esta es una invitación a leer a los fundadores de la literatura mexicana. En la segunda mitad del siglo XIX hombres como Altamirano, Manuel Payno, Guillermo Prieto, Ignacio Ramírez o Francisco Zarco, construyeron el Estado-nación que hoy es México desde diversos frentes, pues “combinaron aparentemente sin problema, la política con la literatura, el periodismo con la acción legislativa, las armas con la oratoria”. Como políticos se destacaron como ministros, legisladores, juristas, y diplomáticos. Como “hombres de letras” dedicaron su tiempo al periodismo, la poesía, la historia, la novela o a los retratos de costumbres; estos últimos considerados fundamentales para formar una “verdadera conciencia nacional”.

Obras como “Los bandidos de Río Frío” de Payno o “La Navidad en las montañas” de Altamirano son narraciones históricamente situadas que buscan dar un sentido de pertenencia pero también abrir espacio para la reflexión sobre la compleja realidad social y política del país. Esta intención de reseñar los problemas nacionales e invitar a pensar soluciones se encuentra de forma aún más acentuada en los escritos cortos de Guillermo Prieto, pues en sus diarios de viajes está presente siempre la mirada aguda del político liberal que con frecuencia es retrospectiva. En este sentido, Payno, Altamirano y Prieto se adelantaron con mucho a las discusiones actuales entorno a la literatura como medio para transmitir y fijar en el público conocimientos e imágenes sobre el pasado, materiales sobre los que se construye la memoria histórica y la relación de una sociedad con su herencia. Si embarcarse en la lectura de poemas, novelas o relatos escritos en el siglo XIX podría parecer un pasatiempo de anticuario, me atrevo a afirmar que en el 2014 estas obras recuperarían el interés de los lectores si nos diéramos el tiempo para apreciar la calidad del lenguaje en que están escritas, la complejidad de las tramas o la erudición de los autores.

El interés por acercarse a estos intelectuales a partir de sus obras literarias en relación a su actividad como políticos, juristas, legisladores o diplomáticos, permite observar su capacidad para asumir la tarea práctica de integrar un Estado y la tarea intangible de fundar a la nación sobre el pensamiento y la cultura como espacios neutrales en los que esperaban superar las contradicciones y restañar enconos políticos. Así se hace evidente la clase de talento que se requiere en los personajes públicos en los momentos en que un país se encuentra en transición: con problemas diversos pero con un horizonte abierto de posibilidades.

Me parece que estamos en un momento en que la sociedad mexicana espera y demanda una sociedad y una vida política fundada sobre nuevos valores y prácticas. Democracia, equidad, Estado de derecho, son conceptos que tienen que dotarse de sentido si en algún momento esperamos vivir en el marco de esas ideas. Para esto los maestros del siglo XIX nos mostraron que se requieren no solamente grandes capacidades intelectuales, sino también creatividad para enfrentar los retos que implicaba integrar un Estado desde distintos saberes. Ahora, en esta época, necesitamos asegurarnos de que los hombres y mujeres que toman las decisiones en México estén a la altura de las circunstancias ante una sociedad con mayores exigencias.

Dra. Ana Lilia Nieto Camacho, investigadora del Departamento de Estudios Culturales.