La migración española en México y la red de científicos

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Opinión de Xavier Oliveras González Investigador de El Colegio de la Frontera Norte

lunes 18 de junio de 2018

Las grandes ciudades mexicanas, como Ciudad de México, Monterrey, Guadalajara, Puebla o Tijuana, se han convertido en polos globales de atracción de inversiones, talento y personas de todo el mundo. Además de los migrantes internos de todo el país, también se han convertido en el destino de numerosos migrantes europeos, entre los cuales sobresalen los procedentes de España. De hecho, la migración española a México ha sido históricamente importante, no solamente a nivel cuantitativo sino también cualitativo, como representaron los exiliados de la Guerra civil, entre quienes hubo muchos intelectuales, profesores, abogados, artistas e ingenieros. Recientemente la comunidad española ha aumentado su peso, especialmente a raíz de la crisis económica e institucional que se vive en el sur de Europa desde 2008.

Una de las características de estos recientes migrantes es que se trata, en buena parte, de gente joven, de menos de 40 años, de clase media y altamente calificada (muchos de los cuales, con nivel maestría y doctorado), que llegaron a México tanto por la falta de oportunidades en sus países de origen, como atraídos por las oportunidades de crecimiento profesional en este país. Pero sería falso afirmar que todos llegaron por motivos económicos, también los hay que llegaron por amor, porque sus parejas son mexicanas. No se sabe con precisión cuántos hay, ya que muchos no se han registrado en el Instituto Nacional de Migración ni en los consulados. Sin embargo, actualmente son cerca de 140,000 los registrados en los consulados de España en México.

Su creciente presencia en el país se refleja, por ejemplo, en la creación de negocios. Aunque pueda resultar un estereotipo, en los últimos años se han abierto en las principales ciudades mexicanas nuevos restaurantes y empresas de exportación de productos españoles. Asimismo, se han fundado varias asociaciones civiles para la ayuda mutua, la promoción cultural, o para ser un punto de encuentro para los miembros de esta comunidad. Así, en los últimos años se ha visto nacer la Fundación Casa de España, con sede en Monterrey, y, con un carácter mucho más específico, la Red de Científicos Españoles en México (RECEMX), con sede en Ciudad de México, pero con miembros dispersos por todo el país, como quien escribe, residente en Matamoros. Estas asociaciones se suman a las existentes desde tiempo atrás, muchas de las cua- les se han visto renovadas y reactivadas gracias a estos nuevos integrantes, como ha ocurrido con el Orfeó Català de Mèxic, asociación fundada en 1906 en la capital.

Centrándome más en RECEMX, esta asociación se creó con el objetivo de divulgar nuestra labor investigadora a los medios mexicanos y españoles, de apoyar a los académicos españoles recién llegados a México, de aconsejar y apoyar a las empresas españolas y mexicanas a través de la transferencia de conocimientos científicos, entre otros; en fin, para realizar diversas actividades científicas y crear un lugar de encuentro e intercambio para los académicos españoles que trabajamos en este país. De mano de esta red, el próximo mes de septiembre se realizará el Primer Encuentro de Científicos Españoles en México, un congreso que promete ser un punto de inflexión importante para esta comunidad. El encuentro está abierto no solamente a los españoles sino también a los mexicanos que, de una forma u otra, estén vinculados con España.

Y regresando a un mundo global, RECEMX es un reflejo también de la creciente diáspora científica española en el mundo, junto con una docena más de organizaciones que en total agrupan alrededor de 3,500 investigadores españoles que realizan su actividad profesional en el exterior.

Dr. Xavier Oliveras González

El Colegio de la Frontera Norte