La interdependencia energética México-Estados Unidos

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Opinión de José María Ramos García Investigador de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 28 de abril de 2022

La agenda México-Estados Unidos se caracteriza en la coyuntura actual por una diversidad de temas en materia de seguridad que no necesariamente se articulan entre sí: la migración irregular, la reducción del tráfico de drogas hacia Estados Unidos o promover una mejor integración vía políticas de seguridad energética con diferentes perspectivas en materia de políticas de cambio climático.

Entre las categorías básicas que permiten entender la coyuntura y la prospectiva de la relación México-Estados Unidos están la asimetría, interdependencia (Keohane y Nye, 1989), la cooperación y la gobernanza transfronteriza respectivamente. Estás categorías se ven condicionadas por la influencia de los factores internos de la política estadounidense y mexicana.

Con lo cual se pueden promover políticas que crean valor en términos de competitividad y bienestar, al igual que tensiones o conflictos. El problema es cómo tales categorías permiten comprender la complejidad y las oportunidades de la relación bilateral, según las políticas diferenciadas y sus impactos en la generación de procesos de competitividad y bienestar, tanto en la coyuntura actual como en el futuro inmediato. La asimetría sigue siendo una variable estructural que ha condicionado los niveles de desigualdad entre ambos países.

Existen iniciativas bilaterales en donde se aprecian avances en beneficio mutuo y que reflejan una eficaz interdependencia: la Frontera en el Siglo XXI es el ejemplo más exitoso de gestión de una agenda de seguridad terrorista y de agilización de los cruces fronterizos (comercio, autos y personas) y con impactos en la competitividad y el bienestar.

Otro ejemplo de una eficaz interdependencia es la gestión y de gobernanza transfronteriza del Plan de América del Norte para la influenza animal y pandémica (NAPAPI, 2012), que refleja la importancia de conciliar capacidades de respuestas eficaces y coordinadas a emergencias sanitarias entre los tres países de América del Norte (2009-2012). 

Las lecciones de estos dos ejemplos –Frontera en el Siglo XXI y NAPAPI- reflejan una eficaz gestión de una interdependencia para el presente y futuro inmediato, en términos de exitosos mecanismos de cooperación transfronteriza y binacional. La gestión de tales políticas promovió la competitividad y el crecimiento económico entre dos regiones asimétricas, pero que han impulsado políticas de seguridad fronteriza y económica que fortalecieron la interdependencia y un proceso de integración.

La actual coyuntura de la relación bilateral se caracteriza por algunas diferencias con el gobierno de Estados Unidos, en especial  con respecto a la propuesta de reforma energética del gobierno mexicano, que abonan a la necesidad de comprender las prioridades mexicanas: la soberanía,  autosuficiencia energética, interés público, el combate a la corrupción, transparencia y el Estado de derecho.

Esta agenda está planteando espacios de diálogo y diferencias que forman parte de un nuevo periodo en la relación con Estados Unidos y el reto es llegar a acuerdos en función de las prioridades nacionales, con respeto a los niveles de desarrollo diferenciados y según el Estado de derecho (legalidad, transparencia y rendición de cuentas).

La posición mexicana pretende disminuir la asimetría con una política de defensa de la soberanía en materia de seguridad energética, una situación casi similar al contexto de la nacionalización de la industria en el año de 1960 (Wionczeck, 1967). Un reto del gobierno estadounidense es entender el cambio en las prioridades de la agenda mexicana sobre la base de que se puede plantear una interdependencia asimétrica con respecto a principios básicos de soberanía, interés nacional e impacto social, que permitirían seguir avanzando en el proceso de integración comercial, pero también en un mayor bienestar en la sociedad mexicana. 

El desafío bilateral es gestionar la interdependencia asimétrica según los problemas compartidos y las prioridades de crecimiento y desarrollo de cada país. Y particularmente considerar las propuestas planteadas en la Cumbre de Líderes de América del Norte del pasado 18 de noviembre del 2021, en donde se acordó definir las industrias esenciales para minimizar las interrupciones futuras, y que la región necesita cadenas de suministro resilientes, sostenibles, diversas y seguras para gestionar una seguridad económica (Departamento de Estado, 19 noviembre 2021). Una estrategia prioritaria para el gobierno estadounidense es acelerar la transición al transporte sostenible, lo que incluye la fabricación  de vehículos eléctricos.

El reto de la agenda bilateral será la definición de acuerdos con respeto a las prioridades nacionales de cada país. Desde la perspectiva del gobierno estadounidense que plantea que los proyectos y contratos existentes de proveedores de energía renovable en el país representan una base sólida para el desarrollo del futuro de la energía limpia de América del Norte.

John Kerry enviado presidencial especial del gobierno de Estados Unidos para el clima y Ken Salazar, embajador de Estados Unidos en México plantearon las preocupaciones sobre la propuesta energética del Ejecutivo mexicano: tanto la enmienda constitucional y los cambios a la Ley de la Industria Eléctrica, en particular enfatizaron la violación de las obligaciones fundamentales del T-MEC, lo que desde la perspectiva estadounidense pone en riesgo miles de millones de dólares de inversión potencial en México y el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero  (U.S. Mission in Mexico, 1º abril 2022). 

El Ejecutivo federal mexicano también envió a mediados de abril de 2022 una iniciativa de reforma a la Ley Minera para declarar como “de utilidad pública” la exploración y la explotación del litio  y prohibir el otorgamiento de concesiones o permisos a empresas privadas. Bajo el T-MEC la explotación del litio adquiere mayor importancia ya que se debe asegurar una cadena de suministro en Norteamérica.

Se estima que en tres años, los coches fabricados en estos tres países deberán tener al menos un 75% de sus componentes producidos bajo el T-MEC con la finalidad de comercializarse libres de aranceles (Barragán, El País, 6 septiembre, 2020). El futuro de la industria del coche eléctrico como una opción al uso de los combustibles fósiles se vincula a las baterías de litio. Su apuesta se asocia a los efectos del cambio climático, y al reemplazo  progresivo de los combustibles fósiles como parte de una política energética sustentable. 

Es fundamental promover una alianza en América del Norte en la cual predominen iniciativas innovadoras y responsables en beneficio de las comunidades de los tres países. Por ejemplo, incentivar la exploración del litio bajo una responsabilidad compartida (inversiones, energía sustentable, desarrollo comunitario).  

Para ello es estratégico promover un eficaz liderazgo gubernamental, un marco regulatorio claro, una colaboración público-privado transparente y acciones transversales en investigación, desarrollo y gestión del conocimiento evitando prácticas anticorrupción.

La sostenibilidad de la relación México-Estados Unidos en el presente y futuro inmediato, estará sujeta a gestionar la asimetría y la interdependencia mediante una eficaz gobernanza  que impacte en beneficio de las sociedades y reduzca las desigualdades.

Dr. José María Ramos García

El Colegio de la Frontera Norte