La igualdad, el gran reto en la conformación de los Congresos

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Opinión de Cecilia Sarabia Investigadora de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 4 de marzo de 2021

Desde el inicio del nuevo milenio la representación política de las mujeres ha tenido un avance significativo en los diversos espacios de gobierno debido a las acciones afirmativas que impusieron regulaciones y leyes encaminadas a provocar un cambio en las formas de organización de la vida política en general. Esto confirió a los partidos la responsabilidad de brindar oportunidades de igualdad entre la militancia, a través de varias medidas entre las cuales se encuentran las cuotas en las candidaturas a cargos de elección popular hasta llegar a la paridad de género.

El principio de paridad de género ha contribuido a la generación de condiciones de igualdad para las mujeres en diversos espacios del poder político. La armonización sistemática de los marcos normativos que fundamentan esta propuesta se ha cumplido por parte de los partidos políticos, así como por las autoridades electorales, las cuales han adecuado tanto las leyes, reglamentos y lineamientos necesarios para que, desde la parte formal, se cimienten las garantías necesarias para su cumplimiento.

Uno de los espacios donde más se puede identificar el avance de las mujeres es en el Poder Legislativo. De acuerdo con el portal del Senado de la República, en el caso de México el Congreso de la Unión está conformado por 63 por ciento de mujeres y 65 por ciento de hombres, mientras que en la cámara de diputados se encuentran 48.2 por ciento de mujeres y un 51.8 por ciento de hombres.

En el ámbito local, la información de los portales de los Congresos indica que hay 30 estados con porcentaje igual o mayor a 40 por ciento de mujeres: en 17 el porcentaje es igual o mayor a 50, mientras que solamente en 2 estados (Baja California y Nayarit) el porcentaje es menor a 40 por ciento.

Por tantos, dentro de las legislaturas locales el país se mantiene un semáforo verde ante la paridad de género, ya que cuenta con una distribución de 50.4 por ciento de hombres y 49.6 por ciento de mujeres cuya edad se ubica entre 40 y 49 años.

Existe también una mayoría de mujeres jóvenes legislando cuyas edades están entre los 18 y 29 años y que suman un 3 por ciento del total, mientras los hombres en este mismo rango de edad solo conforman el 2.1 por ciento.

Las legisladoras superan en preparación a nivel posgrado dentro de los siguientes 11 estados:

estado%mujeres%varones
Sinaloa17.18.6
Tamaulipas22.213.9
Estado de México11.87.9
Morelos50
Hidalgo206.7
Guanajuato16.72.8
Querétaro82.8
Zacatecas6.40
Chiapas2510
Oaxaca5038.1
Guerrero10.98.7

Si bien en conjunto las 32 legislaturas presentan un cuerpo legislativo de hombres y mujeres con altos niveles educativos donde 42.4 por ciento de los hombres cuentan con educación superior y posgrado, en tanto las mujeres suman un 41.2 por ciento, en las legislaturas locales las mujeres tienen mas experiencia que los hombres en el ámbito de lo académico donde con un 4.1 por ciento supera 3.1 por ciento de los hombres; y en el ámbito de liderazgo social cuentan con 5.4 por ciento mientras los hombres suman un 3.7 por ciento.

Al igual que con el grado de preparación, las mujeres cuentan con mayor experiencia en legislaturas dentro de los siguientes estados; Tlaxcala en donde 17.9 por ciento de las legisladoras han tenido ya experiencia como presidentas municipales o regidoras, mientras que sus pares hombres solo 10.7 por ciento; en Chiapas las mujeres tienen 39.4 por ciento más experiencia que los varones y por último en Oaxaca donde la diferencia entre ambos porcentajes es del 6.9 por ciento a favor de las mujeres.

Los 32 congresos locales en conjunto muestran que la experiencia de legisladores y legisladoras no presentan una diferencia significativa, ya que los hombres suman un 52 por ciento y las mujeres un 48 por ciento, solo 2 puntos porcentuales de diferencia.

Comisiones

Al referirnos a las Comisiones Permanentes logramos observar que en la conformación de las Comisiones No Estratégicas las mujeres superan con una mayoría extrema de 75.6 por ciento en comparación del 24.4 por ciento a los hombres.

Estos datos indican los adelantos que se han presentado en los diversos espacios del poder legislativo, sin embargo, esto no necesariamente significa que se cumpla con la representación sustantiva ni de igualdad. 

La representación sustantiva, en palabras de Hanna Pitkin (2014) es “actuar en interés de los representados, de una manera sensible ante ellos”, mientras que la igualdad requiere de varios elementos que la garanticen.

Una vez que las reglas formales han sido modificadas con mecanismos a favor de la inclusión y participación de las mujeres en la vida política, se sugiere indagar sobre su eficacia, es decir, considerar si el aumento del número de mujeres en el Congreso realmente ha llevado a una inclusión en la vida y acción política.

Ciertamente las regulaciones imponen o imprimen la forma en que debe funcionar la institución del Congreso, sin embargo, existen otros elementos como la carga de trabajo tanto en el espacio político como en el privado, las características biológicas y físicas, así como la experiencia en el ámbito político, que pueden ser relevantes o condicionar la acción diaria. En este sentido, la apreciación directa de los actores se convierte en el principal referente para verificar las transformaciones en la dinámica del Congreso.

El trabajo dentro de éste se entiende como una práctica generalizada, es decir, la regulación, el funcionamiento y proceder, debe ser atendido o válido tanto para diputadas como para diputados, el cual es un espacio de igualdad donde no existan limitaciones ni privilegios de ningún tipo.

No obstante, las condiciones formales de igualdad para el trabajo legislativo todavía no están del todo impuestas, la falta de familiaridad y conocimiento de las reglas informales de la institución y la doble jornada de trabajo que se presenta en los casos de las diputadas para quienes el cargo de elección popular, se suma al número de roles que ya ejercen en su vida diaria, son algunos de los principales factores que impiden la igualdad.

La práctica deja evidencias de la falta de representación sustantiva, es decir, de la representación de mujeres emanadas de diversos grupos de la sociedad e inclusive de grupos indígenas, de jóvenes y de adultas mayores por mencionar algunos. El trabajo dentro de la legislatura se percibe como un espacio sin privilegios ni limitaciones de ningún tipo, aunque persisten lógicas tradicionales de poder y de hacer en un espacio político, como la influencia de los partidos en la distribución de las comisiones y los cargos de poder al interior del Congreso. Por lo tanto, se confirma que el fin inmediato del principio de paridad ha cumplido su cometido de inclusión y, al mismo tiempo, es solo el inicio para generar condiciones para la representación sustantiva y la igualdad.

Las asignaturas pendientes al respecto van desde lo personal, individual, organizacional y hasta lo institucional. En lo individual existen los retos de la preparación tanto política como de especialización en diversos temas así como continuar con el proceso de empoderamiento de las mujeres; en lo organizacional existen grandes retos también para los partidos políticos, que proceso tras proceso se enfrentan con diversas complicaciones para completar sus cuotas de genero debido a la falta de incorporación permanente de mujeres dentro de sus estructuras  y, por último, en lo institucional se percibe que hace falta la modificación de dinámicas  y espacios de trabajo que posibiliten o den condiciones de igualdad a las mujeres. 

En cuanto a las mujeres como gremio político, se vislumbra la imperiosa necesidad de construir lazos de solidaridad que permitan seguir avanzando en cuanto a regulaciones y modificaciones en beneficio de sus intereses, tanto laborales como sociales. 

Estas asignaturas pendientes, entre otras, permiten dar cuenta de la falta de condiciones de igualdad al interior de los Congresos, y por tanto el gran reto sigue siendo lograr condiciones de igualdad reales.

Dra. Cecilia Sarabia

El Colegio de la Frontera Norte