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Opinión de Cirila Quintero Ramírez investigadora del Departamento de Estudios Sociales de El Colegio de la Frontera Norte, sede Matamoros de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 31 de mayo de 2012

Lo acontecido el pasado 11 de mayo en la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México, en donde sus estudiantes cuestionaron al candidato del PRI en torno a temas de los que todos tenemos una opinión, pero pocos la expresamos abiertamente, es un evento para resaltar, sobre todo porque estos jóvenes mostraron a los mexicanos que a pesar de todos los controles y presiones que existan, en México aún es posible expresar las opiniones para enunciar que el rumbo del país no va bien desde hace varias décadas y que es el momento de reorientarlo.

Estos jóvenes iluminaron un panorama nacional que estaba amordazado y en la oscuridad, especialmente a partir de los asesinatos no esclarecidos de periodistas o activistas sociales que habían denunciado la corrupción y la impunidad que existe en el país. La respuesta de los jóvenes a las acusaciones de que eran agitadores, personas infiltradas para crear la inestabilidad, por parte de los coordinadores de campaña de Enrique Peña, fue de lo más ejemplar, con los medios electrónicos que les brinda la modernidad respondieron valientemente, dando la cara y expresando que eran estudiantes y lo señalado eran sus propios puntos de vista y que nadie los había manipulado.

Ésta debería ser una importante lección para los políticos de que no sólo los jóvenes, sino la población en general está consciente y cansada de que el país se desmorone y que los gobernantes y los aspirantes a serlo no hagan nada, ni propongan claramente un programa de trabajo, en donde realmente se atiendan los problemas centrales que enfrenta el país, como serían el ataque a la pobreza en que viven millones de mexicanos, excluidos de los satisfactores básicos para vivir dignamente, y sobre todo terminar con la desigualdad social en que vive México, en donde sólo unos cuantos concentran la riqueza, mientras millones de mexicanos están hundidos en la pobreza. Los jóvenes y la población en general están hartos de la corrupción de los gobernantes pasados y actuales, de su enriquecimiento ilícito a costa del erario nacional, de que sólo les interese su bienestar personal, no hagan nada para mejorar sus municipios, entidades o la nación, y por el contrario, contribuyen en mucho a que la corrupción y la impunidad sigan dominando al país.

Todos los políticos de México deberían sentirse cuestionados con este movimiento, porque si bien se encarna en Peña Nieto, va más allá, y es el reclamo a un sistema político a los gobernantes que han dirigido el país desde hace décadas y que no han sido capaces de crear las condiciones necesarias para que la justicia, el bienestar social y el consenso sean las características centrales que distingan a México. Los gobernantes que no se sientan aludidos con este cuestionamiento será porque prefieren seguir sordos a los reclamos de los mexicanos, y eso ya no puede ser posible en la actualidad.