El dictum latino, “si vis pacem, para bellum”, si quieres la paz prepara la guerra, sigue teniendo vigencia, como los fratricidios. Cuando Caín le destrozó el cráneo a su hermano Abel con una quijada [¿de burro?], no solo perpetró el primer fratricidio, porque fratricida es la guerra entre rusos contra ucranianos, sino que innovó en la tecnología de armas. Empuñar un objeto contundente, tanto sirve para disuadir y defenderse como para atacar, sin olvidar que las artes marciales orientales han sofisticado la capacidad letal de un puño cerrado desde hace milenios. La acción de Caín recomienda ir armado por la vida, preparar la guerra. Siempre hay un Putin a la vuelta de la esquina. Pero si las circunstancias lo permiten, es mejor seguir el dictum de AMLO: abrazos no balazos.
La doctrina del si quieres paz, prepara la guerra, ha producido metamorfosis. Ya no hay Ministerios o Secretarías de la Guerra, sino de Defensa. La guerra perdió su glamour machista y volvió a representar el acontecimiento atroz que es. Curiosamente, la palabra “guerra” en español, y en la mayoría de lenguas latinas también, desplazó a cualquier forma del “bellum” latino [que queda en bélico o belicista], procedente del germánico “werra”, de ahí war en inglés. Aunque en el actual alemán guerra se dice “krieg”, de ahí la blitzkrieg, guerra relámpago, que los alemanes pusieron en práctica en 1939 al invadir Polonia o la “ratkrieg”, guerra de ratas, que fue en lo que derivaron los combates en el cerco de Stalingado. Y “ratkrieg” es lo que estamos viendo en la cercada acería de Azovstal, último foco de resistencia ucraniana en la estratégica ciudad-puerto de Mariupol.
También están ocurriendo episodios sorprendentes, porque anudan viejos y nuevos conocimientos, viejas tácticas y nuevas tecnologías. Sabíamos que en la guerra de las Malvinas en 1982 por primera vez en la historia fue lanzado desde un avión, argentino, un misil, un Exocet francés, que mandó a pique al buque insignia inglés Sheffield. Sabíamos que la guerrilla Hezbollah, en el sur del Líbano, en el 2006 había dejado fuera de combate la corbeta israelí Hanit con un sistema de misiles y radar montados en una camioneta. Lo que nadie imaginó es que los ucranianos, utilizando la táctica de Hezbollah [plataforma móvil que se activa para disparar y con las mismas huir], iban a hundir al buque insignia de la flota rusa en el Mar Negro, el crucero Moskva o hace unos días dejó fuera de combate la fragata Almirante Makarov. El barco tecnológicamente más avanzado de Rusia.
Estos aciertos ucranianos solo se explican por la información de inteligencia y uso de satélites de Estados Unidos y la Gran Bretaña. Las nuevas tecnologías de la información y comunicación digital-trónicas, pero también el valor y pericia de quien lo ejecuta. Sin embargo, todo lo material se puede reponer.
Lo que no podrá reponer Putin son los 12 generales abatidos, más de 30 altos mandos, los 30,000 soldados profesionales muertos ni los 90,000 heridos [miles de mutilados; luego vendrán la locura, el estrés post-traumático o los suicidios]. Un experto veterano, experimentado durante décadas, no se improvisa de un día para otro. Solo los mediocres o los vendedores de humo, como Putin, creen que todos somos prescindibles.
¿Cuánto tardarán los humillados militares y oligarcas rusos en dar un golpe de estado?
Postdata: la diosa romana de la guerra se llamaba Bellona [de ahí bellum o bélico], su novio se llamaba Marte [Mars, dios de la guerra, de ahí marzo y marcial].
Dr. Guillermo Alonso Meneses
El Colegio de la Frontera Norte