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Los principios de la ética pudieran parecer algo intangible, arcaico o desfasado de la modernidad acelerada en la que vivimos, sin embargo, nada más actual que los principios éticos que deben regir el camino del investigador.
Para Sócrates, la ética se refiere a la búsqueda de la verdad y la virtud a través de la razón y la reflexión. Sócrates era fiel seguidor (hasta la muerte, literalmente) de que la ética no se basaba en reglas externas o en la opinión popular, sino que se encontraba dentro de cada individuo y debía ser descubierta por cuenta propia a través de la reflexión y la introspección sobre sus propias acciones, pensamientos y deseos.
Sin duda lo que pide Sócrates no es ejercicio de un día, nadie amanece con ganas de cuestionar totalmente su existencia y proceder, sin embargo, hay momentos de la vida, rupturas en nuestra cotidianidad, que ameritan una reflexión sobre nosotros mismos.
Una de estas rupturas debiera ser cuando decidimos adentrarnos en la investigación metodológica. En términos de investigación, la ética de Sócrates podríamos interpretarla como la necesidad de buscar la verdad y el conocimiento con integridad. Significa esto que los investigadores debemos ser honestos tanto a la hora de recolectar como al minuto de interpretar y analizar los datos, evitando en la medida de lo posible cualquier tipo de manipulación y/o distorsión de los resultados.
Esta acción nos solo conlleva actuar correctamente, también implica que en el momento dado que los resultados de la investigación no sean los esperados, se deben de aceptar los hechos arrojados por la investigación y los sujetos y modificar las ideas acorde a los resultados de la ciencia, porque somos científicos no creyentes, el dogma y la fe la dejamos de lado en pos de perseguir la ciencia, porque es este el camino que elegimos.
El diálogo y la discusión son nuestras herramientas de uso diario, deben estar siempre disponibles al momento de investigar, con ellas damos cabida a nuevo conocimiento, a perfeccionar las ideas y la creación de nuevas, sin esta ayuda, de nueva cuenta caeremos en el dogmatismo.
Reflexionemos en que nuestro papel en la sociedad es precisamente conocimiento, no fantasías distorsionadas, nosotros somos científicos no poetas y mucho menos charlatanes, que es esta nuestra forma de vivir, de trabajar de ganarnos la vida, y que nuestra credibilidad se construye paso a paso, pero que puede caer de manera precipitada si no seguimos los principios éticos en la investigación, pues como diría Sócrates “No es difícil evitar la muerte; lo es mucho más evitar la deshonra, que marcha más ligera que la muerte”.
Martha del Carmen González Reyes
Maestría en Desarrollo Regional de El Colegio de la Frontera Norte