La dicotomía del lenguaje

Regresar a Columnas de opinión

Opinión de Martha del Carmen González Reyes Investigadora de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 23 de febrero de 2023

El lenguaje es la condición “sin la cual no habría existido entre los hombres ni república, ni sociedad, ni contrato, ni paz” según Thomas Hobbes. El uso general de la palabra consiste para Hobbes, en transformar el discurso mental en discurso verbal. Es decir, lo que pensamos lo transmitimos a través del lenguaje.

Desde niños aprendemos el significado de las palabras, asociando la imagen con el significado, en qué momento de nuestras vidas cotidianas comenzamos a utilizar una palabra en masculino para algo bueno, y convertirse en algo malo o denigrante al utilizarlo en femenino. Ejemplos hay miles, pero comencemos con “zorro”, al utilizar “zorro” en la frase “ese hombre es un zorro” lo que se viene a la mente por asociación es un hombre astuto, un hombre que utiliza los recursos a su disposición para favorecer la situación y convertir una mala pasada en una situación favorable para él. 

En cambio pensemos en “zorra”, que se viene al imaginario cuando alguien se refiere a una mujer como “zorra”, sin duda, lo más seguro es que se piense en ella como una prostituta, una guarra, o en alguno de los más de 50 sinónimos que hay en el castellano para referirse a una mujer disoluta. 

De igual manera no es lo mismo referirse a “aquel fulano” que puede ser aquel hombre del cual no se recuerda el nombre, sin demeritar al personaje, simplemente sin recordar su nombre, que no es lo mismo que a referirse a “aquella fulana” sinónimo de nueva cuenta de prostituta. 

Qué decir de “lobo”, usado en masculino se referirá a aquel hombre genial en los negocios o en la juerga, que es fuerte y ágil, un “lobo en los negocios” un “viejo lobo de mar”, un “lobo en la cama” a saber, un ganador, un líder. Pero que hay de “loba” de nueva cuenta, una mujer “loba” es una devoradora de hombres, una femme fatal, de la que se nos advierte como personas decentes que nada bueno viene de asociarse con una loba. 

El lenguaje dicotómico y sexista, donde el significado de una palabra al usarse en masculino se asocia con cualidades superiores y usado en femenino se asocia a algo vulgar y despectivo está impregnado en el lenguaje diario, es totalmente común y aceptado referirnos a situaciones despectivas a través del femenino, la expresión “corres como niña” nos hace referencia a la debilidad, y lo débil de nueva cuenta lo tomas como despectivo y femenino.  

Hasta para insultar se utiliza el lenguaje femenino, no insultamos mencionando al padre, sino a la madre. No agravamos cualquier insulto con un masculino, sino con uno femenino. El sexismo lingüístico está tan arraigado entre la sociedad que se nos enseña a insultar en femenino, utilizando principalmente denotaciones que atacan la falta de pureza y castidad en una mujer siendo estos los atributos considerados más importantes para las mujeres. Dejemos de lado los estudios, las habilidades técnicas y manuales, la inteligencia emocional y carisma, las habilidades interpersonales, de negocios, y un largo etcétera, eso queda opacado por algo tan arcaico e incierto como la castidad. 

Incluso al atacar a un hombre, se le atacara con terminos femeninos: ese hombre es un marica, llora como nena, habla como vieja. Lo débil, lo malo, lo denigrante de nueva cuenta se asocia a lo femenino. Es hora de cuestionar ya no solo los machismos explícitos sino también los micromachismos que permean en la sociedad y que muchas veces reproducimos a través de dichos, connotaciones y hasta insultos. 

Martha del Carmen González Reyes

Estudiante de la Maestría en Desarrollo Regional El Colegio de la Frontera Norte