El operativo fallido en Culiacán y la tragedia de la familia Lebaron debieran ser evidencia suficiente de que la estrategia de seguridad no está funcionando y la crisis de violencia que acosa al país se está agudizando. Especialmente preocupantes son los ataques deliberados a población civil por parte de los grupos criminales, una raya que el crimen organizado no se había atrevido a cruzar y hoy ha quedado atrás.
No basta con señalar que la espiral de violencia comenzó en el sexenio de Felipe Calderón, tiene cerca de 7 años de haber dejado el poder. Tampoco con excusarse repitiendo una y otra vez que se heredó una situación de violencia complicada. El gobierno de la república tiene prácticamente un año gobernando y la situación de seguridad hoy está peor que hace un año. Peor aún, la relación entre las fuerzas armadas y las autoridades civiles cada vez es mas tensa derivado de la frustración de la tropa por decisiones equivocadas que los ponen en peligro a ellos y sus familias.
El problema de seguridad que enfrenta México es un tema de crimen organizado. Estos grupos criminales buscan controlar territorios para desarrollar actividades de narcotráfico (las menos preocupantes) y de extracción de rentas (secuestro, extorsión, robo). Ese problema no se resuelve con programas sociales como lo ha planteado el presidente. Por supuesto que en el fondo del problema de violencia que vive México está la desigualdad, la falta de oportunidades y la incertidumbre que vive una gran parte de la población joven del país. Sin embargo, no hay un solo sicario que haya dejado el crimen organizado porque le otorgaron una beca de 3 mil pesos en Jóvenes Construyendo el Futuro. Pretender resolver la crisis actual de seguridad que vive México con programas sociales es como darle a un herido que se desangra, por haber participado drogado en una riña, cursos de prevención de adicciones. Lo urgente es detener la hemorragia. Claro que hay que implementar programas sociales que vayan a las causas de raíz del problema de violencia, pero pretender resolver la crisis sólo con programas sociales es de extrema ingenuidad.
La solución a la crisis de seguridad que vive México pasa por reducir la impunidad. En otras palabras, es necesario que los criminales perciban que el riesgo de recibir castigo en un periodo corto de tiempo por sus acciones es real. En condiciones de alta incertidumbre, como las que se viven en zonas de alta violencia, las personas tienden a tomar todo lo que pueden mientras pueden.
¿Cómo lograr reducir la percepción de impunidad? Una estrategia altamente efectiva es la disuasión focalizada, concentrar los esfuerzos en las personas y zonas mas violentas. No todo el país es violento ni todas las personas son criminales, concentrar los esfuerzos de las instituciones de seguridad en aquellas personas y zonas que están causando la mayor parte del problema de violencia es mas eficaz que tratar de cubrir todo el país con una guardia que es claramente insuficiente. Es importante que los esfuerzos de seguridad se centren en arrestar y llevar a la justicia a las personas que están generando el espiral de violencia y no en perseguir delitos de forma general. Se requiere que las instituciones de seguridad operen en base a modelos guiados por inteligencia que permitan focalizar los esfuerzos y dar resultados rápidos en materia de seguridad. Urge que las autoridades empiecen a tomar con seriedad el tema de seguridad.
Dr. José Andrés Sumano Rodríguez
El Colegio de la Frontera Norte