Corredor fronterizo: La compasión racional hacia las personas migrantes

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Opinión de Gabriela Zamora Investigador de El Colegio de la Frontera Norte

martes 12 de septiembre de 2017

Monterrey es una ciudad donde cada día nos encontramos con más personas migrantes, las distinguimos por su característico atuendo: sudaderas con gorra para protegerse del sol, back packs donde llevan todas sus pertenencias, pantalones de mezclilla deslavada y sucia y tenis muy desgastados.

Sus rostros denotan preocupación y esperanza, su mirada el deseo que nos solidaricemos con ellos y en nuestras acciones les demos un poco de dinero para continuar su viaje o poder costearse una comida.

Las migraciones en forma irregular no son viajes de placer o aventura, hombres, mujeres, niñas y niños se ven forzados a dejar a sus seres queridos y sus comunidades por escapar de la violencia, reencontrarse con sus familiares o por buscar un empleo; todas condiciones vinculadas a la privación de los derechos humanos.

Las pocas opciones que tienen les llevan a ver en la migración la mejor posibilidad y a considerar el irse como una esperanza a romper con las condiciones que les motivan a emigrar.

Las migraciones de forma irregular colocan a las personas migrantes mexicanas y extranjeras en uno de los grupos más vulnerables: por ser migrantes, por encontrarse en situación irregular y por buscar ser «invisibilizados» para no ser detenidos. Aspecto que los lleva a depender de los apoyos entre ellos y de las comunidades donde se encuentran. Desde las casas de migrantes, las historias que escuchamos cada día se relacionan con extorsiones, abusos, robos, violaciones, pero también expresan reconocimiento y gratitud por las ayudas que reciben durante su trayecto.

Sobre el apoyo hacia las personas migrantes a nivel local, el estudio realizado en 2016 por Casa Monarca. Ayuda Humanitaria al Migrante, CasaNicolás y la Facultad Libre de Derecho, indica que 68.5 % de las personas migrantes recibió algún tipo de ayuda de la sociedad civil, 27.2 % de alguna organización no gubernamental y sólo 4.3 % del gobierno.

La pregunta es sencilla, y si nosotros fuéramos los migrantes ¿nos gustaría que nos ayudaran? Phil Bloom psicólogo social de la Universidad de Yale, distingue la empatía de la compasión racional. La empatía es solo un sentimiento, es sentirse “bueno” e implica el deseo de querer ayudar a los demás, mientras que la compasión racional nos permite involucrarnos en proyectos a largo plazo encaminados a formar mejores sociedades y culturas, proyectos que llevan consigo la disminución de la pobreza o la atención a las personas migrantes, entre muchos otros. Es decir, la compasión racional implica compromiso y responsabilidad, mientras que la empatía un sentimiento fugaz.

En el ámbito de las migraciones, como señala el Director de Casa Monarca. Ayuda Humanitaria al Migrante «debemos dar una respuesta local a un fenómeno global» y esta respuesta solo puede darse a través de la compasión racional.

Gabriela Zamora

El Colegio de la Frontera Norte