El Corredor Fronterizo: Indicadores de calidad de vida en el AMM: algunas precisiones

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Opinión de José Luis Castro Profesor-investigador de El Colegio de la Frontera Norte

lunes 11 de abril de 2016

Por: José Luis Castro
Profesor-investigador de El Colegio de la Frontera Norte en Monterrey.

Hace unas semanas salió a la luz la edición 2016 del reporte sobre calidad de vida en diferentes ciudades alrededor del globo que pública año con año la firma Mercer, un consultor internacional en áreas de salud, retiro e inversiones. En la lista de 230 ciudades de este año, además de la ciudad de México se encuentra la ciudad de Monterrey, la que aparece calificada en una posición mejor con respecto a 2015 (108 versus 109) y con un nivel de calidad de vida superior a la primera (127).

Dentro del grupo de indicadores base que permitieron la reclasificación de la calidad de vida de Monterrey, llama la atención la inclusión de temas como la inseguridad, la calidad del aire, el transporte público y el tráfico vehicular entre otros, cuyas problemáticas se han vuelto endémicas en el AMM, y que según parece están subvaluadas por el análisis que sustenta a la referida lista.
El automóvil particular ha estado siempre presente en la expansión urbana del AMM, no únicamente como el medio de transporte favorecido por los grupos socioeconómicos más altos, sino como resultado de los programas de importación de vehículos usados (chocolate), que han tenido un efecto profundo en el incremento del parque vehicular.

De acuerdo a cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en el período 2000-2014 la población de los doce municipios conurbados del AMM se incrementó 30%, en tanto que el parque vehicular particular se duplicó en el mismo lapso, a poco más de 1.2 millones de unidades, correspondiendo esta cantidad al 93% del total de vehículos de este tipo en el estado en dicho año. Este crecimiento ha estado acompañado por diferentes obras viales, entre las que destacan aquellas iniciadas a raíz de los impactos del huracán “Alex” en 2010, y cuyo ejemplo más ilustrativo es el conocido par vial Constitución-Morones Prieto. El resultado –previsible dirían los expertos en planeación- ha sido la atracción de mayores volúmenes de tráfíco en las arterias clave, con los consecuentes congestionamientos, lo que ya no se limitan a las horas pico.

Unada al escenario anterior está la problemática del transporte público, que lejos de cumplir con la aspiración discursiva de los responsables del servicio de convencer a los automovilistas de dejar sus autos en casa, sus condiciones de eficiencia operativa no están mínimamente a la altura de las tarifas, que se encuentran entre las más altas del país. A esto hay que agregar una creciente inseguridad que viven los usuarios en diferentes rutas, como ha sido ampliamente documentado por diferentes medios locales.

Una condición poco conocida pero de creciente importancia es la contaminación en el AMM generada no únicamente por los incrementos en el parque vehicular y los frecuentes congestionamientos en la red vial, sino también por la presencia de partículas suspendidas en diferentes zonas intraurbanas. Un ejemplo del agravamiento de esta problemática fue la contingencia atmosférica que emitió el gobierno de Nuevo León en la última semana de diciembre pasado.

No se sabe el peso que se le da a la problemática descrita aquí en relación a otros factores en el análisis que hacen organismos como Mercer, o el perfil de las personas a las que van dirigidos dichos reportes. Lo que si parece claro es que las condiciones expuestas muestran una evidente subvaluación de algunos factores que afectan seriamente la calidad de vida de los residentes, y su omisión distorsiona la realidad que enfrentan grandes ciudades como Monterrey, así como los esfuerzos por avanzar en soluciones a la misma.