¿Indiferencia inentendible?

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Opinión de Jorge A. Bustamante Fernández Fundador e investigador emérito de El Colegio de la Frontera Norte y Miembro del Consejo Consultivo de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos de El Colegio de la Frontera Norte

miércoles 2 de octubre de 2013

El pasado 22 de septiembre en Los Ángeles, California, tuvo lugar una marcha considerada por el diario La Opinión, como la «mayor unidad política lograda en la última década» entre las organizaciones más representativas del «voto latino» en Los Ángeles, que es donde se encuentra el mayor número de votantes de origen mexicano que votaron por la reelección del presidente Obama. A mí me sigue pareciendo difícil de explicar la separación o la distancia que existe entre los niveles de conciencia colectiva sobre los problemas de los migrantes de origen mexicano en Estados Unidos que se manifiestan públicamente en aquel país, frente al desinterés manifiesto en México. Después de todo, los actores principales de esos problemas son tan mexicanos en el origen como en el destino de sus migraciones. La diferencia entre las dos perspectivas se pudo ver claramente (frente a la ausencia de muestras de solidaridad en México) en los miles de marchistas que desfilaron por las calles de Broadway de Los Ángeles el pasado 22, llevando banderas y carteles con leyendas dirigidas al presidente Obama demandando la suspensión de las deportaciones y protestando por la separación de familias por falta de documentación migratoria. Ahí mismo, en la marcha, se anunció que el próximo 5 de octubre se realizarán otras marchas, otra vez en Los Ángeles y en otras 40 ciudades de Estados Unidos, según lo anunciaron el congresista demócrata Luis Gutiérrez y el líder sindical Eliseo Medina. Pero en México… nada. Apenas uno de los diarios de circulación nacional se refirió al anuncio en Estados Unidos de las marchas del 5 de octubre. Para el resto no fue noticia. Como si se tratara de algo que no tiene que ver con México como país, ni con los mexicanos como referencia a sus millones de nacionales en el extranjero. Es difícil, pero no imposible, imaginar el porqué de esa tan clara indiferencia de los mexicanos de acá, respecto de los mexicanos de allá. Mi hipótesis tiene que ver con una mezcla de racismo y de clasismo de raíces históricas, de parte de los mexicanos de acá. Racismo, porque vemos a los de allá, de manera similar a como vemos a nuestros indios de acá. Vemos a los de allá, como más asociados a los indios, que a nosotros. Clasismo, porque los vemos como acá vemos a los pobres. Basta con que nos sintamos de clase media para que no tengamos nada que ver con ellos.

El hecho es que la mayor parte de los mexicanos de aquí y de ahora no se identifican con los mexicanos de allá. Los ven como si fueran de otro país sin ninguna relación con el nuestro. Allá el anuncio de sus marchas pudo ser noticia destacada por el New York Times, principal diario de aquel país. En el nuestro brilló por su ausencia. Mi tesis sobre la indiferencia de los de acá tiene excepciones. Yo soy uno de esas. Me la he pasado diciendo esto en mis clases y escribiéndolo en mis trabajos de investigación y de difusión general, por muchos años. Hay entre nosotros mucha gente a la que no le interesa lo que les pase a los mexicanos de allá porque no siente identificación alguna con ellos. Cuando mis alumnos reaccionan ante tal tesis, con cierto escepticismo o como frente a una exageración, yo les pido que busquen información que refute esa tesis, sobre alguna manifestación de protesta en las calles o plazas de una ciudad-capital del país, sobre el tratamiento discriminatorio que reciben en Estados Unidos los mexicanos de allá. Como en toda regla, probablemente haya excepciones, que por cierto, me gustaría conocer. Lo cierto es que, lo más reciente me da la razón. No conozco de planes de acciones públicas de solidaridad de los mexicanos de acá, con la pasada marcha en Los Ángeles o las anunciadas para el 5 de octubre. Por cierto, esto es algo aún corregible.

Cuando alguien de acá se extrañe de ver el entusiasmo de mexicanidad de un 5 de mayo en cualquier comunidad de mexicanos en Estados Unidos, pienso que alguien tendrá que seguir diciéndoles a los mexicanos de acá -parafraseando a Bartolomé de las Casas- que los mexicanos de allá tienen alma mexicana, igual (o hasta más clara) que los mexicanos de acá.