Imaginar un río ¿en el río?

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Opinión de Yeminá Valdez Samaniego de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 25 de septiembre de 2025

La primera vez que escuché la frase “Un Río en el Río” como título de un movimiento de la ciudadanía neolonesa, me sorprendí profundamente. ¿Qué podía significar exigir a las autoridades estatales que en el río hubiera un río? Lo obvio se volvía provocador: el cauce del río Santa Catarina había dejado de ser percibido como un río en la vida cotidiana de Monterrey. Nombrar lo evidente era, en realidad, denunciar una ausencia.

El río Santa Catarina tiene 158 kilómetros de longitud. De ellos, unos 40 atraviesan el área metropolitana de Monterrey, cruzando seis municipios. A simple vista parece un cauce seco, pero es también un archivo abierto de la historia urbana. Allí se han sedimentado mercados ambulantes y estacionamientos improvisados, canchas de fútbol, pistas de go-karts y hasta la misa multitudinaria del Papa Juan Pablo II. El río ha sido escenario de catástrofes: el huracán Gilberto en 1988, el huracán Alex en 2010, y también episodios de criminalidad y abandono. Cada época dejó su huella, tratando al río como problema, como basurero, como espacio vacío o como infraestructura.

Y, de pronto, aparece esta nueva capa: la de un grupo de colectivos y personas de distintas edades y trayectorias que deciden volver a mirar al Santa Catarina como lo que es: un río. Bajo el nombre Un Río en el Río, han creado un espacio ciudadano distinto. No levantan grandes proyectos de concreto ni venden soluciones técnicas. Proponen algo más sencillo y, por lo mismo, más radical: estar allí. Caminar el cauce, hacer recorridos, conversar a la orilla, escuchar la vida que todavía palpita en ese microcosmos.

Precisamente, uno de sus programas ciudadanos se llama Viaje al microcosmos, el otro, Conecta con el río. La idea es convocarnos en lo pequeño, a observar insectos, plantas, rastros de agua, huellas de lo vivo que resisten entre la piedra y la arena. La apuesta es simple: lograr ver al río como naturaleza, aunque esté en medio de la ciudad, cambiar la forma en que nos relacionamos con él. Dejar de verlo como obstáculo y convertirlo en lugar.

Se busca que el río Santa Catarina sea legalmente reconocido como un área natural protegida, en su modalidad de corredor ripario. El cauce sigue siendo tratado como espacio desaprovechado, como cicatriz urbana, como promesa pendiente de urbanización. Lamentablemente, esta protección deseada solo existe en intenciones políticas, pero carece de fuerza formal, y seguirá así mientras la ciudad siga sin verlo como naturaleza.

Por eso la frase “un río en el río” es una ruptura de la percepción. Nos recuerda que no hay un solo río, sino muchos que coexisten en el mismo cauce: el río físico, que arrasa con puentes cuando llueve; el río político, de decretos y obras; el río social, ocupado por mercados, estacionamientos y olvidos; y el río comunitario, que hoy toma forma gracias a quienes deciden habitarlo de otra manera.

La pregunta no es solamente qué hacer con el Santa Catarina, sino qué río queremos reconocer en él. ¿Seguiremos viendo un espacio vacío que espera ser domesticado, o aceptaremos que ya tenemos en medio de la ciudad un ecosistema vivo, frágil y valioso?

Al final, pedir un río en el río es un acto de honestidad política y de imaginación social. Es recordar que la ciudad no puede existir de espaldas a su río, que el futuro de Monterrey no se mide solo en avenidas, edificios o el mundial de fútbol, sino en la capacidad de sus habitantes para reconocer lo evidente: que un río, aunque lo hayamos negado tantas veces, sigue siendo río.

Yeminá Samaniego
El Colegio de la Frontera Norte, Estancia Postdoctoral.


Las opiniones expresadas son responsabilidad de quien las emite y no reflejan necesariamente una postura institucional de El Colegio de la Frontera Norte.

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