Es verdad que en estos momentos podría resultar difícil pensar en un panorama optimista ante los hechos que sigue dejando la pandemia del Covid-19 a partir de los últimos cinco meses. Es verdad que la información que circula casi en tiempo real y a escala global se ha utilizado no pocas veces para alentar el miedo. Los últimos 40 días han cambiado el ritmo prácticamente de todas las actividades cotidianas en el mundo, como también crecen las voces que apelan a una mayor solidaridad. En la medida que avanzan las semanas, crece la insistencia de repensar el futuro que queremos, en tanto que la añoranza al pasado inmediato se desvanece con una mayor conciencia de las desigualdades sociales en el mundo.
Al mismo tiempo las invitaciones a reflexionar, las infografías, las encuestas de bienestar, soledad y estrategias en el resguardo, los slogans, los hashtags, las teorías esperanzadoras, las catastróficas, los “memes” y sobre todo las noticias falsas “fake news” nos han vuelto más propensos a la infoxicación. La saturación de información nos ha puesto aún en menor tiempo, en riesgo de perder la creatividad, de desarrollar la capacidad de reinventarnos y de accionar la solidaridad como una vía para la salud económica más allá de las calificaciones financieras.
Si pensamos específicamente en los Micro, Pequeños y Medianos negocios en México, que con más de 97% de unidades económicas equivalentes a más 4, 000, 000 de empresas y más de 11,000,000 de empleos generados, podemos fijarnos dos escenarios. Uno de tipo catastrófico acorde a la mayoría de las calificadoras financieras que las parecen destruir anticipadamente. O bien podemos tratar de ganar un mes. La sobrevivencia de las empresas depende de su capacidad de adaptarse ante los escenarios de crisis. Ganar un mes desde la reorganización de cadenas locales, hasta la reconversión de los vínculos actuales para sumarse a cadenas externas de suministro esencial. Asimismo, vale la pena prepararse para los siguientes meses ante en un escenario de insuficiente abasto de insumos provenientes de China.
De acuerdo con el reporte “The economics of a pandemic: the case of Covid-19” presentado el pasado 23 de marzo por la London Business School (LBS) -auspiciado por el European Research Council y el Wheeler Institute-, observamos de manera anticipada que los efectos de la pandemia dejarán importantes huellas en el campo de la ciencia, las políticas de salud, la economía y las políticas macroeconómicas. Los investigadores Paolo Surico y Andrea Galeotti, profesores de economía en la LBS, muestran los puntos de quiebre de cada caso. En economía, el estudio revela escenarios de recuperación diferenciados para aquellos segmentos económicos que experimentarán mayores estragos.
El segmento de hospitalidad y turismo, de acuerdo con el informe será uno de los más afectados y con una curva de recuperación menos rápida, mientras que el segmento de transporte aéreo tiene el segundo orden de impacto. Los segmentos de impacto intermedio señalados son la industria petrolera y gas, y el automotriz. Mientras que el impacto moderado lo tendrán la producción de alimentos, así como los segmentos de electrónicos y semi-conductores.
Podemos repensar esta proyección desde las recientes medidas tomadas por el Gobierno de la República Mexicana, a través del Consejo de Seguridad General y la Secretaría de Salud, dadas a conocer el pasado 30 de marzo como parte de las Medidas de Seguridad Sanitaria. En la Medida 1, Inciso c), se cita que “Los sectores considerados como esenciales para el funcionamiento fundamental de la economía” son:
- los financieros
- la recaudación tributaria
- la distribución y venta de energéticos, gasolineras y gas
- la generación y distribución de agua potable
- la industria de alimentos y bebidas no alcohólicas
- los mercados de alimentos, supermercados, tiendas de autoservicio, abarrotes y venta de alimentos preparados
- los servicios de transportes de pasajeros y carga
- la producción agrícola y pecuaria
- la agroindustria,
- la industria química
- la fabricación de productos de limpieza
- las ferreterías
- los servicios de mensajería
- los servicios de seguridad privada
- las guarderías y estancias infantiles
- los asilos y estancias para personas de la tercera edad
- los servicios de telecomunicaciones y medios de información
- los servicios privados de emergencia,
- los servicios funerarios y de inhumación
- los servicios de almacenamiento y cadena de frío de insumos esenciales
- los servicios de logística desde aeropuertos, puertos y ferrocarriles
- y aquellas actividades cuya suspensión pueda tener efectos irreversibles para su continuación.
Por lo tanto, el tiempo de reacción será clave para las empresas que ya son parte de estos segmentos esenciales, así como para aquellas susceptibles de vincularse con ellos. En caso contrario, la reorganización y planeación estratégica interna puede ser de gran ayuda para las empresas que por ahora requieren mantenerse en receso hasta el 30 de abril. La revisión de los insumos requeridos por Estados Unidos y que pueden ser fabricados en México, es una ventana de oportunidad para proyectar la proveeduría desde México, advirtiendo la vigencia de los acuerdos comerciales vigentes.
En síntesis, la posibilidad de analizar lo que sucede en los países donde la pandemia se ha propagado más rápido, posibilita en teoría un esquema de rápidas reconversiones. Los proveedores mexicanos que localmente pueden solventar con rapidez las nuevas demandas podrían coadyuvar a disminuir los efectos de la crisis económica. La parálisis del sistema económico real debe evitarse; los esfuerzos deben centrarse en las unidades que pueden mantener la demanda activa que no ha desaparecido aún con el aislamiento social. Por ello ganar un mes exige reorganizarse internamente, revisar planes de mediano y largo plazos, estados financieros, ajustar esquemas de venta, pero sobre todo mantener la confianza y la solidaridad entre las redes de proveedores y compradores que siguen activas y las que pueden activarse inmediatamente.
Dra. Araceli Almaraz
El Colegio de la Frontera Norte