La ciudad de Tijuana ha tenido un crecimiento urbano y demográfico explosivo en diferentes periodos de su historia, debido a que es un foco de atracción de importantes flujos migratorios del resto de México, Centroamérica y de otros países. Con una población en 2020 de 1,810,645 habitantes (911,352 hombres y 899,293 mujeres), la ciudad ha superado una serie de problemáticas para abastecer de agua a sus habitantes, considerando al agua como recurso natural o como servicio público.
El agua como recurso natural es escaso, los que vivimos en esta noble ciudad sabemos que no todos los inviernos llueve de la misma manera, presentándose años con abundantes lluvias como las de 1993 y 1998, hasta años secos en los que no llueve ni 100 milímetros, siendo el promedio anual acumulado igual a 240 milímetros (un milímetro de lluvia es igual a un litro de agua sobre un metro cuadrado). Es por este, y otros factores naturales, que la región donde se asienta Tijuana es semidesértica, por lo que el agua es un recurso escaso que debe ser aprovechado de manera inteligente en las viviendas, comercios, industrias y actividades agrícolas.
El agua como servicio público, tiene una historia interesante y compleja. Hasta la década de 1930, Tijuana se abastecía de agua a partir de los pozos en las riberas del río Tijuana, desde la presa Abelardo L. Rodríguez (construida en la década de 1930’as), hasta la línea internacional entre México y Estados Unidos. Otra fuente de suministro era la corriente superficial del mismo río, pero esta solo estaba disponible en temporada de invierno, así lo demuestra el gran número de ranchos que se asentaron en ambas riberas del río. Es precisamente en 1940 cuando la presa se llenó hasta el borde por primera vez en su historia, situación que solo se ha repetido en dos ocasiones más en las décadas de 1980’as y 1990’as.
A inicios de la década de 1960’as, empezó la construcción del acueducto La Misión -Tijuana, para dar respuesta a la sequía que afectaba a la región. Esta obra fue el primer trasvase de la cuenca La Misión a la cuenca del río Tijuana, para atender a la población urbana que para ese entonces había pasado de 59,952 habitantes en 1950 a 152,374 personas en 1960, un crecimiento explosivo de 9.7 anual. El acueducto estuvo planeado para conducir hasta 530 litros por segundo (lps), con aportes del acuífero La Misión y de agua desalinizada de Rosarito.
El aumento de población en Tijuana ha sido una constante, al igual que las sequías. Por esta razón, desde 1972 se cuenta con una línea de emergencia que puede abastecer de agua a la ciudad, volúmenes que son enviados por San Diego, California, y son descontados de los entregados por el río Colorado en Mexicali, B.C. Las entregas de emergencia a Tijuana han sido frecuentes desde 1972 hasta el 2022.
La ciudad siguió registrando altas tasas de crecimiento, al llegar a los 277,306 habitantes en 1970, por lo que se siguieron buscaron nuevas fuentes de abastecimiento de agua, ya que los volúmenes de la presa Abelardo L. Rodríguez eran insuficientes. En 1975 inició la construcción del acueducto Río Colorado-Tijuana, para conducir agua desde el valle de Mexicali a esta ciudad, un tramo de 130 km que debía superar una altura de 1,100 m que ofrece la sierra La Rumorosa, y de este punto por gravedad hasta la presa El Carrizo (43 hm3). La obra empezó a operar en 1985 con una capacidad de 4,000 lps, que luego fue ampliada a 5,333 lps en 2011. La población de Tijuana pasó de 429,500 personas en 1980 a 698,752 habitantes en 1990.
En la actualidad, el abastecimiento de agua sigue siendo un problema que se ha resuelto parcialmente, ya que se han aplicado cortes programados hacia finales de 2019, con la intención de mantener niveles operativos en la presa El Carrizo, principal fuente de suministro. Para que se pueda contar con los volúmenes necesarios para abastecer al 100% a la población, se requiere mantener en buen estado la infraestructura hidráulica, equipos de bombeo eficientes, acuerdos entre los actores sociales de los derechos de agua en Mexicali, quienes pueden aportar mayores volúmenes de agua ante el creciente consumo en Tijuana, además de una infraestructura de distribución en buen estado en la ciudad.
Para garantizar el abastecimiento de agua, se deben buscar nuevas fuentes de abastecimiento. El tratamiento y reuso del agua urbano no ha tenido el impacto necesario para una región semidesértica como la nuestra, ya que se requieren sistemas de tratamiento eficientes, viables económicamente y aceptados por los usuarios finales. Otra fuente de abastecimiento puede ser la desalinización de agua de mar, pero deberá contar con una planeación que cumpla con la normatividad ambiental, viabilidad económica y aceptación social.
Dr. Juan Manuel Rodríguez Esteves
El Colegio de la Frontera Norte