¿En materia de uso de drogas, son las adolescentes iguales a los varones?

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jueves 12 de noviembre de 2020

Una de las conclusiones del programa de prevención de uso de sustancias adictivas Mantente REAL, que implementamos con estudiantes de secundaria en Nogales, Sonora, sugiere un efecto diferenciado de género. En general, los resultados de este estudio, que fue una colaboración entre El Colegio de la Frontera Norte y Arizona State University indican un efecto de mayor protección contra el uso de sustancias adictivas en varones, que en mujeres.

Al respecto, cuando se analizó la eficacia de Mantente REAL entre estudiantes que recibieron el programa y que tenían además diversos factores de riesgo, como el vivir con uno de los padres, ser mayores en edad que el promedio de su clase, tener menores aspiraciones educativas, y utilizar sustancias adictivas, y compararlos con aquellos estudiantes que no recibieron el programa, se observó que haber participado en Mantente REAL reducía la frecuencia de uso de alcohol en ambos sexos, pero la cantidad de uso de alcohol solo se redujo en varones. Similarmente, ser parte de Mantente REAL redujo la frecuencia de uso de mariguana, inhalables y otras drogas ilícitas en varones, pero no se observó una reducción en el uso de mariguana e inhalables en mujeres.

Una tendencia similar ha sido reportada por otras fuentes a nivel nacional. En México, existe una diversidad de fuentes de información que monitorea el nivel de uso de alcohol, tabaco y otras drogas en adolescentes. En los últimos años las encuestas epidemiológicas reportan un incremento en la prevalencia de uso de alcohol y drogas ilegales en adolescentes de ambos sexos, aunque estas estadísticas indican que la brecha en el consumo de sustancias adictivas entre mujeres y hombres se ha reducido de manera importante. Así, de 2011 a 2016, la prevalencia de uso de excesivo de alcohol – cinco copas o más en una sola ocasión en el último mes- en adolescentes de 12 a 17 años aumentó de 2.7 a 7.7% en dicho periodo, mientras el incremento en varones se mantuvo estable, pasando de 6.3% a 8.9%. Similarmente, la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas en Estudiantes, 2014, muestra que el consumo de alcohol de toda la vida en estudiantes de secundaria (5to y 6to) y de preparatoria fue de 54% y 52.5% en hombres y mujeres, respectivamente. Por su parte, el consumo excesivo de alcohol en estos estudiantes fue de 15.7% en hombres y 13.3% en mujeres. Datos de esta encuesta indican un aumento tanto en el uso de drogas ilegales y médicas, así como en el consumo excesivo de sustancias adictivas. Asimismo, se reporta que, en los últimos 23 años, el mayor incremento en el consumo de sustancias adictivas ha sido en población femenina adolescente.

Algunos estudios en la unión americana indican que factores de género relacionados al deseo de las adolescentes de perder peso y lograr una imagen corporal influye en el uso de fármacos y otras sustancias adictivas en esta población. Asimismo, el uso de estas sustancias ha sido asociado con violencia doméstica. Por su parte, algunas adolescentes consumen fármacos y otras drogas como una estrategia para manejar el dolor, la fatiga, y lidiar con otros problemas de salud mental.

Estos factores de riesgo me hicieron reflexionar sobre mi primera exposición al consumo de fármacos, la cual estuvo asociada a dolores menstruales ligeros. Personalmente, a los 12 años era una consumidora recurrente de un analgésico llamado “Veganin”, el cual lo compraba por cajas y lo consumía para “tratar” cualquier molestia. No fue hasta dos décadas después, que alguien llamó mi atención sobre el uso excesivo que hacía del mismo y hasta entonces deje de usarlo.

Actualmente, las evidencias científicas señalan que hay diferencias de género en el riesgo de adquirir una adicción, siendo las niñas y las adolescentes quienes tienen mayor vulnerabilidad, respecto a los varones. Por ejemplo, las niñas y las adolescentes pueden adquirir una adicción en un periodo más corto y con niveles menores de uso de drogas. Asimismo, las adolescentes experimentan más síntomas de “abstinencia” y son más proclives a reincidir en el uso de sustancias adictivas, después de haber participado en programas de rehabilitación.

Nuestro estudio en Nogales, muestra que un segmento de los estudiantes es forzado de manera violenta a consumir dichas sustancias, incluyendo las niñas. Como nos comentó una profesora de la Esc. Sec. Gral. # 2, quien por siete meses implementó Mantente REAL en Nogales, “…quiere decir que [las estudiantes]se han visto forzadas a esas situaciones [usar drogas], con mayor agresión, con violencia. No solamente agresión verbal, sino también física”. Según datos del estudio, la violencia es una característica que acompaña los “ofrecimientos” de drogas, particularmente en aquellos adolescentes que caminan de su casa a la escuela o viceversa. El componente cualitativo del estudio, permitió conocer qué tan familiarizados están los estudiantes con los “tiraderos” o con las áreas de venta de drogas, las cuales, según estudiantes y profesores, operan sin discreción en áreas aledañas a las escuelas o las viviendas.

Es urgente desarrollar una agenda de investigación en salud que atienda el crecimiento en el consumo de sustancias adictivas en adolescentes, particularmente en niñas en la transición a la adolescencia y en las adolescentes. Como lo indican las encuestas epidemiológicas, tenemos evidencias que dan cuenta de poco más de dos décadas en el crecimiento sistemático del consumo de sustancias adictivas en esta población, por lo cual debemos actuar al respecto.

Desafortunadamente, en México no existe un programa nacional de prevención universal al uso de sustancias adictivas. Muchas de las acciones de prevención están basadas en pláticas en escuelas de las que nunca se evalúan los efectos. Asimismo, me pregunto si los programas de prevención primaria y de tratamiento existentes en el país contemplan las diferencias de género. De acuerdo a las evidencias arriba descritas, las “niñas” no son iguales a los “niños” y por lo tanto los contenidos de los programas de consejería y los programas de tratamientos deben tomar en cuenta dichas diferencias. Un elemento importante en el diseño de los programas estatales y municipales de prevención, debe ser la rendición de cuentas de las intervenciones de salud. La numeralia de muchos reportes de las agencias de salud que se producen el país debe dar cuenta no solo de cuántas platicas fueron impartidas, sino de los resultados esperados con dichas intervenciones. Es particularmente importante conocer acerca de los ajustes que están haciendo las agencias de salud a nivel estatal y municipal para incorporar las diferencias de género y cómo los cambios en los programas comienzan a revertir las tendencias en el uso de sustancias en la población femenina adolescente.

La producción de estadísticas municipales es crítica para evaluar los avances de cualquier intervención en salud. No es posible, que la toma de decisión en esta materia se siga apoyándonos solamente en los promedios estatales que producen las encuestas nacionales de uso de sustancias. Una limitante de dichas encuestas es que no permiten visualizar si el problema de uso de sustancias adictivas es mayor en niñas migrantes que viven en la costa de Sonora, o en las adolescentes de las zonas fronterizas del norte, o en aquellas que residen en la zona serrana. Desafortunadamente, los riesgos de la salud no se distribuyen de manera homogénea en las ciudades por lo que se requiere la producción de información puntual que considere las enormes disparidades socioeconómicas de nuestras comunidades.

Dra. Hilda García Pérez

El Colegio de la Frontera Norte

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