Es tal el cúmulo de problemas que afectan a nuestro país que el nuevo gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador está contrareloj. Un día sí y otro también las evidencias de un país destruido en su tejido social se expresan a través de la violencia y la corrupción. Han sido muchos años de una clase política que siguió el manual de los textos que justificaban el modelo instrumentado desde principios de los años ochenta. Los buenos oficios de los tecnócratas aplicando sus recetas a pie juntillas harían el milagro de revertir la pobreza y las desigualdades sociales de nuestro país.
El problema es que esa tecnocracia educada en universidades privadas nacionales y del extranjero no entendió que aún en países como Estados Unidos o Inglaterra, puestas como ejemplo de la aplicación de medidas neoliberals, no desmantelaron al Estado. Era necesario continuar y profundizar programas sociales que fueran un dique al desmantelamiento economico de los gobiernos. En México introdujeron un modelo salvaje de crecimiento económico que destruyó el tejido social.
La absurda crítica de un pseudoperiodista a los zapatos gastados de AMLO, nos permitió comprobar la ausencia de una verdadera oposición a la altura de las circunstancias y los retos que tenemos en el país. Hay un segmento de la oposición que añora a un presidente “elegante”, que vista con las mejores marcas, que viaje en caravana de autos blindados, que derroche parafernalia y recursos económicos a costa del erario. Para ellos la austeridad que pregona AMLO es falsa y entonces critican todo “lujo” de su familia o gabinete.
Otro sector, los autodenominados “contrapesos”, han puesto toda su sapiencia periodística para denostar diariamente cualquier decision, acción u omision de AMLO. Utilizan sus espacios en periódicos, radio y television, así como redes sociales para “demostrar” que los mexicanos nos equivocamos en la elección presidencial. Hay también esa añoranza por los gobiernos del PRI y del PAN, a los que con excepciones criticaron y que les canalizaron cuantiosos recursos para hacerse de la vista gorda y para tratar de impedir que ganara AMLO. Esa llave por donde fluía el dinero se cerró y hoy se dedican a golpear al gobierno en turno.
Lamentablemente, también está la oposición radical que apuesta por evitar que AMLO termine su gobierno, es más, ha llevado a cabo una campaña en las redes sociales para que el presidente renuncia de inmediato dada su incapacidad para enfrentar los problemas que nos aquejan. Estos tres grupos presentados de manera esquemática ¿representan a la sociedad? Algunos de sus más aguerridos militantes se han erigido en representantes de una “sociedad civil” que ni los conoce. Hablan desde sus trincheras y son muy efectivos para hacerse notar sobre todo en redes sociales, a través de sus comentarios en medios electrónicos o en eventos públicos. Es decir, son pocos pero muy ruidosos.
Nadie en su sano juicio puede pensar que gobernar es una tarea sencilla. La naturaleza de nuestros problemas obliga a decisiones complicadas y difíciles. Algunas veces impopulares. En un país con tantas carencias y destruido socialmente es difícil tener respuestas rápidas y contundentes como se le exigen. Tal vez el principal error de AMLO sea el minimizar las soluciones. En su afán por responder a todo, a abierto demasiados frentes de batalla lo que se traduce en municiones para sus adversarios y enemigos. La estrategia inédita de comunicación en el formato de “Las mañaneras”, permite que todo sea cuestionado de manera fundamentada o no. Cualquiera puede preguntar lo que se le ocurra o le ordenen. Se trata de un gran desgaste para el presidente y su gabinete. Debiera dosificar las conferencias de prensa. Sé también que es muy difícil que el presidente cambie su “estilo personal de gobernar”. Hasta ahora la mayoría de los mexicanos lo aprueba, pero es un riesgo el desgaste al que se expone. Ya veremos sino se cansa el ganso!
Víctor Alejandro Espinoza
El Colegio de la Frontera Norte