El Corredor Fronterizo: ¿Podemos o no podemos construir un desarrollo sustentable en México?

Regresar a Columnas de opinión

Opinión de María Eugenia González Ávila Profesora-Investigadora de El Colef de El Colegio de la Frontera Norte

lunes 29 de febrero de 2016

Por: María Eugenia González Ávila
Profesora-Investigadora de El Colegio de la Frontera Norte en Monterrey

El tema de desarrollo sustentable le ha ocupado al ser humano por más de tres décadas, no sólo conceptualizarlo sino cumplirlo y aun cuando el Informe Brundtland indica que, tendríamos que “Satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las generaciones del futuro para atender sus propias necesidades” (Naciones Unidas ,1983).

El entenderlo y aplicarlo ha llevado a una serie de reflexiones desde filosóficas hasta en lo práctico, entender ¿cuáles son las necesidades básicas que requerimos satisfacer?, los recursos naturales que tenemos actualmente ¿nos alcanzarían para cubrir dichas necesidades? y, ¿cuántos verdaderamente necesitamos o creemos necesitar del medio ambiente?, esto sobre todo resulta más reflexivo para las grandes urbes de México que no producen su alimento sino es traído de cualquier otra región del país o el mundo.

Por otro lado, surgen otras preguntas, las generaciones futuras ¿estarán suficientemente capacitadas para lidiar con el planeta que les dejemos? y, la capacidad ambiental del planeta ¿también será suficiente para cubrir sus necesidades?, las que obviamente serán distintas a las actuales.

En el caso de nuestro país, responder lo anterior es difícil, aun cuando tenemos más de una decena de convenios bilaterales firmados en materia ambiental y, más de 60 convenios multilaterales en donde nos comprometemos a proteger la biodiversidad, evitar la contaminación marina, atmosférica, por residuos peligrosos, hasta aspectos del cambio climático. Pero qué al final sólo cumplimos parcialmente con los Objetivos del Milenio en materia de sostenibilidad ambiental, que incluyen no sólo reducción de emisiones de bióxido de carbono (CO2), disminución los requerimientos hídricos que utiliza el país y reducir la pérdida de biodiversidad biológica, es decir, solo “somos candil de la calle y obscuridad de nuestra casa”.

De lo anterior, tenemos ejemplos recientes, como el caso del Malecón Tajamar en Cancún, en donde tras una serie de sospechosos permisos otorgados entre secretarias gubernamentales y empresarios, se dio la devastación ambiental y descontento social. A lo que se suman otros casos de contaminación por minería, petróleo, descargas ilegales de agua y otras sustancias, hasta aquellos daños que se provocan por proyectos en donde los ciudadanos participamos voluntariamente o involuntariamente cuando nos hacen creer que “necesitamos” más estadios de futbol, centros comerciales, hoteles, etcétera. Pero sin embargo, ni siquiera hemos cubierto aspectos tan básicos, como un aire limpio, acceso al agua en cantidad y calidad, contar con áreas verdes suficientes y formas de reducir nuestro desechos, entonces ¿estas serán las condiciones que tendrán que afrontar o lidiar las generaciones futuras de nuestro país?

En fin, si lográramos hacer un recuento del número de daños ambientales contra los convenios bilaterales y multilaterales firmados en temas de protección, conservación o buen manejo ambiental, seguro que ganarían los daños. Por ello, me surgieron dos preguntas para ustedes queridos lectores ¿qué necesita usted ambientalmente para cubrir sus necesidades básicas? y, ¿qué estaría dispuesto a hacer o ceder para que el medio ambiente que heredará a las generaciones futuras de este país sea adecuado para su desarrollo? y, una pregunta a nuestras autoridades ¿qué harán para que nosotros los ciudadanos tengamos un desarrollo sustentable en este país?