[:es]En el mes de mayo se van a desarrollar algunos eventos que recordarán el cierre de Fundidora en 1986 que significó el despido de más de 10 mil trabajadores. En 1988, el gobierno federal decidió que este lugar de 143 hectáreas se convirtiera en un gran parque ecológico para el disfrute de la población del estado de Nuevo León. Muchas cosas han pasado desde entonces. Las administraciones estatales de Fundidora se han dedicado a concesionarlo y rentarlo. Algunas hectáreas de forma relativamente permanente, como los lugares ocupados por CINTERMEX, el Hotel Holiday Inn, la Arena Monterrey; el auditorio Banamex, la pista de hielo, Plaza Sésamo, los estacionamientos, entre otros espacios explotados con objetivos comerciales y que en sentido estricto dejan de formar parte del espacio público y se transforman en espacios privados. Aun así todavía no cubren más del 30% del parque.
Pero no deja de ser preocupante que la tendencia hacia la reducción de las áreas verdes sigue en curso (actualmente representan sólo el 50% del área total). Todavía Fundidora tiene compromisos pendientes como la construcción del Salón de la Fama de béisbol que antes estaba instalado en la Cervecería Cuauhtémoc.
El acceso a estos lugares privados que se encuentran dentro del parque depende de la capacidad económica del usuario. Claro que existen lugares públicos de acceso universal, pero a veces no son tan públicos porque son rentados para eventos particulares y exclusivos como bodas, quinceañeras, grandes conciertos, etc. Entonces, en ocasiones y temporalmente, son pocas las hectáreas de tránsito y uso libres. Potencialmente puede llegar el día en que sea imposible visitar el parque sin desembolsar dinero para su uso y que solamente pueda haber un acceso público en todos los andadores que van a servir como comunicadores de los espacios privados. Es decir, sería semejante a un gran centro comercial que te permite circular por espacios abiertos para llegar más rápido a los lugares de consumo.
Esta forma de interpretar lo que significa el espacio público no es exclusiva de las autoridades estatales. Es una filosofía bastante aceptada por todos los grupos sociales en esta zona metropolitana. Algunos la sustentan porque va en ello su supervivencia y otros, lo hacen porque les permite recibir un gran subsidio económico de parte de los habitantes de la ciudad. Así, los taxistas se apropian de la esquina de algunas de las calles de la ciudad para hacer de ella su base; los vendedores ambulantes se establecen en banquetas y calles para ofrecer sus mercancías. Inclusive, los comercios establecidos prolongan sus espacios de venta hacia las banquetas. No se diga de los famosos “viene-viene” que se apropian de las calles de forma temporal para cobrar por estacionarse en la vía pública. Todas estas formas representan a una privatización del espacio que regularmente molesta a la ciudadanía y a los empresarios.
No obstante, existe otra apropiación del espacio público que es bien vista por las autoridades y por los empresarios e inclusive por algún sector de la población. Se trata de los grandes espacios públicos que son concesionados por el gobierno estatal o municipal (La Pastora para FEMSA y para Bosque Mágico). Este es el modelo de privatización que ha seguido Fundidora y que ya no debe seguir implementando, porque el objetivo administrativo de autofinanciamiento ya se cumplió.
En cierta manera es una privatización con fines turísticos. Con esta estrategia, durante el gobierno de Natividad, se buscaba convertir a Monterrey en una ciudad que compitiera por la inmigración de mano de obra calificada que tiene gustos culturales globalizados y estandarizados y que a la vez podría dudar donde vacacionar o vivir, si en Nueva York donde existe el gran Central Park o en Monterrey donde se encuentra el gran paseo Santa Lucía y el Parque Fundidora.[:]