Corredor fronterizo: El temblor y lo que sigue

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Opinión de María del Socorro Arzaluz Solano Investigadora de El Colegio de la Frontera Norte

lunes 2 de octubre de 2017

El 19 de septiembre de 1985 a los habitantes del entonces Distrito Federal nos sorprendió un terremoto muy temprano, quienes éramos estudiantes universitarios, fuimos testigos de la destrucción y de las muestras de solidaridad que se dieron en esos días. Mucho se ha escrito de lo que pasó, pero como testigo de ese evento no puedo sino recordar lo que se vivió y lo que sucedió después. Primero el asombro, la incertidumbre, la falta de noticias, después, el dolor, la muerte, la reconstrucción. Sin internet, teléfonos ni redes sociales, las noticias se transmitían boca a boca, después la prensa y la radio jugaron un papel fundamental.

Sin luz en las casas, con poca agua disponible, los niños y jóvenes sin escuela; las familias nos sentábamos a escuchar noticias, a platicar lo sucedido, en una terapia colectiva. Cuando hubo más información se conocieron las historias: las costureras muertas en los talleres clandestinos de Tlalpan, el derrumbe del edificio Nuevo León, cuyas fallas habían sido denunciadas por los vecinos. Los edificios de gobierno de Pino Suárez que no tenían mucho de haberse construido y que no aguantaron la fuerza del temblor. Es decir, las historias de corrupción que estaban detrás de la tragedia.

Una gran cantidad de estudios se hicieron, recuerdo dos trabajos: Política de vivienda para un espacio destruido de Alicia Ziccardi (1986), y Cambiar de casa pero no de barrio, estudios sobre la reconstrucción habitacional de la Ciudad de México de Emilio Duhau, Priscilla Conolly y René Coulomb (1992), en la literatura el terremoto se hizo presente a través de crónicas, poemas y relatos.

Lo más notable fue que al fenómeno natural, siguió una movilización social sin precedentes en México. Siempre se ha recordado ese pasaje de la historia de la ciudad como un ejemplo de solidaridad, de hecho, en los años noventa el programa social emblema de Carlos Salinas de Gortari, se apropió del nombre: Programa Nacional de Solidaridad.

Después, vino el largo proceso de la reconstrucción, el surgimiento de liderazgos y el inicio del camino hacia el cambio político. Algunos estudiosos como Manuel Castells, afirman  que ese momento trágico cambió la trayectoria de la historia del país ya que a partir de ese hecho, se dio la reconfiguración de la sociedad civil. Esto derivó en el surgimiento de nuevos actores que pugnaron por la democratización de las estructuras de gobierno y que tuvieron presencia en las elecciones de 1997 en la capital del país y en el 2000, cuando el PRI perdió la Presidencia de la República.

A más de 30 años de distancia, el segundo 19 de septiembre nos ha hecho recordar al primero: es lamentable observar como las historias de abuso e impunidad se repiten y como muchas vidas se pudieron salvar de haber seguido las normas. No aprendimos lo suficiente, de nuevo fueron las personas más vulnerables las víctimas: las niñas y niños, las mujeres, otra vez los talleres clandestinos, la corrupción y el descuido. Nuevamente la sociedad civil respondiendo, ahora utilizando los recursos existentes: el internet y las redes sociales.

¿Qué sigue después de esto?, si el 85 es un referente obligado del cambio, se puede esperar que el 2017 tenga un efecto político para el futuro de México. Ya se empezó con el tema del presupuesto que “donaron” los partidos políticos, que si bien fue resultado de la presión social, esto no hubiera sucedido en otras circunstancias. Es posible que emerjan nuevos liderazgos, nuevas formas organizativas más allá de los partidos, por lo pronto, esto tendrá una consecuencia política en la Ciudad de México y en las elecciones del 2018. La historia se repite, empieza la reconstrucción no sólo de la ciudad, sino del país en conjunto.

María del Socorro Arzaluz Solano

El Colegio de la Frontera Norte