En los años ochenta inicie mi primera investigación sobre sindicatos en maquiladoras del norte de México. Mi primer estudio fue sobre los sindicatos en la maquilas de Tijuana en donde encontré lo que llame un sindicato subordinado que era un sindicalismo totalmente sujeto a las empresas con una nula relación con sus trabajadores, el cual se convirtió en el antecedente de los sindicatos de protección que actualmente predominan en distintas ramas de la industria y de los servicios, mismos que pueden ir del desconocimiento total por parte de sus agremiados hasta negociaciones contractuales apegadas a los mínimos legales. Algunos estiman que entre el 80 y 90% de los sindicatos en México caen en esa categoría. De hecho, el capítulo 23 del TMEC al exaltar la libertad de asociación y la democracia sindical buscan erradicar este tipo de sindicatos y reemplazarlos con sindicatos democráticos y activos.
El estudio de sindicatos en Tijuana, en donde el sindicato era todo, menos un actor para la defensa de los trabajadores, me planteó la búsqueda de casos que permitieran, si es que existían, mostrar al sindicato como representante y defensor de los trabajadores. Así llegué al Sindicato de Jornaleros y Obreros industriales (SJOI) en Matamoros, principal sindicato maquilador desde los años sesenta. El sindicato había sido estudiado de manera general por algunos compañeros y lo había catalogado como corporativo-charro, dado su pertenencia a la CTM. Mi trabajo de campo realizado a principios de los noventa mostró una realidad bastante diferente al sindicalismo charro, conocido a nivel nacional, vinculado con el partido en el poder, con líderes alejados de sus bases, con oficinas vacías. Encontré un edificio sindical enorme, estéticamente no atractivo, pero con una dinámica asombrosa, en su edificio, todos los días se observaban trabajadores que entraban y salían, y un líder fuerte, Agapito González, sentado detrás de un escritorio, en una enorme poltrona. Ahí se decidían desde los asuntos personales de cualquiera de sus afiliadas hasta asuntos municipales, muchos han expresado que el SJOI existía por su líder. Sin embargo actualmente, el SJOI, ahora denominado SJOIIM al agregar a su nombre “y de la industria maquiladora”, aún sin su poderoso líder sigue vigente y agrupando a más de 40,000 trabajadores, y está llevando adelante, no sin problemas, los cambios que prevé la Nueva Ley Federal del Trabajo para los sindicatos. Más sorprende, a muchos analistas, cuando conocen que mañana 15 de julio, el SJOIIM estará cumpliendo sus primeros 90 años.
La pregunta sería ¿Cómo puede ser un sindicato tan longevo? La respuesta es sencilla a través de un vida sindical activa, que puede no necesariamente responder a lo que se considera democracia en la actualidad, pero que evidencia el conocimiento y la recurrencia del trabajador al sindicato como forma de confrontar a las empresas o solucionar problemas cotidianos; con negociaciones contractuales continuas, aprovechando tiempos de bonanza económica, como el auge algodonero de los años cincuenta, y el boom maquilador de los años ochenta y noventa, y refugiándose en su presencia local y de contacto con sus bases, y defendiendo sus conquistas en tiempos de crisis, como fue en los años noventa con el ataque para que se flexibilizara a los requerimientos empresariales, no confrontándose a opciones sindicales, como la surgida en los años noventa de la misma CTM, o al naciente sindicalismo independiente emergido del movimiento de Matamoros en el 2019. Realizando cambios internos que permitan confrontar nuevos requerimientos productivos y gubernamentales. Pero sobre todo recuperando una historicidad que se ha construido por muchas generaciones de trabajadores entre los que existe una solidaridad que no se alcanza a comprender por algunos analistas. Entre los líderes actuales existe una mención continua a sus inicios algodoneros, al tiempo de “Don Agapito”, de las huelgas que protagonizaron, de cómo tuvieron que aprender a negociar en bloque y no planta por planta, también mencionan como en tiempos actuales han tenido que modernizarse para tener más contacto con los trabajadores. Dice Juan Villafuerte, su dirigente “nosotros teníamos el contacto directo con el trabajador, cuando recurría a nosotros, y pensamos que eso era suficiente, pero no conocíamos las redes sociales, ahora ya tenemos Facebook, estamos aprendiendo”.Como analista puedo marcar otro punto: la razón de la longevidad del SJOIIM está en su contrato colectivo en dónde se percibe una continuidad en la lucha sindical de sus agremiados, las aportaciones, o los retrocesos, que va teniendo su lucha como grupo obrero, y donde están incluso las semillas de nuevos movimientos para un mayor fortalecimiento laboral: como la cláusula referente a un aumento adicional, al decretado por el gobierno federal, o el pago de un bono equivalente a los incrementos salariales, que dio origen al denominado movimiento 2032. Conocer historias como las del SJOIIM podrían ser muy útiles para entender porque muchos sindicatos a los que se considera charros, desde la postura que todos son de protección pueden ser muy general, y que algunos de ellos tienen una vida activa y de contacto con sus agremiados, que les permite llegar saludable a los noventa años y pensar en celebrar en los próximos años su centenario.
Dra. Cirila Quintero Ramírez
El Colegio de la Frontera Norte