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“Al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: la última de las libertades humanas –la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias- para decidir su propio camino. Y es precisamente esta libertad interior la que nadie nos puede arrebatar, la que confiere a la existencia una intención y un sentido.” Viktor Frankl, El hombre en busca de sentido. Barcelona: Herder Editorial, 2004 (1946).
En este breve párrafo de Viktor Frankl se sintetiza la experiencia de vida de Kingo Nonaka quien, sin ser judío ni haber sufrido en los campos de concentración nazis que aquel padeció entre 1942 y 1945, desde que desembarcó en Salinas Cruz, Oaxaca, en 1906 a la edad de 17 años hasta su fallecimiento en 1977 tuvo la capacidad para superar innumerables obstáculos del entorno en que le tocó vivir en México y para buscar transformar la esperanza que lo trajo de Japón y encontrar razones para vivir – no obstante haber experimentado condiciones de terror y sufrimiento en gran parte de su vida por diversos senderos mexicanos.
Mi acercamiento a las peripecias vivenciales de este extraordinario mexicano de origen japonés se la debo al magnifico escritor Daniel Salinas Basave, gracias a que su espíritu inquieto y creativo nos regaló un texto encantador en forma de novela histórica, en cuyo título se percibe el contenido: El samurái de la Graflex, publicado por el Fondo de Cultura Económica en 2019. La narración corre a cargo del mismo autor, quien, a partir de unos apuntes manuscritos que dejó el propio Kingo Nonaka y que su hijo Genaro le prestó a Salinas Basave en 2017 en Tijuana, éste se adentra en el trayecto de vida del personaje reseñando el duro tráfago desde su adolescencia hasta su muerte.
Es realmente admirable el hilo conductor de la narrativa mediante la cual Daniel Salinas nos ubica en el tiempo y la circunstancia en que la relación México-Japón a fines del Siglo XIX propició que a principios del Siglo XX se diera una corriente migratoria de Japón hacia Chipas y Oaxaca, y posteriormente a otras partes de México. Kingo Nonaka llega acompañado de su tío a los trabajos de la zafra de caña de azúcar en Oaxaca, donde sufren las inclemencias del clima y del entorno en el marco de las cuales fallece su tío, antes de que termine la primera semana, por picadura de mosco que le inyectó el paludismo. Con singular estilo el autor nos pinta un cuadro deprimente cuando expresa que “el Istmo de Tehuantepec es el infierno en la Tierra” (sic) donde “…la muerte parece reptar en la tierra ardiente mientras los moscos revolotean en torno de su frente sudorosa.” (p.60).
Esa condición amenazaba en trasformar la esperanza del joven Nonaka en castrante desesperanza, por lo que se unió a otros cien japoneses que decidieron marchar hacia el norte siguiendo las vías del tren, con la intuición de que en el norte encontrarían una mejor vida. “Tratemos”, dice el autor, “de imaginar a más de un centenar de famélicos japoneses arrastrándose por la inmensidad del México rural como almas condenadas a vagar en un limbo extraño y hostil.” (p.61).
Lo que sigue en el trafalgar del joven migrante después de más de cien días y 2,500 kilómetros de caminata es un endeble reposo en una dura banca en la Plaza Central de Ciudad Juárez “…donde el adolescente apela a su fuerza interior para no morir de hambre.” (p. 68) Aquí, a partir del capítulo VIII de XXVI, el autor nos lleva de la mano en todas las vivencias extraordinarias de su personaje a lo largo de su vida, pasando por la adopción práctica que hace del migrante una familia cuya madre es enfermera en el Hospital de Juárez y cuya protección será clave en el despegue vivencial de Kingo en Juárez, donde de conserje pasa a ser ayudante de enfermero, luego enfermero y con el ataque de Madero a Ciudad Juárez tiene la oportunidad de curarlo de una herida en el brazo y después al mismísimo Francisco Villa.
En la siguiente entrega veremos cómo Kingo Nonaka es un claro ejemplo del sentido de la vida del que habla Viktor Frankl, pues en el libro es manifiesto que Nonaka es más fuerte que la desesperanza y es testimonio de que la vida tiene sentido en cualquier circunstancia.
Rodrigo Martínez Sandoval
El Colegio de la Frontera Norte