El planeta sin mí, ¿habrá que reconciliarnos con la naturaleza?

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Opinión de María Eugenía González Ávila Investigadora de El Colegio de la Frontera Norte

lunes 20 de abril de 2020

En esta época de pandemia Covid-19, he tenido sentimientos encontrados ante la situación sobre todo pensando en la relación que tenemos con la naturaleza y el planeta en general. Porque por un lado, es muy triste el fallecimiento de cientos de personas a causa del denominado Covid-19, que acorde a lo publicado por el Dr. Garry en Nature Medicine, es producto de “la evolución natural que llevó a que este virus tuviera la capacidad de pasar de una especie a otra” como es el ser humano, lo cual ha trastocado los sistemas de salud y la economía mundial. Siendo que se ha tomado la decisión del aislamiento de millones de personas en el mundo eso probablemente nos lleve a una recesión económica y que ponga en peligro a miles de personas vulnerables sea por edad, acceso a sistemas de salud e higiene y el nivel económico entre otros tantos factores.

Por otro lado, está la parte positiva del aislamiento siendo que hoy día las calles, avenidas, plazas y parques están libres de basura, se puede ver un amanecer sin la capa de contaminantes de las ciudades e incluso se pudo ver la súper luna rosa y oír el cantar de aves por la mañana sin el ruido de autos, personas, tráfico, etc. Algo que es maravilloso, es ver imágenes de cómo la fauna recobra espacios en ciudades, carreteras o zonas hoteleras siendo que el humano está en confinamiento. Ejemplo de ello, son las imágenes de pumas en zonas urbanas en Santiago de Chile; jabalís en Barcelona, España; ciervos en las calles de Nara en Japón; vacas, monos y caballos en calles de la India; cabras que pasean en Llandudno en Reino Unido; delfines en los canales de Venecia, Italia; patos que caminan en París, Francia y en el Caribe mexicano se han avistado jaguares, tortugas laúd, hocofaisanes y cocodrilos cerca a lugares donde paseaban los turistas.

Esto nos debería repensar, ¿cuál es la relación humano-naturaleza que estamos teniendo? Porque, al parecer dicha relación se ha roto, a tal grado que no reconocemos que dependemos de la naturaleza para sobrevivir siendo que nos suministra servicios ambientales, tan básicos como aire puro, agua, alimentos, energía, entre otros muchos que son parte de la economía que sostiene al mundo.

Otra pregunta que surge es: ¿Qué estamos haciendo mal para que la naturaleza reclame el espacio perdido? La respuesta podría ser que no estamos protegiendo a la naturaleza de nosotros mismos; estamos invadiendo sus espacios, generando montañas inmensas de residuos que se disponen inadecuadamente y que son difícil de degradar; emitiendo contaminantes atmosféricos que aceleran el cambio climático; incremento acelerado de la población que se ubica en zonas protegidas o que explotan irracionalmente los recursos naturales para generar alimentos, diversión, energía, entre otros beneficios. Y quizás lo más preocupante es la obsesión por el crecimiento y consumismo, que está agotando y degradando el capital natural del planeta sin cesar.

Y finalmente, ¿qué podemos hacer desde el confinamiento en nuestro hogar para reconciliarnos con nuestro planeta? Las acciones podrían ser primero reconectarnos con la naturaleza desde lo más sencillo teniendo una planta en casa, aportar algo al parque más cercano a nuestro hogar, abrir una ventana y tratar de escuchar el canto de un ave o identificar por la noche algún astro e incluso informarnos sobre cómo evitar daños ambientales y colaborar de manera activa o virtual para evitar deterioros a nuestro único planeta.

El confinamiento nos da una gran oportunidad de replantear nuestra forma de vida y la relación que tenemos con el planeta y la naturaleza. Por ejemplo, si solicitamos comida o el súper a casa, indicarle al proveedor que nos envíe el menor número de empaques o que éstos sean amigables con el ambiente, reciclar todo lo que se pueda y quizás ya es hora de separar la basura o iniciar tu composta. Y finalmente es indispensable reconciliar nuestro consumo de alimentos, energía y otros consumibles para que la naturaleza tenga el menor daño posible para poder decir soy parte de la naturaleza y no una carga para el planeta.

Dra. María Eugenia González Ávila

El Colegio de la Frontera Norte