El milagro de la seguridad en Coahuila, ¿lecciones para el país?

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Opinión de José Andres Sumano Rodríguez Investigador de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 17 de marzo de 2022

Después de haber sido uno de los estados con mayores niveles de homicidios y violencia en el país en aquel no tan lejano 2010 y 2011, hoy Coahuila es una de las entidades más seguras y pacíficas. Mientras entidades vecinas como Zacatecas, Chihuahua, Nuevo León y Tamaulipas enfrentan crisis de inseguridad, Coahuila ha logrado mantenerse con cifras de homicidios dolosos muy por abajo del promedio del país y en un ambiente de paz. Las autoridades repiten constantemente que Coahuila está blindado y que se han logrado repeler los intentos de entrar a la entidad por parte de grupos criminales de Tamaulipas en la frontera norte. Tampoco el conflicto entre grupos del cártel Jalisco Nuevo Generación y el cártel del Pacífico (Sinaloa) que se vive en Zacatecas ha permeado a Coahuila.

¿A qué se debe que Coahuila se mantenga como una isla de seguridad? Las explicaciones oficiales y estudios como los elaborados por El Colegio de México a través de Sergio Aguayo y Jacobo Dayan argumentan que la pacificación de Coahuila se debió a una alianza entre el sector privado y el gobierno que permitió la creación del Mando Especial de La Laguna y la corporación estatal de policía Fuerza Coahuila. Por otro lado, la caída del grupo criminal de Los Zetas, que tenía su hogar en Coahuila, fue un factor decisivo para la caída de los niveles de violencia en la entidad. En efecto, esfuerzos como el Mando Especial de La Laguna contribuyeron a mejorar las condiciones de seguridad en la entidad, pero más importante fue la caída de Los Zetas y los acuerdos entre autoridades y el cártel del Pacífico, específicamente sus grupos radicados en Durango.

Un gran texto de Angélica Durán-Martínez, To Kill and Tell? State, Power, Criminal Competition and Drug Violence, explica con profunda claridad cómo los niveles de violencia que ejercen grupos criminales dependen de dos variables fundamentales: el nivel de competencia entre grupos criminales por los mercados ilícitos y la capacidad de respuesta del Estado ante la violencia. En ese sentido, los grupos criminales tenderán a ejercer más violencia cuando hay una fuerte competencia y el Estado no tiene capacidad de respuesta ante la misma. En sentido contrario, estos grupos criminales serán menos violentos cuando no hay competencia por los mercados ilícitos y el gobierno tiene capacidad de responder de forma rápida y certera a los actos violentos.

La violencia en Coahuila de los años 2010 a 2012 podría entenderse entonces bajo el contexto de una fuerte competencia entre grupos criminales (particularmente el cártel de Sinaloa y Los Zetas) y la incapacidad de un Estado infiltrado y cómplice de los grupos criminales. En la medida en que la competencia criminal fue disminuyendo por la caída de Los Zetas y las autoridades incrementaron su capacidad de respuesta a través de esfuerzos de coordinación y profesionalización de las corporaciones de seguridad, la violencia en la entidad fue disminuyendo.

¿Por qué hoy Coahuila es seguro? En palabras de Robert Nozick, la violencia es un monopolio natural. En ese sentido, las disputas por el mercado de la violencia prevalecerán hasta que no haya algún grupo que predomine y ejerza ese monopolio. Coahuila sigue siendo una entidad con mercados importantes de narcomenudeo y tráfico de migrantes. El crimen organizado está presente en la entidad de forma significativa, pero se ha vuelto mucho menos violento. La razón parece estar en un pacto entre los grupos del Cártel del Pacífico que operan en la entidad y las autoridades en el sentido de permitir sus operaciones y facilitar un monopolio de las actividades criminales siempre que no haya violencia. En ese sentido, el grupo criminal predominante ejerce una forma de autocontrol respecto a la violencia y en reciprocidad obtiene protección por parte del Estado.

Hoy, las empresas ligadas a estos grupos criminales florecen en Coahuila, la sociedad se toma fotos y asiste a los eventos de sus miembros, los mercados ilícitos operan sin gran violencia y la economía crece de la mano de estos grupos criminales. Esto no es nuevo en la región. Basta recordar los tiempos en que a La Laguna llegaban importantes inversiones provenientes del cártel de Sinaloa y el cártel de Juárez. Sin embargo, es una paz peligrosa, pues depende de los acuerdos de protección entre Estado y grupos criminales, y de que no haya retos importantes al monopolio del mercado de la violencia. La situación recuerda mucho a los tiempos previos a la llegada de Los Zetas o al tipo de paz mafiosa que se vive en una entidad como Durango.

La explicación a los niveles de seguridad que se viven en Coahuila es más compleja que el triunfalismo respecto a una política como el Mando Especial de La Laguna. Por supuesto, hay lecciones importantes en la experiencia coahuilense respecto a cómo reducir la violencia asociada a grupos criminales. En particular, la experiencia coahuilense puede ser muy útil para contextos con un alto nivel de gobernanza criminal. Sin embargo, una paz duradera requiere un esfuerzo mayor de desmantelamiento de las agrupaciones criminales.

Dr. José Andres Sumano Rodríguez

El Colegio de la Frontera Norte