El México de los ‘dreamers’

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Opinión de Jorge A. Bustamante Fernández Profesor-Investigador del Colegio de la Frontera Norte de El Colegio de la Frontera Norte

martes 28 de mayo de 2013

Asistí en Los Ángeles a la Feria del Libro en Español que se celebra por tercer año consecutivo en Estados Unidos. Se trata de una empresa educativa de gran visión de parte de la Universidad de Guadalajara que ya construyó el prestigiado legado cultural dejado por la Feria Internacional del Libro que le ha dado tan merecidas glorias. La «gran visión» tiene que ver con la creciente importancia de la población, que allá se le llama «latina», constituida por inmigrantes, más de dos terceras partes del total de ellos, de origen mexicano y el resto, de toda América Latina. Tiene que ver, desde luego, con el uso del idioma español en Estados Unidos, país que ya se encuentra entre los primeros lugares de los países con mayor número de sus habitantes que se comunican en el idioma de Cervantes. Con la celebración de esta tercera edición anual de la Feria del Libro en Español en las gigantescas instalaciones del Centro de Convenciones de la ciudad de Los Ángeles, la Universidad de Guadalajara confirma el liderazgo entre las instituciones mexicanas de cultura que han colocado a la población «latina» de Estados Unidos entre sus más altas prioridades.

En el contexto de la discusión organizada y dirigida por el doctor Manuel Valenzuela de El Colegio de la Frontera Norte, sobre el tema: «Reforma migratoria y escenarios de las migraciones México-Estados Unidos», dentro del programa de la feria, sugerí un escenario hipotético que requiere cierta explicación. Dije: es muy probable que los «dreamers» (jóvenes indocumentados, que nacieron en México, aludidos por los proyectos legislativos conocidos genéricamente como «Dream Act» que están luchando por obtener una legalización de su estancia en Estados Unidos) re-descubran a México, cuando se enfrenten a los obstáculos preñados de prejuicios y de racismo que les impidan acceder en Estados Unidos a los empleos que ellos esperan obtener en correspondencia con el nivel de educación que hayan alcanzado en ese país. Estos jóvenes, llamados coloquialmente «dreamers» (cuya edad oscila entre los 16 y los 29 años y su número se calcula entre uno y dos millones) se han educado en las escuelas de Estados Unidos y, por eso, han aprendido a verse a sí mismos como estadounidenses. Sin embargo no lo son, pues fueron traídos sin documentación migratoria a Estados Unidos por sus padres desde México, cuando eran muy pequeños. Muchos de ellos ya no hablan español ni tienen interés en regresar a México pues han crecido con las ideas negativas sobre México que proliferan en los medios habituales de Estados Unidos.

Las ambiciones de los «dreamers» son iguales a las de cualquier joven de su edad que haya nacido en Estados Unidos. Si bien han crecido creyéndose estadounidenses, se llegarán a encontrar con los rechazos y discriminaciones de quienes descubran que son, en realidad, indocumentados y mexicanos. Ante esas experiencias frustrantes, se darán cuenta de que en México hay sectores de su economía de exportación donde hay necesidad de su mano de obra, de la alta calificación que los jóvenes de su edad obtienen por lo general en Estados Unidos. Entonces, los «dreamers» que adquieran conciencia de este «nicho» de demanda mexicana podrán encontrar trabajo más fácilmente en México que en Estados Unidos. De ahí se derivará un paradójico re-descubrimiento del país de su nacimiento. Esto les dará derechos que se agregarán a la calificación de su mano de obra que les dio su educación en Estados Unidos. Las realidades de la oferta y la demanda de los sectores de la economía de exportación en pleno crecimiento en México, les hará superar las dificultades del re-aprendizaje del español y de su re-aculturación en el país que los vio nacer, a pesar de que el gobierno de su país de origen no hubiera dado nunca señales ni de interés ni de conocimiento de su existencia, ni de sus problemas en Estados Unidos.

No será el gobierno ni los políticos, sino las condiciones de una economía mexicana, en su típico disparejo desarrollo, lo que dé lugar a las condiciones de ese paradójico re-descubrimiento que los «dreamers» harán del país que los vio nacer. Nunca antes la realidad se habrá burlado tanto de los políticos y de los pronósticos de la política migratoria respectiva de ambos países.