La insurrección al Capitolio de los simpatizantes del entonces presidente Trump el pasado 6 de enero fue un acto violento, según sus propias palabras: “(…) vamos a caminar por la avenida Pensilvania al Capitolio. Vamos a intentar darles a nuestros republicanos, a los débiles, porque los fuertes no necesitan nuestra ayuda, el tipo de amor propio y audacia que necesitan para recuperar nuestro país (Trump, BBC News Mundo, 8 enero 2021).
Los actos de violencia acontecieron el mismo día que el Congreso pretendía certificar la victoria de Joe Biden en las elecciones presidenciales de noviembre del 2020. Algunos manifestantes han sido sancionados por las instancias policiacas correspondientes. Por ello será difícil que se repitan hechos similares y en especial en una administración demócrata.
Los demócratas favorecerán contradictoriamente un discurso en favor de la ley y orden, el cual fue bandera central de la pasada administración republicana. Este enfoque legal-policiaco será la mejor opción para evitar posibles acciones violentas de los mismos simpatizantes en el futuro. Las iniciativas de resguardo policial del Capitolio reflejan la nueva preocupación del liderazgo demócrata por la seguridad.
El juicio político tiene el antecedente cuando el pasado 13 de enero Trump se convirtió en el único presidente en la historia estadounidense en ser objeto de dos impeachments durante su mandato. La Cámara de Representantes, argumentó que Trump repitió “falsamente” que los resultados de las elecciones presidenciales fueron fraudulentos y que no deberían ser aceptados por el pueblo estadounidense ni certificados por las autoridades estatales o federales.
Aunque no se presentaron las pruebas correspondientes. El entonces fiscal William Barr no avaló el supuesto fraude electoral, tuvo que renunciar. Otro argumento de la Cámara de Representantes fue que consideraba que el exmandatario incitó el ataque de sus seguidores sobre el Capitolio y que, con ello, puso en grave peligro la integridad del sistema democrático e interfirió con el cambio pacífico del poder.
El proceso del juicio político duró casi una semana, extenderlo implicaría demorar la agenda presidencial de Biden. El proceso mostró una narración sombría de la movilización y disturbios de los seguidores republicanos el pasado 6 de enero.
En la Cámara Alta no se alcanzaron los votos suficientes el pasado sábado 13 de febrero para que el expresidente Trump fuera condenado por “incitación a la insurrección” por los eventos del pasado 6 de enero. 57 congresistas (50 demócratas y 7 republicanos) votaron a favor de condenar al expresidente Trump; 43 optaron por absolverlo.
Nunca un juicio por impeachment había suscitado tanto respaldo entre los miembros del partido del acusado. Cabe mencionar que el primer presidente juzgado en un impeachment, el demócrata Andrew Johnson, en 1868, quedó absuelto por un solo voto, porque 12 republicanos rompieron filas y apoyaron a demócratas para exonerarlo. Este proceso deja a Trump para la historia de un presidente enjuiciado y exhibe una posible fractura con los republicanos.
Se requerían 67 votos (dos tercios del Senado) para declarar culpable al exmandatario. El líder del Partido Republicano, Mitch McConnell votó a favor de absolver a Trump. Sin embargo, reprochó su comportamiento de provocar la insurrección al Capitolio. McConnell es considerado uno de los líderes del Congreso más influyentes desde Lyndon Johnson.
Era muy difícil declarar culpable –tampoco de absolverlo- a un expresidente que ya no estaba en funciones. Si bien existen indicios de una movilización promovida, auspiciada y avalada por el entonces presidente Trump, el hecho de ya no estar en funciones limitaba alguna votación en su contra.
Además, se carecía de un consenso bipartidista; y también los demócratas no tenían mayoría en la Cámara de Senadores. En caso de que Trump hubiera sido declarado culpable, habría procedido otra votación para definir si procedía limita sus derechos políticos. Lo cual también era difícil de consensuar por la falta de mayoría demócrata.
La figura del ex presidente Trump será clave para su reactivación. No existe otra imagen de un candidato republicano con mayor protagonismo para las elecciones del 2022 y 2024. Aunque es probable que sea sujeto a demandas legales, derivadas de sus prácticas comerciales pasadas y sus intentos de cuestionar de manera poco ortodoxa las elecciones del año pasado, lo que podrían dañar su futuro político.
Se considera que faltó más pericia política y legal a los demócratas. Sancionar no es lo mismo que privar de derechos políticos a un ex presidente con cerca de 74 millones de votos que representan legitimidad electoral y política de cara a las próximas elecciones. Esa es la apuesta de Trump que preocupa a demócratas.
De ahí su mensaje posterior a la decisión: “Nuestro movimiento histórico, patriótico y hermoso para hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande acaba de comenzar. En los meses venideros tengo mucho que compartir con ustedes y espero continuar nuestro increíble recorrido juntos para lograr la grandeza estadounidense para toda nuestra gente” (BBC News Mundo, 13 febrero 2021).
El ex presidente Trump tiene cierta legitimidad política, lo cual lo mantendrán activo políticamente. Y esa legitimidad favorece a la democracia estadounidense, limitarla va contra los principios de la pluralidad, inclusión y libertad de expresión. Si existen elementos legales será parte de las instancias judiciales correspondientes.
El activismo social y político de Trump luego del fallido enjuiciamiento será parte de una realidad política del país vecino. Se polarizará más la democracia estadounidense, con lo cual existe el riesgo de que las iniciativas del presidente Biden que requieran un consenso bipartidista no se puedan concretizar.
Por ejemplo la reforma inmigratoria podría quedar pendiente y sobre todo la mayor prioridad del paquete económico-financiero que deberá avalar el Congreso para atender los efectos de la pandemia.
Los retos post juicio fallido del gobierno del presidente Biden son los siguientes:
- Una eficaz gestión política de la polarización con los republicanos para promover ciertos consensos.
- Gestionar eficazmente los consensos bipartidistas en las órdenes ejecutivas más relevantes y en las confirmaciones de secretarios pendientes.
- Avanzar en los apoyos económicos a los estadounidenses con un acuerdo bipartidista post pandemia por US$ 1,9 billones con un Senado 50-50.
- Promover resultados concretos con una eficacia gubernamental que pueda disminuir la crisis más compleja en la historia de Estados Unidos.
- Reactivar el liderazgo de Estados Unidos en el marco de la próxima reunión virtual de líderes del G7 para discutir la pandemia.
- Reactivar la colaboración transfronteriza sanitaria para atender efectos epidemiológicos de la pandemia, tanto con México con Canadá. La cual no ha sido considerada en la nueva administración demócrata a un mes de su arribo, a la espera de la ratificación de Xavier Becerra como secretario de Salud y Servicios Humanos.
El éxito de la presidencia de Biden, dependerá de su capacidad para promover una eficaz gobernanza multinivel de la pandemia y rescatar la economía. Los casos del virus están disminuyendo y el número de muertes en Estados Unidos.
Aunque se están extendiendo nuevas variantes de COVID-19 que parecen más contagiosas. De ahí la urgencia de los nuevos fondos para una campaña de vacunación masiva y que logre disminuir los efectos de la crisis.
Dr. José María Ramos
El Colegio de la Frontera Norte