Hace algunos años escribí en este mismo espacio, durante la administración de los Presidentes Calderón y Peña Nieto, que no consideraba que el mantener al ejército en las calles fuese la solución para regresar la paz y tranquilidad en el país. Hoy sigo sosteniendo dicha posición. El ejército debe estar en los espacios militares no en los civiles. La reciente declaración de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el Presidente de la República, de mantener al ejército en las calles en días pasado, incluso después del término de su gobierno, https://www.elfinanciero.com.mx/nacional/2022/08/12/amlo-quiere-que-guardia-nacional-ejercito-y-marina-hagan-labores-de-seguridad-publica-despues-de-2024/, como una medida para garantizar la seguridad del país, resultó sorprendente para algunos analistas, especialmente porque cuando se vislumbraba el regreso de los militares a sus cuarteles durante la presente administración. Sin embargo, la decisión no dista mucho de lo que AMLO consideraba al inicio de su gobierno en donde expresaba que sería riesgoso retirar, en ese momento, al ejercito de las calles y dejar en la indefensa a los ciudadanos, (https://aristeguinoticias.com/2408/mexico/ejercito-y-marina-seguiran-en-las-calles-no-hay-una-opcion-alternativa-amlo/), y reconocía en el ejército un factor importante en las calles y las principales poblaciones para mantener la paz.
Por otro lado, lo que si fallo fue la delineación e implementación de una Guardia de corte civil en las calles que se suponía cuidaría y protegería a los ciudadanos, regresando, con ello, a los militares a sus cuarteles. Sin embargo, eso no se cumplió, por el contrario, estamos asistiendo a un proceso en donde se busca poner bajo la coordinación de la Secretaría de la Defensa a la Guardia nacional, es decir la subordinación de una organización civil bajo la administración militar. Esto constituiría un verdadero retroceso en la civilidad que debería caracterizar el cuidado de la ciudadanía. Además de que borra la distinción principal entre militares, dedicados a la defensa de la seguridad nacional, y del Estado; y la policía o guardia nacional que estaría para garantizar el cuidado de los ciudadanos. El cambio no es menor, aunque se diga que solo tendrá “el control operativo y administrativo” de la guardia https://noticiasnrt.com/2022/09/06/sedena-solo-tendra-el-control-operativo-y-administrativo-de-la-gn-cresencio-sandoval/. El punto reside en que ambas instancias deberían operar de manera coordinada, pero independiente, porque tienen objetivos y población de enfoque diferente. Esperemos que la discusión en el Senado tenga presente el cambio sustancial que se realizaría en materia de seguridad interna en México de realizarse este cambio.
A través de este artículo me gustaría señalar tres aspectos por lo que considero que el ejército no debería estar en las calles. El primero, ya lo mencioné porque su lógica de acción y actuación está marcada por la defensa para lo que suponen constituye una amenaza en este caso para la seguridad pública. En tanto que, la seguridad pública difiere de un ataque militar; en el que la respuesta inmediata, sin muchas consideraciones, resulta central; por el contrario, en el ámbito civil existen reglas, normas con la que se deben conducirse las organizaciones en su interacción con los individuos y colectividades, en donde la protección y respeto de los derechos universales se anteponen al ataque o respuesta inmediata. Lo dije, junto con otros activistas sociales, por el 2013 o 2014, en una reunión con los dirigentes militares del Noreste, si el ejército sale a las calles, un punto fundamental reside en su capacitación en el respeto a los derechos humanos, de lo contrario, pueden registrarse muchos atropellos y violaciones hacia individuos y colectividades.
Segundo, el ejército puede salir a las calles, pero debe ser temporal, mientras se debe trabajar en un programa integral para recuperar y fortalecer una organización de seguridad de corte civil para garantizar el cuidado y protección de la ciudadanía, en donde la atención a aspectos sociales en donde tiene sus raíces la criminalidad y la inseguridad, resultan centrales. En el pasado, se habló de reconstruir el tejido social, ahora se enfatiza el bienestar de los pobres, de la población, sin embargo, parece estar ausente una atención a las problemáticas sociales y su solución. La cartilla moral, https://lopezobrador.org.mx/wp-content/uploads/2019/01/CartillaMoral.pdf, estimula los valores individuales, que sin duda son importantes, sin embargo, los valores colectivos, especialmente la construcción de lazos y compromisos colectivos va más allá de lo individual para ello es necesario el diálogo y la construcción de consensos entre gobernantes y gobernados. Los mejores conocedores de la violencia, inseguridad, de las particularidades que tienen en sus localidades, son los ciudadanos, y si sus opiniones, y propuestas están ausentes de las políticas públicas para recuperar la seguridad y la paz, las políticas no tendrán éxito. Los países que mayor paz social y equidad han alcanzado, como Suecia y Noruega, no ha sido a través de las armas sino de la construcción de valores comunitarios y/o sociales. En algunos como Noruega sorprende que hasta el uso de armas por la policía está controlado. Ciertamente, cada país tiene sus características, no aspiro a que México sea igual que Noruega, pero sí que las instancias para su seguridad y protección emanen de instancias civiles y no militares.
Finalmente, soy historiadora, y en ese sentido, las historias que conozco en donde lo militar ha desbordado a lo civil, como en Sudamérica o Centroamérica, están marcadas por grandes retrocesos y cicatrices sociales que persisten por generaciones, de las que es muy difícil que un país se recupere, y que quedan marcadas de manera indeleble en la memoria colectiva, en donde no solo priva el dolor individual sino el social ocasionados por decisiones gubernamentales que olvidaron la relevancia que la civilidad debería tener en el gobierno de un país.
Dra. Cirila Quintero Ramírez
El Colegio de la Frontera Norte