Opinión de Juan Parra Investigador de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 25 de febrero de 2021

Durante los primeros meses de la pandemia, no pensábamos que alguien de la familia sería infectado puesto que en nuestra ciudad teníamos relativamente pocos casos comparados con los que diariamente se reportaban en las ciudades más pobladas del estado de Coahuila que son Saltillo, Torreón y Monclova. 

Sin embargo, en esta frontera poco a poco se iban incrementando los casos y el pronóstico era que aumentarían significativamente al acercarse el invierno. Efectivamente, en octubre los casos se empezaron a incrementar en mayor proporción y con ello las defunciones por lo que había una probabilidad mayor de contraer el virus y se sentía intranquilidad dentro de la población.

A pesar de todos los cuidados que teníamos, no supimos cómo ni en qué momento el virus entró en casa, en octubre uno de mis hijos, una noche sintió un fuerte dolor de cabeza y algo de vómito. Preocupados nos fuimos a dormir y a la mañana siguiente mi esposa rápidamente se puso en contacto con un amigo que supimos que había tenido Covid y le preguntamos por el médico que lo atendió ya que no todos los médicos se aventuran a tratar un paciente Covid.

Contactamos al médico y nos dio una cita para atender a mi hijo y en efecto el médico confirmó que traía Covid, sentimos que la sangre se nos fue hasta los talones, pero nos calmamos teníamos que ser fuertes para no alarmar a nuestro hijo. Nos dio indicaciones y nos señaló que nos hiciéramos la prueba, compramos el medicamento que le recetó, ya que traía afectados los pulmones y se tenía que tratar rápidamente. 

Lo llevamos a casa y preparamos todo para el aislamiento. Después, asustados y pensando lo peor, mi esposa y yo nos fuimos a realizar una prueba rápida de Covid, puesto que lo más probable era que también nosotros estuviéramos infectados, debido a lo contagioso de la enfermedad.

Al regresar por el resultado, miles de cosas pasaban por nuestra mente y peor nos pusimos cuando le mostraron los resultados positivos a una joven y empezó a llorar. Mi esposa como pudo preguntó si ya estaban nuestros resultados, nos entregaron un sobre a cada uno y nos retiramos, ya en el automóvil, mi esposa abrió su sobre y me dijo negativo entonces abrí el mío y también fue negativo.

Sentimos un gran alivio y mi esposa exclamó ¡gracias dios mío! cuida mi familia. Al llegar a casa, seguimos todas las recomendaciones del médico. Durante dos semanas estuvimos aislados y muy atentos a cualquier cambio que pudiera traer complicaciones en la salud de mi hijo, afortunadamente todo salió bien. 

No supimos si nos infectamos, aunque sí presentamos síntomas, mi esposa perdió el olfato y yo presenté ojos llorosos. No sé qué tanto nos ayudó, que antes de que mi hijo tuviera Covid mi esposa y yo estuvimos tomando vitaminas para mejorar nuestro sistema inmunológico y aún las seguimos tomando. 

Es indescriptible lo que pasamos cada día, noches de insomnio, de desesperación, de miedo. Sobre todo porque amigos y familiares habían perdido la batalla contra este terrible virus y otros sobrevivieron pero manifestaban que aún tenían mucho miedo. Sin duda, mucho nos ayudó nuestra fe que nos dio y nos sigue dando esa paz que tanto se necesita en situaciones como la que estamos viviendo.

Dr. Juan Parra

El Colegio de la Frontera Norte