Acabo de ver la película Una vida mejor que estelariza el actor mexicano Demian Bichir, por cuya actuación ha sido nominado a un Oscar por la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood. La película me encantó. Como se sabe, trata de la experiencia de un inmigrante indocumentado. Este es un tema tantas veces mal tratado, que en esta ocasión disfruté de una trama notablemente auténtica, tanto en su ambientación escénica como en los personajes, diálogos y situaciones, sobre todo en la extraordinaria actuación de Demian Bichir. Hay una escena donde él está en la cárcel y tiene un diálogo con su hijo que convence plenamente de por qué lo nominaron para el Oscar de actuación. Tomando en cuenta el ambiente actual en el que se discute el tema de la inmigración mexicana a Estados Unidos, tan lleno de prejuicios y sesgos ideológicos, uno no se espera ver una producción de Hollywood tan escrupulosamente realista en su manejo artístico del argumento. Esta película aprovecha al máximo la universalidad que puede alcanzar el lenguaje cinematográfico en la comunicación humana. No cabe duda que el lenguaje cinematográfico confirma el dicho de que «vale más una imagen que mil palabras». Tengo más de 30 años haciendo investigación y enseñando sobre el tema de esta película. Sobre este tema, he escrito más de 200 publicaciones de carácter científico, sin contar mis artículos periodísticos (como ejemplo véase un artículo publicado en Excélsior el 1o. de febrero de 1988 titulado «Balazos vs ideas». Enviaré copia a quien me lo pida a jbustama@nd.edu), y me ha tocado ver tratamientos documentales excelentes y colaborar como asesor en algunos de ellos, pero nunca antes había visto una película sobre este tema que me emocionara tan profundamente como lo hizo la actuación del protagonista principal de esta película. No fue sólo la fidelidad del reflejo creativo de las experiencias de un migrante como me ha tocado verlas, medirlas y contarlas en múltiples formatos, sino la comunicación lograda por el artista por la vía de su actuación; una comunicación entre la dimensión humana de su personaje, de la cual proyecta el profundo amor de un padre por su hijo, además del contexto social de injusticia en el que adquiere sentido el argumento, esto, gracias a la elocuencia de una actuación brillante.
El poder de comunicación de esa actuación me hizo contrastarla con la pobreza comunicativa de otra descripción de la misma realidad de los migrantes. Un colega y querido amigo de la Universidad de la Ciudad de Nueva York me pidió mi opinión sobre un «encabezado» aparecido en la primera plana del diario El Universal del pasado 13 de febrero diciendo «Crece rechazo a inmigración de Centro y Sudamérica: encuesta» (énfasis mío). Estar al día de lo que informan los medios sobre la migración, particularmente del trabajo permanente y generoso, en sentido contrario a ese encabezado, como el del padre Alejandro Solalinde y su grupo, me hizo reflexionar sobre la credibilidad de ese encabezado y de la virtual apelación de autenticidad en el uso de la fuente: «encuesta» a la que se atribuye el origen de la noticia. Estuve de acuerdo con mi colega Guillermo Yrizar sobre lo vacío de tal apelación al revisar la metodología, en su opinión, fallida, de esa encuesta y compararla con la credibilidad de la actuación de Demian Bichir sobre el contexto de injusticia que transmite su actuación respecto de la realidad de los migrantes, con todo y su componente subjetivo. Esa actuación me hizo confirmar la distancia entre la expresión artística y la expresión científica. Lo segundo no ha alcanzado el virtuosismo del artista al describir la realidad. Por ejemplo, ningún sociólogo ha alcanzado la elocuencia de la descripción literaria de la vida de los mineros en Francia que alcanzó Émile Zola en Germinal; o de Pablo Picasso al exponer la injusticia y el horror de una guerra, en su Guernica, o de Beethoven en el segundo movimiento de su tercera sinfonía.
La actuación de Demian Bichir hará más para hacer entender la injusticia que encierra la vida de los migrantes mexicanos en Estados Unidos, que todas mis publicaciones de 30 años sobre el mismo tema.