Opinión de Jorge A. Bustamante Fernández Profesor-Investigador del Colegio de la Frontera Norte de El Colegio de la Frontera Norte

miércoles 10 de julio de 2013

Escribo estas líneas en la tarde del sábado pasado. Después de un vistazo virtualmente exhaustivo a la cobertura de los medios mexicanos sobre la decisión del pleno del Senado estadounidense del jueves pasado, de aprobar el proyecto migratorio de “los ocho”, caigo en la cuenta de que soy el único pesimista en México que piensa que la aprobación del Senado estadounidense no da para echar las campanas al vuelo, pues representa solo un avance en el procedimiento legislativo rumbo a una “Reforma Migratoria”; pero, NO ES, ni una aprobación de la Reforma Migratoria, ni un punto final al procedimiento constitucional que prevé que sean las dos Cámaras que deban de aprobar sus respectivos proyectos de ley, para que se dé el siguiente paso, que es el de poner a discusión de ambos proyectos ante los legisladores de los dos partidos respectivamente, que integren el llamado “Conference Committee”. Ahí se deberá buscar un acuerdo que dirima las diferencias entre los dos proyectos que permita dar el siguiente paso en el proceso legislativo que es el de mandar entonces una versión final al Presidente de Estados Unidos para su aprobación o para su veto. En estos diferentes pasos del procedimiento legislativo existe la posibilidad de un desacuerdo insuperable que impediría el nacimiento de una “Reforma Migratoria”, como la prometida por el Presidente Obama desde su primera administración. Haciendo una analogía totalmente equivocada, en Estados Unidos no hay, como en México, una “Cámara alta y una Cámara baja”, allá, las dos Cámaras tienen el mismo rango constitucional y sus decisiones son igualmente importantes. Por lo tanto, la decisión del jueves pasado de la Cámara de Senadores, no es más que el 50 por ciento que aún no nos permite saber cuál va a ser el contenido del otro 50 por ciento, ni siquiera si lo llegará a haber. Otra diferencia es que el Presidente no está “por encima” del poder legislativo. Sus iniciativas pueden ser derrotadas como ocurrió recientemente con el proyecto presidencial de acotamiento de la enmienda segunda sobre adquisición y posesión de armas de fuego. Luego, existe la posibilidad de que nuevamente –ya ocurrió hace 6 años-, fracase el intento de hacer una reforma de las leyes de inmigración de Estados Unidos. No me gusta ser “agua fiestas”, pero sigo creyendo que la obligación de quien hace trabajo científico es la de insistir en que el Rey anda desnudo, cuando así se lo dicen los resultados de su investigación, aunque los poderes legales y fácticos insistan en que el Rey se ve muy bien vestido.
La verdad es que aún no hemos oído las enmiendas más anti inmigratorias de parte de los legisladores del Partido Republicano cuya mayoría domina a la Cámara de Representantes y cuya plataforma política de Partido es profundamente anti inmigrante. Véase como ilustración la enmienda ya propuesta de que no se apruebe solicitud alguna de legalización hasta un año después de que el gobierno expida una certificación de que los controles fronterizos están funcionando y ya no se deja pasar a un solo indocumentado. Lo imposible de cumplir esta condición muestra que hay legisladores “republicanos” que ya han decidido que no haya “Reforma Migratoria”.
Falta mucho para que surja un mínimo de acuerdo en los dos países –pues las causas y las consecuencias del fenómeno migratorio se encuentran en ambos lados de la frontera- como para que se den las condiciones para un enfoque bilateral que aun no ha sido siquiera mencionado por político alguno en el debate reciente de la Reforma Migratoria prometida por el Presidente Obama. Sería también necesario que en México adquiriéramos mayor conciencia de lo que nos atañe respecto de lo que les pasa a los migrantes, tanto en México como en Estados Unidos. Particularmente sobre lo que les pasa a los más vulnerables como sujetos de derechos humanos como lo son las mujeres y a los niños. Pero sobre todo las niñas y aun más, las indígenas y las centroamericanas en México. Nuestro gobierno, hasta ahora, en la cuestión migratoria, no ha hecho más que el ridículo. Yo tengo mas confianza en lo que puedan hacer en el futuro para cambiar las condiciones actuales de los migrantes, los mexicanos que residen en Estados Unidos, que los que, dentro y fuera del gobierno, residimos en México.

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