El agua en tiempos de contingencia

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Opinión de Jesús Frausto Ortega Investigador de El Colegio de la Frontera Norte

lunes 30 de marzo de 2020

Lo que ocurre actualmente a nivel mundial con la pandemia del Covid-19 pone de relieve para la sociedad el contar con agua corriente para la higiene personal. Ante las recomendaciones de las instituciones sanitarias sobre el aseo como una de las medidas preventivas el lavado de las manos de las personas se ha multiplicado. Parece que ahora tenemos conciencia de su significado para la salud.

Pero cuando se tiene esa conciencia y no se cuenta con agua es cuando valoramos la importancia de este recurso. Desafortunadamente en México son las personas más humildes quienes más padecen de la falta de agua potable. Si bien es cierto que en este país el tener una llave en tu casa no significa que tengas agua todo el día y todos los días de la semana y en uchos casos ésta se tiene a cuenta gotas en los hogares. Así, el 10 por ciento de la población no cuenta con acceso agua potable y el 42 por ciento no la tiene de manera constante (https://www.sinembargo.mx/21-032020/3749280). Se cita como fuente a la Conagua.

En la frontera norte –en este caso me refiero a la de Tamaulipas y Coahuila– por lo regular las coberturas de agua entubada son mayores a los 95 por ciento, llegando en algunos casos hasta el 99 por ciento. Solo dos municipios pequeños de Coahuila tienen valores sobre el 91 por ciento. Lo anterior acorde a dados del Censo de 2015 del INEGI. Eso no quiere decir que los municipios no presenten problemas con el abasto como fugas, cortes de agua, suministro irregular, tandeo en algunas ocasiones, entre otros.

No es lo mismo contar con agua dentro de la vivienda que tenerla fuera de la vivienda o más aún traerla de una llave pública. En este último caso por lo general quienes se involucran en esa tarea son las mujeres e incluso los niños. Cuando no, hay que estar esperanzado (a) a que llegue la pipa con el agua que surtirá las viviendas en donde no hay servicio de agua potable e incluso drenaje. Más bien deberíamos decir esperanzadas, ya que son también las mujeres las que están al pendiente de que llegue el camión cisterna para que les deje el vital líquido, además de encargase de la limpieza de los recipientes en donde lo acaparan. O son también las que se desvelan por las noches cuando hay que esperar a que llegue el agua a la llave ya sea porque hay tandeo o bajas presiones sobre todo en las temporadas de intenso calor cuando más se demanda el recurso. Eso lo pude observar por ejemplo en Nuevo Laredo en donde todavía en algunas colonias de la periferia se les abastece mediante pipas del municipio. Lo anterior repercutía además en la calidad del agua ya que se almacena por días combinado con la tierra que se mezcla con el líquido ante la falta de pavimento en las colonias pobres en donde no hay el servicio.

La población que no tiene agua dentro de la vivienda en la frontera –en este caso la de Tamaulipas y la de Coahuila– es diferente que a la de la cobertura total. En la de Coahuila son sobre todo los municipios pequeños y en la de Tamaulipas no necesariamente es así: aquí son Río Bravo, Valle Hermoso y Gustavo Díaz Ordaz, los que tienen porcentajes más altos de agua fuera de la vivienda. Ello de acuerdo con los datos de la misma fuente referida (INEGI, 2015).

Así las cosas, en estos días de contingencia ante el COVID-19 donde el agua es esencial para la higiene personal y de los hogares no toda la gente tiene las mismas facilidades para tenerla en forma óptima. Y es la población pobre la que más sufre. Esa que paga a tiempo su recibo aunque no le llegue agua a la llave.

Dr. Jesús Frausto Ortega

El Colegio de la Frontera Norte